Cosas por hacer en Bulgaria
Por Andrés Alsina
Roma.- Ni siquiera hay legislación
en Bulgaria contra la violencia doméstica, pero tan
importante como lograrla es alcanzar un cambio de actitud
en la sociedad. Hace poco menos de dos años, se hizo
una campaña de opinión en Bulgaria para promover
el concepto mismo de que en los casos de violencia doméstica
las mujeres deben tener protección legal gratuita;
otro asunto será después lograr que esa protección
legal gratuita sea un derecho adquirido. Se quería
difundir el alerta y la comprensión sobre la gravedad
de las violaciones a los derechos humanos de las mujeres en
esa sociedad, con el horizonte de lograr un pleno goce de
esos derechos a través de la educación y formación
en el tema de grupos de mujeres, prensa, policía y
abogados.
El proyecto no sólo produjo
folletos y, es de esperar, algunos resultados en la actitud
de la gente hacia estos problemas. Al año siguiente
se le agregó un segundo proyecto, de estrategias
avanzadas para combatir la violencia contra las mujeres,
que consistió en un plan piloto de efectiva ayuda legal
y de medicina legal a mujeres maltratadas, y actualmente están
en un proyecto realmente excitante, en asociación
con otra ONG: la educación y sensibilización
de varones adolescentes y hombres y un programa piloto de
tratamiento de hombres violentos.
Pero es difícil, muy
difícil, cabecea Genoveva Tisheva, como si estuviese
dispuesta a aflojar. Pero ella no es capaz de hacerlo. Esta
abogada debe ser temible ante una corte de justicia. Habla
rápido, suave y con eficacia; se concentra en su objetivo
y es evidente que no se la aparta de él así
nomás. Es notorio que exige mucho de sí misma
pero también debe lograr mucho. La Fundación
búlgara de investigación en cuestiones de género,
BGRF en su sigla en inglés, ((Bulgarian Gender Research
Foundation)) va a hacer ya tres años que está
en actividad. Al principio eran sólo 3 abogadas y ahora
son 7, así que han más que duplicado sus fuerzas.
Su principal objetivo es lograr que Bulgaria sea una sociedad
equilibrada desde el punto de vista del género, basada
en la igualdad de representantes hombres y mujeres y lograr
el cambio de actitud a través de la información
y la conciencia de la situación específica en
Bulgaria, a través de un trabajo de cabildeo que logre
el cumplimiento de los standards europeos y universales en
la materia y de los valores universalmente reconocidos de
la democracia.
Si se lo piensa, no parece mucho
pedir, pero en verdad es una lucha denodada que demanda toda
la concentración y el esfuerzo de que es capaz Genoveva
Tisheva y sus colegas. Cuando decidieron unir fuerzas, en
junio de 1998, eran todas mujeres con experiencia en el terreno
de la abogacía, la educación, el monitoreo de
violaciones a los derechos humanos, el hacer cabildeo para
promover cambios legislativos, preparar publicaciones y trabajar
en red. Pero conversando sobre contratiempos y desesperanzas
descubrieron que además necesitaban estudiar e investigar,
porque todo era nuevo y en verdad estaban partiendo de cero.
Ahora que lo vienen haciendo, son las que saben y hoy son
fuente permanente de consulta en la materia. Además,
han logrado ser una organización nacional, y están
orgullosas de ello. No sólo eso: saben sumar esfuerzos,
aunque sean aportes individuales, y se han proyectado a la
escena internacional a través de diversas redes, entre
ellas la de Control Ciudadano.
Eran la única organización
del llamado Este europeo en la asamblea de Control Ciudadano
en Roma, pero el pasado comunista de su país no les
pesa y formar la ONG no fue problema alguno, cuenta Genoveva;
lo que parece pesarles son los prejuicios y el conservadurismo
que flotan como una densa niebla en sus calles y hogares.
Los temas sobre los que trabajan son todos nuevos en
Bulgaria. Son difíciles de trabajar y además
controversiales en nuestra sociedad.
Además de eso, son problemas
concretos, y muchos se concentran en la frontera sur, con
Grecia. Por allí sale el tráfico de mujeres
como mano de obra barata y como parte de las redes de prostitución,
y a través de Grecia se diseminan sin control. Ellas
enfrentan el problema sin legislación que las respalde,
porque simplemente no hay legislación al respecto,
así que tienen que pelear por eso. No hay legislación
tampoco sobre la violencia doméstica, así que
también tienen que pelear por eso. Genoveva dice que
vale la pena, claro que vale la pena. Hay que hacerlo.
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