22/08/2007
Argentina: De género no se habla
Luis María Otero – (Artemisa Noticias)
Social Watch
El núcleo más duro de asesores de la candidata oficial a la presidencia Cristina Fernández de Kirchner está conformado por las llamadas “Generalas”, un grupo de dirigentas políticas que abonarán la campaña electoral con propuestas de género. Sin embargo, todo hace suponer que CFK no estará dispuesta a abrir un nuevo frente en este tema, donde nadie del actual gobierno se muestra interesado en diferenciar la campaña.
Salvo
la excepcional circunstancia de un tornado político que arrasara con las hasta
hoy eficaces estructuras de relación entre el gobierno y los movimientos
sociales, el próximo mensaje de Navidad al pueblo argentino lo dará la primera
presidenta elegida por el voto popular.
Aunque el hecho parezca poco significativo (al menos en términos de impacto
institucional), no lo es: el Informe mundial de Social Watch revela que en el
mundo sólo hay una docena de mujeres elegidas entre 200 jefes de Estado.
Esta casi singularidad, sumada al hecho de que 80 años atrás ninguna mujer tenía
derecho a votar en Latinoamérica, y que la primera en llegar a la presidencia
en el continente -la nicaragüense Violeta Chamorro- lo hizo recién hace 17 años,
impone en la agenda periodística la pregunta: la posible llegada de Cristina
Fernández al gobierno ¿preanuncia algún cambio en la concepción de poder
desde una perspectiva de género?
No en abstracto. Como bien dijo la presidenta del INADI, María José
Lubertino, en el Seminario “50 y 50: Paridad de Mujeres y Varones en
el Poder, el Trabajo y la Casa”, una cosa son las mujeres que hacen uso de su
condición para acceder a niveles de poder, y otra las que están dispuestas a
llevar la agenda del movimiento de mujeres. En una nota premonitoria publicada
el año pasado, la investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de
Género de la Universidad de Buenos Aires, Diana Maffía afirmaba que CFK 'no
quiere ser Eva sino quiere ser Perón, porque su modelo de identificación es
con el liderazgo del primer conductor justicialista'.
Un frente no deseado
En principio, todo hace suponer que la candidata oficialista no está dispuesta
a abrir un frente allí donde nadie del actual Gobierno se muestra interesado en
diferenciar la campaña: “Ustedes saben que nunca he concebido al género como
un espacio de confrontación –ha dicho en el acto de lanzamiento de su
candidatura-, considero ridículo eso, yo creo en el espacio del género como en
un espacio de articulación y cooperación del otro. Ya la vida es demasiado
dura y difícil como para buscar en quien es el compañero, casi un
contrincante”.
Pero la política es extremadamente dinámica, y la lucha por el poder es
transversalizada por el género desde su mismo origen, habida cuenta de que la más
monumental plusvalía en la historia de la explotación humana es la extraída a
las mujeres por su trabajo impago al frente del hogar. El modelo peronista de
legitimación de la mujer en la política a partir de su vinculación afectiva y
sentimental con un líder, no ha impedido que se produzcan evidentes
cortocircuitos entre los intereses de una y otro en ocasión de disputarse los
espacios. Baste mencionar los que caracterizaron la apasionante relación entre
Eva Perón y el entonces presidente de la República.
En la presente campaña electoral, algunos hechos resultan significativos. Si
bien nadie duda que el cuartel general esté instalado en los despachos de Casa
Rosada que miran al Río de La Plata, han surgido “núcleos duros”
vinculados tangencialmente al poder desde representatividades que llegan de
otras vertientes. Tal el caso de las llamadas “Las Generalas”, un grupo de
dirigentas que a tres días de anunciada la candidatura de CFK, convocaron a un
acto por “Cristina presidenta” en el emblemático Museo Eva Perón, en el
barrio porteño del Botánico.
Sus referentes son la interventora del Pami, Graciela Ocaña; la vicepresidenta
de la Cámara de Diputados de la Nación, Patricia Vaca Narvaja; la senadora
nacional y amiga personal de Cristina Fernández Marita Percival; la diputada
bonaerense Juliana Di Tullio; la dirigente Vilma Ibarra, hermana del ex jefe de
Gobierno porteño, y la diputada porteña Mercedes Marcó del Pont, a quien
algunos medios mencionan como posible ministra de Economía.
Ellas aseguran a quien quiera oírlas que el nombre del grupo proviene del bar
temático “El General” de San Telmo, donde las precursoras se reunieron en
2005 con el propósito de apoyar la candidatura a senadora bonaerense de
Cristina Fernández, aunque nadie que las conozca puede negar que en la
intimidad, se sienten identificadas con los atributos de mando que el sustantivo
original posee.
Duras, luchadoras, conocedoras de “la política de los hombres” y del enorme
espacio que la torpeza de los mismos (por decir lo mínimo) deja abierto a
nuevas miradas del escenario nacional, “las Generalas” son respetadas en los
círculos áulicos donde se pergeña el Proyecto K en términos de una década.
Un vistazo a los antecedentes del grupo fundador nos exime de mayores
comentarios. Graciela Ocaña, titular del PAMI, fue el ariete del ARI en su
cruzada contra la corrupción. Fraguada en la áspera escuela del frepasista Darío
Alessandro, pronto tomó vuelo propio como diputada nacional en un bloque cuya
heterogeneidad dejaba brechas para la visibilización de un tema muy sensible a
la piel argentina de fines de los 90: el lavado de dinero y la fuga de
capitales.
Su particular relación con Elisa Carrió la convirtió en el verdadero cerebro
de las investigaciones que catapultaron al ARI como fuerza nacional de
principios de siglo: como secretaria de la Comisión Investigadora de Hechos Ilícitos
del Parlamento generó decena de causas judiciales, como por ejemplo, la abierta
contra el Banco General de Negocios.
La cordobesa Patricia Vaca Narvaja, es la primera mujer que ocupa la
Vicepresidencia 1º de la Cámara de Diputados de la Nación. Con portación de
apellido revolucionario, carácter enérgico y cualidades de mando, fundó y
presidió la Asociación Civil Consumidores Argentinos, lo que le permitió una
relación fluida con sectores del movimiento de mujeres vinculados al desmadre
celular de la sociedad argentina luego de la caída del menemismo. Si bien llegó
a ocupar una subsecretaría en el Ministerio de Economía, sus cualidades de
liderazgo se consolidaron en esa penosa caldera que es el Congreso Nacional,
llegando hasta la vicepresidencia.
Pero quizá la más notable del grupo por su militancia de género sea la
diputada peronista Juliana Di Tullio, autora de proyectos tales como la
introducción de modificaciones al Reglamento de Diputados para adecuar su
redacción e incluir el género femenino; la creación de un Observatorio para
el Seguimiento de la Situación de la Mujer (con la vista puesta en un “think
tank” que propicie políticas de integración) y un objetivo muy caro al
movimiento de mujeres: otorgar jerarquía constitucional a la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer, mejor conocida como “Convención de Belem do Pará”, aprobada por ley
pero sin status en la Carta Magna.
El fin de semana intentamos entrevistar a Ocaña y Di Tullio sin éxito, pese al
esfuerzo de algunos de sus colaboradores. De todas maneras, los más
observadores no dudarían en jurar que de este “núcleo duro” surgirán las
propuestas de género que abonarán la plataforma electoral de CFK, pero por
ahora durante la campaña de “género no se habla”. Pero… ¿habrá
propuestas políticas de género? ¿por qué no quiere hablarse de ese tema,
como se habla de economía o de industrias?
Argumentos en contra
“A algunos asesores muy cercanos al Presidente no les gusta mucho la idea
–nos confía un hombre que transita los pasillos de Jefatura de Gabinete- y
esgrimen argumentos dispares. Los más sólidos objetan que hacer hincapié, por
ejemplo, en la paridad de las mujeres en reductos históricamente machistas,
como el Poder Judicial, podría traer más dolores de cabeza que ventajas.
Recuerde el escandalete que armó el ‘establishment’ cuando hicieron correr
la voz de que Carmen Argibay defendía el aborto…
- ¿Y los menos sólidos? –le preguntamos.
- Los más desopilantes auguran que un buen gobierno de Cristina bajo las
banderas del posicionamiento de la mujer, podría llevar la campaña electoral
del 2011 a terrenos impredecibles.
-¿Y Cristina Fernández qué dice?
- Cristina quiere ser presidente, así que por ahora no dice nada- responde lacónicamente.
- ¿Tampoco en temas como violencia de género o salud reproductiva?
- Bueno, ahí hay menos objeciones porque la cuestión de poder medida en
representatividad no es tan fuerte. (Daniel) Filmus y Ginés (González García)
hablan con “Las Generalas”. Algo va a salir pronto… pero creo que con poco
ruido.
Rosendo Fraga, analista del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, afirmó
hace muy poco que “es innegable que (Néstor) Kirchner les dio más cargos a
las mujeres. Pero una cosa son los cargos y otra muy distinta, los espacios.
Creo que las mujeres que llegaron al gabinete están muy condicionadas”.
- Y si no que lo diga Romina Picolotti… –acota nuestro anónimo
interlocutor.
- ¿Influyeron mucho estos casos, sobre todo el de Felisa Miceli, para
cuestionar la presencia de la mujer en los más altos niveles de gobierno?
- Muchos funcionarios se acordaron de María Julia Alsogaray, Claudia Bello y
Matilde Menéndez… pero el Presidente fue más cauto, los llamó a silencio.
Todavía habrá que esperar. La debilidad actual de los candidatos opositores y
los números de las encuestas, dicen que CFK puede llegar al Sillón de
Rivadavia sin necesidad de instalar este tipo de debates. Pero es bien sabido
que un presidente no llega sólo por la simpatía que despierta entre los
ciudadanos, sino por los movimientos sociales que lo sustentan. Todo indica que
“las Generalas” no están dispuestas a dejar pasar la oportunidad de
introducir una agenda de inclusión y paridad en la plataforma electoral, y
esgrimen un poderoso argumento: La población actual es de 51,30% de mujeres por
sobre 48,70% de hombres.
“Y las mujeres no sólo votan, sino que también aprendieron a votar”, se
las escucha decir en la intimidad.
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