2000
Copenhagen and Beijing 5 years later (Spanish version)
Por Susana Chiarotti
CLADEM
Rosario, 29 de febrero de 2000
A casi 5 años de realizadas las Conferencias de
Beijing y Copenhague, las representantes de organizaciones de mujeres se
reunieron en Lima, del 5 al 7 de febrero de 2000, para analizar el estado de
situación de las mujeres de la región, los logros alcanzados y los obstáculos
encontrados en la implementación de la Plataforma de Acción de las Mujeres
(PAM) de Beijing, enfatizando en las áreas de Derechos Humanos, Mecanismos
Institucionales, Equidad de Género y Desarrollo económico y social. Este último
tema está directamente relacionado con el Plan de Acción de la Cumbre de
Desarrollo Social de Copenhague.
En la esfera de los derechos humanos se pudo
constatar que los Estados de la región han actuado positivamente al ratificar
los tratados internacionales que protegen los derechos humanos de las mujeres,
entre ellos, la Convención para la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer y la Convención Interamericana para la Prevención,
Sanción y Erradicación de la violencia contra la mujer.
También se registró como positiva la sanción
de leyes nacionales para sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, en
todos los países, con excepción de Brasil y Paraguay. La creación y/o
mantenimiento de mecanismos institucionales para trabajar por la equidad de género
y la presentación de propuestas o planes de igualdad de oportunidades entre
mujeres y varones por parte de la mayoría de los países, fue considerado otro
logro. En algunos países se dictaron leyes de salud reproductiva que incluyeron
programas de planificación familiar.
Pero estos avances no han alcanzado a revertir la
situación de discriminación que siguen sufriendo las mujeres de la región.
Los problemas más serios podrían ser resumidos así:
1. La teoría de los derechos
humanos sigue desconociendo las experiencias y necesidades de las mujeres. Por
tanto su visión sigue siendo parcial.
Los derechos humanos siguen anclados en el
esquema tradicional de jerarquización de lo público sobre lo privado. A pesar
de los esfuerzos de las feministas para demostrar que ellos pueden ser
disfrutados y por tanto violados, tanto en la esfera pública como en la
privada, la denuncia de las violaciones registradas en la esfera pública y la
defensa de sus víctimas gozan de más reconocimiento y atención que el reclamo
por la visibilización de las violaciones registradas en la esfera privada. Además,
las experiencias y necesidades de las mujeres y sus aportes a la reproducción y
sostenimiento de la vida humana, no han sido incorporadas a ninguna teoría del
derecho, de la cual la teoría de los derechos humanos es parte.
2. Se mantiene la brecha entre
los derechos consagrados en los tratados internacionales de derechos humanos y
la posibilidad de su disfrute por parte de las ciudadanas.
Los logros formales, si bien son un avance en el
reconocimiento de derechos de las mujeres, no fueron acompañados por
transformaciones políticas, culturales y sociales que permitan vislumbrar la
erradicación de la discriminación de género. Como un ejemplo, la mayoría de
los Planes de Igualdad presentados a Naciones Unidas por los gobiernos de la
región, para dar cuenta del cumplimiento de los compromisos asumidos al firmar
la PAM, no cuenta con un presupuesto que indique la voluntad estatal de tomar
medidas serias para erradicar la discriminación.
Por otro lado, la implementación de la Convención
de la Mujer requiere acciones del Estado a todos los niveles. Aún en los países
donde los tratados internacionales tienen rango constitucional (Argentina,
Brasil, Colombia) el compromiso de los gobiernos con la problemática de la
discriminación de género sigue siendo parcial.
3. El desconocimiento al mandato de la
integralidad e interconexión de los derechos humanos (los derechos civiles y
políticos deben implementarse de manera interconectada con los económicos,
sociales y culturales y los derechos sexuales y reproductivos).
Se observa una tendencia en la región tendiente
a la disminución de la protección laboral en general, la informalización del
mercado de trabajo y la pérdida de beneficios sociales vía leyes de
"flexibilización laboral", pero con un énfasis más severo para las
mujeres. Mientras se nos reconocen algunos derechos civiles y políticos (leyes
de cupo, de violencia), estamos perdiendo aceleradamente derechos económicos y
sociales. A pesar de registrarse un pequeño avance en la ciudadanía civil,
retrocedemos en la ciudadanía social, y eso hace que los derechos conquistados
puedan ser gozados por un número cada vez menor de mujeres.
Las mujeres siguen en la encrucijada de la
actividad económica realizada en el mercado de trabajo y los bienes y servicios
producidos en la esfera doméstica. En efecto, la economía doméstica
(administración y mantenimiento del hogar), la economía de la reproducción
(reproducción, alimentación, crianza y educación de hijos e hijas) y la economía
de cuidado (atención de otros seres humanos) demandan largas horas de
trabajo que no han sido reconocidas aún por el Estado, permanecen
invisibilizadas y sólo se contabilizan cuando las realiza una persona
contratada por la familia.
El avance del poder de organizaciones
internacionales, como la Organización Mundial de Comercio no parece
beneficiarnos. En una época limitada a acuerdo de tarifas sobre importación y
exportación de bienes, la OMC extiende ahora su mandato hacia propiedad
intelectual, patentes medicinales, servicios, y otros sectores y sus
determinaciones impactan el medio ambiente, las relaciones sociales y la vida
cultural de todas las personas. Los gobiernos de nuestra región no tienen poder
de decisión dentro de la misma y se ven limitados a firmar los acuerdos diseñados
por los países del norte. Esos acuerdos condicionan las políticas nacionales e
impactan a las mujeres, que además no tienen ninguna voz en esa discusión. Los
esfuerzos de nuestros gobiernos por atraer inversiones se han limitado a la
disminución de la protección laboral. Esta disminución, realizada con el
argumento de que se crearían nuevos puestos de trabajo, ha tenido como efecto,
en algunos lugares, la reaparición del trabajo esclavo y el trabajo infantil.
Las condiciones de trabajo empeoran según la pertenencia étnico racial y la
condición de migrante.
En cuanto a los derechos sexuales y
reproductivos, su pleno ejercicio se ve obstaculizado por la influencia de
sectores religiosos fundamentalistas. Esto motivó a las organizaciones de
mujeres a reclamar "el afianzamiento del carácter laico de los Estados
(como) una condición sine quanom para el afianzamiento de la institucionalidad
democrática de los países de la región".
4. La exclusión de las mujeres del diseño de
las grandes políticas nacionales.
Las mujeres seguimos excluídas del diseño de
las políticas centrales que marcan el rumbo de nuestros países y esa exclusión
no puede compensarse con políticas parciales, que terminan resultando parches
en un entramado social que se mantiene imperturbable en los puntos hegemónicos.
Las reformas económicas, de salud, de justicia, entre otras, se están
realizando en toda la región sin la participación de las mujeres.
La ausencia en el diseño de las políticas de
seguridad, por ejemplo, no se podrá compensar con una ley de violencia, una
comisaría de la mujer o un refugio para mujeres golpeadas. Por muy importantes
que sean estas medidas sociales, permanecerán como aisladas y no podrán
contrarrestar la creciente inseguridad en que viven las mujeres..
En el mismo sentido, nuestra falta de participación
en las reformas de la justicia, no puede compensarse con un curso de capacitación
en género a funcionarios judiciales y operadores del derecho. Y la falta de
participación de las mujeres en los planes económicos estratégicos de cada país
tampoco puede ser nivelada con programas aislados de micro emprendimientos, que
resultan ser micro respuestas a macro problemas.
De lo dicho surge la imperiosa necesidad de
repensar los derechos humanos incluyendo las necesidades, experiencias y
reclamos de las mujeres a su teoría y práctica así como a la agenda de las
organizaciones de derechos humanos. Asimismo, debemos insistir en la
integralidad e interconexión de los derechos humanos, al igual que en la
multiplicación de los esfuerzos para la implementación de los Derechos Humanos
Económicos, Sociales, Culturales y los Sexuales y Reproductivos. La participación
de mujeres y varones sensibilizados en género en el diseño de las grandes políticas
nacionales es otra de las prioridades.
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