Roberto Bissio, coordinador de Social Watch, en la Conferencia de la ONU sobre la crisis financiera
Social Watch
Roberto Bissio, coordinador de Social Watch, participó como representante de la sociedad civil en la Mesa Redonda Oficial de la Conferencia de Naciones Unidas sobre la Crisis Financiera y Económica Mundial y su Impacto sobre el Desarrollo que tuvo lugar del 24 al 26 de junio de 2009 en Nueva York.
Mesa Redonda Oficial de la Conferencia de Naciones Unidas sobre la Crisis Financiera y Económica Mundial y su Impacto sobre el Desarrollo 24-26 de junio de 2009
Mesa Redonda 1 – Miércoles, 24 de junio de 2009 – 15h a 18h.
Tema: El papel de las Naciones Unidas y sus estados miembro en las discusiones internacionales en curso sobre la reforma y fortalecimiento del sistema financiero y económico mundial y su arquitectura
Roberto Bissio. Gracias, Sr. Presidente. Dado que soy el orador de la sociedad civil en esta mesa redonda – y espero que haya tiempo para que más oradores de la sociedad civil expresen una diversidad de opiniones, ya que hay cinco de nosotros aquí – permítame felicitarlo y felicitar a los panelistas y delegados nacionales por las excelentes intervenciones que hemos escuchado.
Nuestro papel como sociedad civil es siempre exigir más, pero es también nuestro deber hoy felicitar a los negociadores oficiales que trabajaron con tanto ahínco durante los últimos días para lograr el consenso que se anunció hoy. Creo que tenemos ahora un muy importante documento final de esta Conferencia de Alto Nivel. Nadie ha quedado demasiado feliz con el documento, pero siempre es así con un resultado consensuado, lo que muestra que cada uno tuvo que ceder en algo para conseguir algo. Pero el hecho importante es que tenemos un Consenso G-192, que es algo que muchos comentarios de prensa se decían que era imposible conseguir. Se alcanzó y debería ser celebrado.
Se dijo que la ONU no podía opinar sobre la crisis económica porque era imposible que la organización encontrara una voz común. Esa voz común se ha encontrado, y no sólo en base al mínimo denominador común. Éste no es un consenso minimalista. El análisis de las causas profundas de la crisis económica que podemos leer en el documento de consenso del G-192 es mucho mejor que cualquier análisis producido por otros foros intergubernamentales, a pesar del muy poco tiempo que tuvieron los negociadores para conseguir estos resultados y también a pesar del activo boicot de los países con intereses propios que no quieren que se oiga la voz de las Naciones Unidas, ni que se den los cambios y regulaciones necesarios que este documento establece. Es éste un documento importante precisamente porque esos países con intereses particulares realmente existen y todos sabemos cuáles son.
Déjenme solamente subrayar algunos aspectos del consenso que consideramos muy importantes y que se extienden más allá del análisis de la crisis y sus causas; que elogiamos, pero también refieren a las perspectivas de futuro: debe crearse un grupo de trabajo y las organizaciones de la sociedad civil se comprometen a apoyar el trabajo de dicho grupo, incluyendo una participación activa en el Panel de Expertos, que también se creó, y en donde la sociedad civil, junto con la academia y otros grupos interesados, ha sido invitada a participar. Apreciamos esa invitación y comprometemos nuestros esfuerzos a tal fin.
Entendemos que el párrafo 16, que reconoce, precisamente, el papel del G-20 también resuelve “reforzar la función de las Naciones Unidas y sus Estados Miembro en los asuntos económicos y financieros, incluida su función de coordinación”. Todos sabemos que aquí estamos hablando del Consejo de Coordinación Económica. No ha habido tiempo suficiente para lograr un consenso sobre ello, pero sí tenemos consenso respecto a que las Naciones Unidas deben desempeñar un papel de coordinación, y felicitamos a todos ustedes por expresar ese consenso.
También entendemos que, cuando el párrafo 34 menciona el compromiso de los gobiernos de explorar “la necesidad y la viabilidad de contar con un marco más estructurado para la cooperación internacional” en el área de la deuda soberana, está hablando, en rigor, de un mecanismo de resolución de deudas públicas. Tal mecanismo es imperiosamente necesario. El Banco Mundial nos ha advertido que, a consecuencia de la crisis, cuarenta países tienen menos de tres meses de importaciones en sus reservas. Es muy probable que entren unilateralmente en cesación de pagos si no se crea ese mecanismo.
En el párrafo 18 encontramos un análisis de cómo la globalización ha limitado el espacio político de los países en desarrollo. Este texto va más allá de lo que se acordó en Doha en diciembre pasado, durante la cumbre sobre Financiación para el Desarrollo, y hace una lista de las preocupaciones de los países en desarrollo y sus opciones políticas: “la salvaguardia de los progresos realizados hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la utilización efectiva de los mecanismos de crédito y liquidez, la regulación de los mercados financieros, los instrumentos, las instituciones y las corrientes de capital locales y las medidas limitadas de defensa del comercio”. Lo que ahora necesitamos es avanzar en ese sentido y crear un ambiente favorable para que los países deseosos de encontrar la salida a la crisis tengan ese espacio político, que incluya una revisión de los tratados de libre comercio y acuerdos de inversión bilateral y multilateral de ser necesario.
Sr. Presidente, miles de millones, y hasta de billones de dólares, han favorecido en los últimos meses a las personas ricas, en forma de exenciones fiscales de diferentes tipos, así como a instituciones muy ricas y en bancarrota. La mayor parte del dinero de esos paquetes de estímulo se destinó a engrosar ahorros y a la reconstrucción de activos y, por lo tanto, no ha creado más demanda o más crédito. No es un estímulo muy eficiente. En Social Watch pensamos que el mejor paquete de estímulo es la inversión en los pobres, tanto en la gente pobre como en los países pobres. El dinero que llega a los pobres realmente se gasta, no porque las personas que viven en la pobreza entiendan mejor cuál es su papel en el rescate de la economía global sino porque simplemente no tienen otra opción. Por lo tanto, la inversión en los pobres es lo correcto desde el punto de vista ético, pero es también el sabio camino a seguir en lo económico. Es éste nuestro principal mensaje.