Los ODM: decirlos no es medirlos
En septiembre de 2000, los líderes mundiales adoptaron la Declaración del Milenio, comprometiendo a las naciones a alcanzar un conjunto de metas de reducción de pobreza para 2015.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio:
1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre
2. Lograr la enseñanza primaria universal
3. Promover la igualdad entre los géneros
y la autonomía de la mujer
4. Reducir la mortalidad infantil
5. Mejorar la salud materna
6. Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades
7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente
8. Fomentar una Asociación Mundial para el Desarrollo |
Ban Ki-moon, el Secretario General de las Naciones Unidas, ha subrayado que “los ODM han establecido metas fijas en el tiempo, mediante las que se puede medir los avances”.
Que los ODM sean pasibles de medida es la clave de su éxito. Lo mismo que la atracción de los Juegos Olímpicos (o de cualquier otro torneo) se basa en el simple concepto de que todos los jugadores se rigen por las mismas reglas y que un conjunto de árbitros y tanteadores imparciales vigilan la integridad del “juego limpio”, los ODM derivan su capacidad de motivar a quienes toman decisiones, así como de movilizar el apoyo del público, en el hecho de que tienen fecha tope y son medibles.
A fin de monitorear los avances hacia los ODM a nivel mundial y país por país, los 8 objetivos fueron subdivididos en 48 indicadores que van desde la proporción de la población que subsiste con menos de USD 1 al día (ajustado según la paridad de poder adquisitivo de los ingresos), hasta el porcentaje de usuarios de Internet. Desde el 15 de enero de 2008 se ha expandido, en forma oficial, la lista de indicadores a más de 60, a fin de incluir datos sobre temas como el empleo, que antes no se contabilizaban.
Sin embargo, en la vida real, la mayoría de los países en desarrollo no cuenta con datos exactos o actualizados con respecto a muchos, si no la mayor parte, de esos 60 indicadores y el conjunto es demasiado complicado para el ojo no experto. De ese modo, la línea de pobreza definida por el Banco Mundial en USD 1 al día se convirtió en el criterio de facto para medir los avances. En 2000 se hizo circular de forma masiva la cifra estableciendo que 1.200 millones de personas vivían en la pobreza y ésta fue citada indirectamente, por los mismos jefes de estado, en la Declaración del Milenio: “No escatimaremos esfuerzos para liberar a nuestros semejantes, hombres, mujeres y niños, de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema, a la que en la actualidad están sometidos más de mil millones de seres humanos.”
Para octubre de 2007 la cantidad de personas que vivían en extrema pobreza había disminuido en forma considerable: “Casi mil millones de personas viven con solo USD 1 al día”, dijo el presidente del Banco Mundial, Robert B. Zoelick en su discurso ante la Junta Directiva de la institución. En junio de 2008 se afirmó en el borrador sobre ayuda de la Agenda de Acción de Accra, redactado principalmente por los gobiernos donantes y los secretariados del Banco Mundial y de la OCDE, que “se ha avanzado. Hace quince años, una de cada tres personas vivía con menos de un dólar al día; hoy, esa cifra se ha reducido a una en cinco. Sin embargo, mil millones de personas aún viven en la pobreza extrema”.
De pronto, el 26 de agosto de 2008 el Banco Mundial anunció que las estimaciones con respecto a la pobreza se habían revisado y que la cantidad de personas extremadamente pobres era, en realidad, 1.400 millones en 2005. De un día para otro, ¡un aumento de casi el 50%! Sin embargo, según Martin Ravallion, director del Grupo de Investigaciones del Banco, “el mundo en desarrollo es más pobre de lo que pensábamos, pero no menos exitoso en la lucha contra la pobreza”. Para confirmar tan optimista punto de vista, el equipo dirigido por Ravallion y Shaohua Chen revisó en retrospectiva las cifras de pobreza, llegando hasta 1981, para afirmar, entonces, que las estimaciones anteriores eran erróneas y que, por tanto, la proporción de personas pobres se había reducido a la mitad en los últimos 25 años y, por el mismo razonamiento, aún puede reducirse lo suficiente para cumplir con el primer objetivo de los ODM para 2015.
Social Watch ha sostenido reiteradamente que el indicador de USD 1 al día no es el correcto. Pero incluso si el concepto base de este indicador lo fuera, ahora sabemos que las estimaciones estaban equivocadas. Y más aún, aunque las nuevas estimaciones y su historia recalculada fueran las correctas, la tendencia de los últimos años no es un pronóstico del futuro, entre otros motivos porque, como el mismo banco admite, “las nuevas estimaciones aún no reflejan los efectos adversos, y potencialmente grandes que, sobre las personas pobres, tendrán los precios de alimentos y combustible, en alza desde 2005”.
Por medio de tres indicadores sencillos, disponibles en la mayoría de los países del mundo, promediados mediante un método que cualquier estudiante de educación secundaria puede replicar, se puede evaluar, de manera fácil y convincente, las tendencias nacionales e internacionales en la lucha contra la pobreza. El panorama resultante no es color de rosa. Quienes definen las políticas deben comprender que la credibilidad de su compromiso depende, como en los Juegos Olímpicos, de llevar el tanteador en forma honesta, de árbitros imparciales y de reglas que no cambien en medio del partido. Puede que un tanteador negativo en el primer tiempo sea malo para el entrenador; permite, sin embargo, modificar la estrategia para la segunda mitad del partido.
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