2004
Freno a los asesinatos en masa: medidas contra el SIDA
John W. Foster
North-South Institute
ONUSIDA calcula que serán necesarios USD 10.500 millones hasta 2005 sólo para respaldar una ofensiva “mínima” contra el SIDA. Esta enorme suma adquiere perspectiva al compararla con lo que es capaz de hacer un solo país cuando se trata de la guerra. A fines de 2003, el costo de la guerra en Iraq ascendía para los contribuyentes estadounidenses a más de USD 200.000 millones. Una vaca “loca” en América del Norte acapara los titulares en la tierra de los ricos y los poderosos, mientras millones de seres humanos mueren en silencio en el resto del mundo.
“Es asesinato en masa por
autocomplacencia... ya pasó la hora para las súplicas educadas, e incluso
agitadas. No se puede permitir que continúe esta pandemia, y aquellos que la
observan mientras se desarrolla con una especie de ecuanimidad patológica deben
rendir cuentas. Quizá llegue el día en que tengamos tribunales en tiempos de paz
para abordar esta versión particular de crímenes contra la humanidad.”
Stephen Lewis, Enviado
Especial del Secretario General de las Naciones Unidas
sobre el VIH/SIDA en
África
La
seguridad humana no significa mucho si los seres humanos en cuestión no están
vivos para disfrutarla. Preocupados por la “amenaza del terrorismo”, los
ciudadanos de los países ricos son cada vez más conscientes de su vulnerabilidad
ante las enfermedades, así como los de lugares más pobres han sido vulnerables
en mayor grado. El flagelo de la gripe aviar (“gripe del pollo”) amenaza el
sustento de millones de asiáticos. La aparición de un pequeño número de casos de
SARS causó el desplome de la economía de las metrópolis de Canadá. Una o dos
vacas “locas” en América del Norte provocan importantes trastornos en el
comercio internacional de la carne vacuna. No es sólo que “ningún hombre es una
isla”, sino que ninguna región, nacionalidad o especie es invulnerable en
nuestra biosfera (aunque para algunos la excepción serían las cucarachas).
Con
respecto al SIDA, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) rompió con los precedentes cuando analizó la necesidad de tomar
medidas, la Asamblea General celebró una Sesión Especial que comprometió a los
gobernantes del mundo a adoptar una respuesta drástica, el Secretario General
dio el puntapié inicial para la creación del Fondo Mundial de Lucha contra el
SIDA, la Tuberculosis y la Malaria, mientras los Objetivos de Desarrollo del
Milenio (ODM) incluyen una modesta promesa para detener y comenzar a reducir la
propagación de la enfermedad para 2015.
El
presente
·
Tres millones
de muertos en 2003, un total aproximado de 30 millones hasta la fecha en el
mundo.
·
Cinco millones
de infecciones nuevas en 2003, a un ritmo aproximado de 14.000 por día.
·
Cuarenta
millones viven con VIH/SIDA.
La
enorme mayoría (95%) de las personas que viven con VIH/SIDA están en el mundo en
desarrollo. La mayoría de ellas son mujeres y niñas, más vulnerables aun por la
feminización en curso de la pobreza. Las mujeres representan entre el 50% y el
58% de los adultos seropositivos en África Subsahariana, África del Norte, Medio
Oriente y el Caribe. La esperanza de vida descendió dramáticamente en África
Subsahariana: en Zimbabwe cayó 35 años, y en Botswana y Swazilandia, 28 años.
La
incidencia aumentó dramáticamente en algunos países subsaharianos: a 38,8% en
Botswana, 31% en Lesotho, 33% en Swazilandia y Zimbabwe. En 24 países africanos
la incidencia en la población adulta supera el 5%. En los lugares donde la
incidencia supera el 1% de la población existe la posibilidad de una epidemia
más generalizada. Una tasa del 5% amenaza con crecer exponencialmente en la
población en general.
Cifra estimada de adultos y niños que viven con VIH/SIDA, diciembre de 2003
Fuente: ONUSIDA.
AIDS Epidemic Update. Diciembre 2003. En www.unaids.org/en/default.asp
El futuroEl
Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) para 2003 señala que “La situación en China, India y en la
Federación de Rusia - todas densamente pobladas y con el riesgo de ver un
aumento vertiginoso en sus índices de infección por VIH - resulta
particularmente inquietante. En estos países hay aproximadamente 7 millones de
infectados y, en el África Subsahariana, 7 millones de casos pasaron a 25
millones en una década. …incluso en un escenario moderado, para el año 2025 casi
200 millones de personas podrían estar infectadas sólo en estos tres países.”
Existen
zonas donde incluso ahora se sabe muy poco sobre el alcance de la infección. La
negación y el estigma retardan el control y el tratamiento efectivos. Existe la
posibilidad de un incremento considerable en las infecciones en Medio Oriente y
África del Norte, pero en numerosos países la información es escasa. ONUSIDA
declara que hacen falta urgentes medidas de prevención, especialmente en los
grupos que podrían quedar incluidos en la próxima etapa de expansión de la
enfermedad. La falta de interés por abordar a los hombres que mantienen
relaciones sexuales con hombres, a los trabajadores sexuales y a los usuarios de
drogas intravenosas obstaculizó la respuesta. En la región prácticamente no se
promociona el uso del condón, pero algunos países están desarrollando programas
de prevención más sólidos. Estos programas deben ampliarse para incluir a los
trabajadores migratorios, los jóvenes, los refugiados y las personas
desplazadas, y los trabajadores del transporte carretero, entre otros.
VIH/SIDA, desarrollo y seguridad humana
En los
lugares de alta incidencia de SIDA, el impacto trasciende por lejos el
sufrimiento y la pérdida de vidas, de por sí increíbles, y menoscaba la
seguridad humana en muchas dimensiones. En estos países, la perspectiva de
alcanzar los ODM es escasa. De hecho, la esperanza de vida y la seguridad
económica y social están en retroceso.
·
Seguridad
económica: el Informe sobre Desarrollo Humano 2003 del PNUD señala que el SIDA
“puede desviar el ritmo del desarrollo”.
Un estudio del Banco Mundial indica que una incidencia de VIH entre adultos del
10% puede reducir el crecimiento del ingreso nacional hasta en un tercio.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) calcula que para 2010,
la economía sudafricana será 20% menor de lo que habría sido sin el VIH/SIDA.
·
Seguridad
alimentaria: A fines de 2002 había 14,4 millones de personas en seis países de
África austral en peligro de morir de hambre. La producción agrícola y el
suministro de alimentos son escasos. La Organización de las Naciones Unidas para
la Agricultura y la Alimentación (FAO) calcula que 7 millones de trabajadores
agrícolas murieron de SIDA en 25 países africanos gravemente afectados por la
enfermedad. Unos 16 millones más podrían morir en los próximos 20 años de no
frenarse el impacto de la enfermedad.
·
Familia y
estructura social: El VIH/SIDA no sólo destruye el “capital humano”, sino que
amenaza con provocar el colapso de la sociedad porque la función de la familia,
por medio de la cual los conocimientos y capacidades son transmitidos de una
generación a otra, es interrumpida o destruida. Los niños quedan sin uno o ambos
padres para brindarles amor, criarlos y educarlos. El ODM de reducir la
mortalidad infantil en dos tercios para 2015 es virtualmente imposible en los
países con altas incidencias de infección.
·
Seguridad
nacional: Numerosas fuerzas militares en África tienen tasas de infección cinco
veces superiores a la de la población civil, en algunos casos de hasta el 50% o
60%. Al reducir la capacidad operativa de muchas Fuerzas Armadas africanas, el
VIH/SIDA agrava la vulnerabilidad frente a los conflictos internos e
internacionales.
·
Gobernanza: La
incidencia de VIH/SIDA pone a los gobiernos de los países afectados bajo una
presión enorme. Debilitados por décadas de ajustes estructurales y con medidas
cada vez más rigurosas administradas por el Banco Mundial, el Fondo Monetario
Internacional y la Organización Mundial del Comercio (OMC), las capacidades de
los gobiernos para atender las necesidades de sus ciudadanos deberán
fortalecerse radicalmente. Pero los persigue la amenaza del “fracaso del
Estado”. Por ejemplo, un estudio reciente de los Ministerios de Finanzas,
Planificación Económica y Desarrollo y Servicios Públicos e Información de
Swazilandia documentó que “sólo como consecuencia del VIH/SIDA los tres
ministerios perderán el 32% de su personal” en un lapso de 20 años. Para
sustituir a los maestros perdidos por la pandemia, Swazilandia deberá capacitar
a 13.000 personas entre 1999 y 2016, en lugar de los 5.093 que se necesitarían
en circunstancias normales.
Prevención, tratamiento y atención para salvar vidas
La
labor de prevención, tratamiento y atención exige educación, participación de la
comunidad y sistemas de atención médica que funcionen. Como señala ONUSIDA, “en
África, donde viven dos tercios de las personas seropositivas del mundo, los
sistemas de atención médica ya estaban débiles y subfinanciados antes del
advenimiento del SIDA. Ahora soportan la presión adicional de millones de
pacientes nuevos. En muchos lugares, los centros de diagnóstico son
insuficientes y las existencias de medicamentos son irregulares, incluso para
las dolencias derivadas del VIH, que son fáciles de diagnosticar y de un
tratamiento económico.”
Una aproximación integral a la salud para poblaciones sanas exige la
rehabilitación y en algunos casos la reformulación de los sistemas de salud
públicos. Para mantener una población sana se requieren, por supuesto, otros
elementos básicos: buena nutrición, agua potable y vivienda digna. Una respuesta
de éxito a la pandemia sólo será sostenible si es parte de una estrategia de
desarrollo más general.
La
posibilidad de acceso al tratamiento se hizo realidad hace una década en los
países ricos, pero esa realidad permanece en el futuro lejano para los demás
países. Con frecuencia se argumentó que era imposible administrar con éxito y de
manera sostenible los tratamientos antirretrovirales nuevos en los países más
pobres, porque los mismos requerían una sofisticación y un desarrollo económico
inexistentes en ellos. Otro obstáculo evidente era el costo prohibitivo de la
llamada terapia triple. El precio de la terapia para un paciente a principios de
2000 ascendía a USD 10.000-12.000 por año.
Pero a
fines de 2000, el precio del tratamiento antirretroviral había descendido a USD
500-800 por persona por primera vez en los países de bajos ingresos. En 2003, el
precio de la combinación genérica de menor costo recomendada por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) era inferior a los USD 300 por persona por año.
Quizá
el paso concreto más importante fue dado por el gobierno de Brasil, sumamente
presionado por las organizaciones de la sociedad civil. Desde 1996, Brasil
brindó acceso gratuito y universal al tratamiento antirretroviral triple.
Incluso en el primer año el tratamiento extendió la supervivencia de un promedio
de 5 meses en la década de 1980 a un promedio de 58 meses. “Es la primera vez
que un estudio demostró que el acceso gratuito universal al tratamiento
antirretroviral triple en un país en desarrollo puede producir beneficios en la
misma escala que en los países ricos.”
Pero el estudio también indicó que quizá sólo el 40% de las 600.000 personas
seropositivas de Brasil estaban al tanto de su infección. “El resto
sencillamente teme las consecuencias sociales y físicas de esta enfermedad y
prefieren no someterse al análisis.”
Otros
países no tuvieron esa suerte. En Sudáfrica, la resistencia del gobierno al
tratamiento antirretroviral y la obstinación de las compañías farmacéuticas en
proteger sus patentes retrasaron durante años la respuesta ante el rápido
crecimiento de las infecciones. La persistencia de organizaciones de la sociedad
civil como la Treatment Action Campaign, con el apoyo de redes internacionales
de ONG, logró avances importantes, pero las demoras tuvieron consecuencias
trágicas a escala masiva.
Medicamentos
“Hoy
mueren de SIDA al menos 400 personas por día en Kenya. (...) Esta es la acción
genocida del cartel de empresas farmacéuticas que se niegan a brindar medicinas
a precios razonables en África, al mismo tiempo que declararon USD 517.000
millones de ganancias en 2002.”
La
lucha por permitir el acceso a los medicamentos que salvan vidas ha sido
constante prácticamente desde que se anunciara su existencia. La creación de la
OMC a mediados de la década de 1990 vino acompañada de una extensión fenomenal
en la protección de las patentes privadas - en gran medida pertenecientes a
grandes corporaciones - a través del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos
de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPS). El acuerdo
compromete a los países participantes a otorgar 20 años de protección a los
propietarios de patentes de medicamentos, lo cual es una victoria tremenda para
las grandes empresas farmacéuticas titulares de muchas de las patentes del mundo
y que financian o controlan gran parte de la investigación actual.
Las
disposiciones del Acuerdo sobre TRIPS deberían, en teoría, otorgarles
flexibilidad a los países para equilibrar estas protecciones con medidas de
salud pública, por ejemplo a través de la emisión de licencias obligatorias que
permitan la elaboración de copias genéricas de bajo costo de los productos
patentados. En la práctica, sin embargo, algunos países, presionados por las
corporaciones o por países productores más poderosos, prohibieron la licencia
obligatoria o sencillamente no aprovecharon esa posibilidad.
Un
enfrentamiento de intereses tuvo lugar en la Conferencia Ministerial de la OMC
en Doha, Qatar. El 14 de noviembre de 2001, una declaración sobre el Acuerdo
sobre TRIPS y la Salud Pública afirmó que dicho acuerdo “no impide ni debería
impedir que los miembros tomen medidas para proteger la salud pública” y, “en
particular, promover el acceso a las medicinas para todos”.
La
declaración dejó sin resolver la situación de los países sin capacidad propia de
producción de medicamentos genéricos. Comprometió a los países a hallar una
solución “expeditiva” para este problema. Las negociaciones se extendieron
durante casi dos años y los negociadores sólo llegaron a un acuerdo cuando la
falta del mismo amenazó con trastornar la siguiente Conferencia Ministerial de
la OMC prevista en Cancún, México, en septiembre de 2003. El acuerdo permite a
los países con capacidad productora exportar, mediante una licencia obligatoria,
a un país importador. Por supuesto, el Consejo sobre TRIPS de la OMC mantiene el
derecho de ser avisado de las intenciones de los países y de controlar y
supervisar numerosas condiciones. Sólo se tiene acceso a los medicamentos - en
definitiva, al derecho a la salud - con la autoridad del Consejo sobre TRIPS.
Los derechos a la propiedad privada tienen prioridad sobre los de la gente.
El
acuerdo constituye sólo una “excepción provisional” a las disposiciones del
Acuerdo sobre TRIPS, pendiente de un entendimiento para modificar el propio
Acuerdo sobre TRIPS. Entre tanto, en negociaciones como las de la proyectada
Área de Libre Comercio de las Américas, las grandes corporaciones farmacéuticas
pretenden el TRIPS +, o sea algo más que 20 años de protección.
Los
defensores del tratamiento creen que el acuerdo tiene “serias fallas” que otorga
a los organismos de la OMC un papel potencialmente invasor y obstructivo que
podría retrasar o impedir el progreso. Los países importadores siguen siendo
rehenes de las decisiones de los ricos.
El
SIDA no viaja solo
La
malaria mata más de un millón de personas por año, de las cuales 700.000 son
niños y niñas africanos. Los tratamientos nuevos - la terapia combinatoria de
dos medicamentos en tres días - cuestan USD 0,40 por un niño, o USD 1,50 por un
adulto. Pero muchas familias no pueden pagar ni siquiera esa cifra, y el Fondo
Mundial para la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y el Paludismo sigue
necesitando dinero. La OMS calcula que costaría USD 1.000 millones reducir a la
mitad la cifra de 1,1 millones de muertes anuales debidas a la malaria. Eso es
más o menos lo que ganó la empresa farmacéutica Pfizer con la venta de un solo
medicamento, Viagra, en 1999.
El
desequilibrio entre las prioridades y los gastos de investigación sigue
complicando el progreso contra las enfermedades que atacan a las personas
pobres. El World Watch Institute señala que entre 1975 y 1997 se desarrollaron
1.223 medicinas nuevas, en gran medida para combatir enfermedades derivadas de
la riqueza y el exceso de consumo. En el mismo lapso, sólo 13 de las medicinas
nuevas apuntaban al tratamiento de la malaria, la esquistosomiasis y otras
“enfermedades tropicales” que afectan a los países en desarrollo. Germán
Velásquez, Coordinador del Programa de Acción de Medicamentos Esenciales de la
OMS, sostiene que “luego de Doha, es evidente que si consideramos los
medicamentos como simples mercancías, la salud seguirá siendo una extensión del
mercado, donde los medicamentos y tratamientos serán accesibles sólo para
aquellos con suficiente poder adquisitivo.”
La Comisión sobre Derechos de Propiedad Intelectual del Reino Unido preguntó si
un medicamento que posibilita que las personas ejerciten un derecho humano
fundamental - el derecho a la salud - puede estar limitado por reglas que
impiden el acceso durante 20 años. Los medicamentos fundamentales, podría
decirse, son un bien público global, con beneficios que se extienden a todos los
países, personas y generaciones.
“El
asunto de las medicinas contra el SIDA es sencillo. Es la posibilidad de meter
nuestros bien nutridos pies en el agua, para utilizar nuestros descubrimientos e
invenciones colectivas en beneficio de la humanidad. Quizá descubramos que no es
tan peligroso y que nuestro sistema económico no se derrumba. Y los beneficios
sanitarios serán inmediatos y espectaculares.”
Escala
“Entre
otras cosas, la guerra en Iraq y sus secuelas le costarán a este mundo más de
USD 100.000 millones y yo quiero que alguien me explique por qué siempre hay
tanto dinero para los conflictos y sólo centavos para las enfermedades humanas.”
La
enorme cifra de infectados y moribundos quizá adormezca nuestras sensibilidades
y nos amenace con una sensación de futilidad. En 2001, la Comisión sobre
Macroeconomía y Salud de la OMS calculó que el costo de la respuesta al VIH/SIDA
podría ascender a USD 14.000 millones para 2007 y a USD 22.000 millones para
2015. Un tercio de esos fondos se dedicaría respectivamente a la prevención, al
tratamiento de las infecciones oportunistas y a la terapia antirretroviral.
Estas cifras se basan en cálculos muy conservadores.
ONUSIDA calcula que harán falta USD 10.500 millones para 2005 sólo para
respaldar una ofensiva “mínima” contra la enfermedad.
Estas cifras parecerán elevadas, pero adquieren perspectiva al compararlas con
lo que es capaz de hacer un solo país cuando se trata de la guerra. Hasta
diciembre de 2003, se calculaba que el costo de la guerra en Iraq para los
contribuyentes estadounidenses ascendía a más de USD 200.000 millones, la mayor
parte asignado en un año.
Fondos adicionales
Se
calcula que 40 millones de personas viven con hoy VIH/SIDA. La OMS intentó
generar apoyo y recursos internacionales para brindar tratamiento a tres
millones de ellos para 2005: un comienzo modesto, pero que hasta el momento
parece fuera de todo alcance posible.
En
África Subsahariana se calcula que apenas 50.000 personas recibían tratamiento
en 2002, y sólo 43.000 en Asia y el Pacífico. En América Latina y el Caribe el
panorama es un poco mejor, en gran medida gracias al ejemplo de Brasil, ya que
había unas 200.000 personas en tratamiento a fines de 2002.
El
Fondo Mundial para la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y el Paludismo fue
creado con grandes expectativas en 2001, con el propósito de recaudar fondos
adicionales. En sus primeras dos rondas de financiación gastó USD 1.500
millones, de los cuales el 65% se destinó al VIH/SIDA. Para el período
2003-2005, el Fondo solicitó un presupuesto de USD 9.700 millones, pero a
mediados de 2003 solo había recibido promesas de donaciones por USD 1.500
millones.
La
Asistencia Oficial al Desarrollo (AOD) debería desempeñar un papel destacado. La
Conferencia de Financiación para el Desarrollo, celebrada en Monterrey en 2002,
fue tomada como señal de que la caída en el monto de los compromisos asumidos
por los países ricos había llegado a su fin. Irlanda, Bélgica, los Países Bajos
y Suecia se comprometieron a aumentar significativamente sus donaciones en los
siguientes dos a seis años. Canadá confirmó un aumento anual del 8%, pero le
llevará cinco años alcanzar el nivel de gasto de 1991.
Cancelación de la deuda
La
cancelación de la deuda externa también podría ser una fuente importante de
alivio. Las condiciones de los préstamos, sean éstas evidentes o sutiles, siguen
fomentando la restricción del gasto público, presionan a los gobiernos para que
privaticen servicios públicos - entre ellos los servicios de salud - y se
adapten a los acuerdos de la OMC como el Acuerdo sobre TRIPS. El Fondo de
Población de las Naciones Unidas examinó hasta qué punto fue utilizado el
proceso de Documentos de Estrategia de Reducción de la Pobreza (PRSP) del Banco
Mundial para optimizar oportunidades de respuesta al VIH/SIDA como parte de una
respuesta integral a la pobreza. El informe concluye que “en general, gran parte
de los PRSP concluidos dejaron pasar la oportunidad de evaluar efectivamente los
vínculos entre la pobreza, la población y el VIH/SIDA”.
El informe proporciona una lista de elementos para integrar al VIH/SIDA en las
estrategias de reducción de la pobreza.
La
brecha que existe entre la necesidad de salvar vidas ya, a través del
tratamiento y el respaldo suficiente, y el liderazgo y el compromiso necesarios
de parte de quienes controlan los recursos, y los precios del tratamiento sigue
siendo inmensa. Los compromisos de gasto de algunos países ricos para la
“reconstrucción” de Iraq fueron asumidos meses después de la derrota de Saddam
Hussein. Los esfuerzos para engatusar o avergonzar a los gobiernos hasta el
punto de que aumenten los recursos para combatir la pandemia mundial avanzan
lentamente. Algunos sueñan con algo similar al Plan Marshall que ayudó a Europa
tras la Segunda Guerra Mundial.
Punto de inflexión
Stephen
Lewis, Enviado Especial del Secretario General de la ONU sobre el VIH/SIDA en
África, se refirió a principios de 2003 a las señales de “decisión y esperanza”
que había descubierto en África. “Lo que cambió es la madurez, vehemencia y
confianza de las organizaciones de personas que viven con VIH/SIDA (...) saben
el costo de los medicamentos genéricos; saben acerca de los regímenes de
tratamiento; saben que la OMS se propone otorgar tratamiento a tres millones de
personas para 2005; saben que los miembros ricos de la sociedad corren a
Sudáfrica para recibir tratamiento, mientras los pobres se quedan atrás
impotentes; saben acerca de Doha y los derechos de propiedad intelectual y la
OMC; saben, por amarga experiencia, acerca de las promesas políticas falsas.
Cada vez más, experimentamos sofisticación y decisión por igual.”
¿Estamos, en realidad, ante un punto de inflexión en la lucha contra la
pandemia? Hace apenas unos años sólo uno o dos gobiernos africanos había
desarrollado estrategias para enfrentar la enfermedad. Hoy, finalmente, muchos
comenzaron a implementar esas estrategias, mientras la Declaración de Maputo
(julio de 2003) de la Unión Africana compromete a los gobiernos africanos a
adoptar un enfoque integral y busca el apoyo internacional.
Algunos países, como Uganda, y algunos distritos dentro de los países muestran
un avance notable en la prevención y la reducción de las infecciones. Los
fabricantes de medicamentos genéricos de países de bajos y medianos ingresos,
como Brasil, India y Tailandia, producen algunos medicamentos antirretrovirales
a costos razonables. El acuerdo previo a Cancún sobre exportación de
medicamentos genéricos a países sin capacidad productora ofrece tardíamente la
posibilidad de cumplir los compromisos asumidos dos años antes en la Conferencia
Ministerial de la OMC en Doha. Canadá, entre los países ricos, tomó una
iniciativa que permitiría a las empresas producir y exportar esos mismos
medicamentos.
No
obstante, los elementos fundamentales necesarios para alcanzar a millones de
personas - sistemas sanitarios de países en desarrollo fortalecidos con personal
entrenado y con el respaldo necesario, existencias suficientes de medicinas para
el acceso universalizado, seguridad sostenida en necesidades básicas - siguen
trágicamente fuera de alcance. Igual de importante es la falta de liderazgo de
los ricos - ya sean del Norte, los enriquecidos por el petróleo o las clases
adineradas emergentes de los países de medianos ingresos - para reforzar los
recursos y la organización necesarios para la tarea. Lo que hace falta es la
multiplicación de dólares, euros, libras o yenes. Con suerte, lo que se ofrece
habitualmente es un pequeño incremento porcentual.
Stephen
Lewis planteó la posibilidad de que algún día, quienes impiden la entrega de
medicamentos que puedan salvar vidas y los sistemas sanitarios y elementos
básicos que les otorgarían eficacia y sostenibilidad deban comparecer ante un
tribunal, como los responsables del Holocausto en Nuremberg tras la Segunda
Guerra Mundial o los autores de genocidios más recientes en Arusha o La Haya.
¿Quiénes se sentarían en el banquillo de los acusados? ¿Aquellos que impusieron
una guerra innecesaria y costosa contra Iraq? Aquellos que hacen todo lo posible
para proteger el privilegio de las patentes? ¿O aquellos que permiten mediante
la autocomplacencia o cosas peores la continuación de este derroche humano y la
mala distribución de los recursos del planeta?
El
acceso universalizado al tratamiento en Brasil, el cambio hacia la provisión del
tratamiento en Sudáfrica, la Declaración de Doha y el compromiso previo a Cancún
de la provisión de medicamentos genéricos se deben, en buena parte, a la
movilización de las redes de activistas, de las personas que viven con VIH/SIDA,
de los médicos y demás personal de la salud y de unos pocos - demasiado pocos -
políticos que son conscientes de la urgencia.
Es hora
de que un frenesí de acción libere los recursos y el ingenio para salvar
millones de vidas y corregir el grotesco error que los condena a ellos y a
millones más en el futuro al sufrimiento y la muerte.
Medidas
¿Qué tipo de medidas hacen falta?
·
Acceso a
medicamentos esenciales de bajo costo.
·
El
reconocimiento y el fortalecimiento de los derechos humanos, especialmente
del “nivel más alto posible de salud física y mental” (CESCR).
·
El
incremento radical de recursos a través del Fondo Mundial, otras vías
multilaterales y bilaterales, la AOD, la cancelación y reducción de la
deuda, para apoyar los servicios de salud pública y otros elementos
esenciales de la capacidad inmune, como el agua potable, alimentos y
vivienda adecuados.
·
Mejores
servicios de salud pública y apoyo, como capacitación, educación pública,
apoyo para la prevención e iniciativas de atención comunitarias.
·
Investigación para vacunas contra el VIH/SIDA, y medicamentos y tratamientos
adaptados para otras enfermedades a gran escala que afectan a las mayorías
pobres del mundo.
Y
sobre todo, una alianza vigilante, persistente y creativa de las
organizaciones de la sociedad civil, sin la cual es poco probable que se
realicen otras medidas. |
Notas:
Lewis, Stephen. “AIDS, Gender & Poverty: A United Front Against the Pandemic”,
Social Development Review, 7:1.
Londres: International
Council on Social Welfare (ICSW), 2003. Tomado de un comunicado de prensa de
ONU, Nueva York, 8 de enero de 2003.
Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA).
AIDS Epidemic Update. Ginebra, diciembre de 2003. Estas cifras son
estimadas. El número asciende a entre 2,5 millones y 3,5 millones de muertes,
por ejemplo.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Informe sobre Desarrollo
Humano 2003. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio: un pacto entre las
naciones para eliminar la pobreza.
Capítulo 2: Retos prioritarios para la consecución de los Objetivos. Nueva York:
PNUD/Ediciones Mundi-Prensa, 2003, p. 43.
ONUSIDA, op cit, “The Middle East and North Africa”.
PNUD, op cit, p. 41.
Bell, Clive, Shantayanan Devarajan y Hans Gersbach. The Long-Run Economic
Costs of AIDS: Theory and an Application to South Africa.
Junio de 2003. Informe de
Investigación del Banco Mundial.
Citado del Comité Permanente de Relaciones Exteriores y Comercio Internacional,
Cámara de los Comunes, Canadá.
HIV/AIDS and the
Humanitarian Catastrophe in Sub-Saharan Africa.
Junio de 2003, p. 16.
Citado en International Crisis Group. HIV/AIDS as a Security Issue.
Washington/Bruselas: International Crisis Group, 29 de junio de 2001, p. 11.
Whitside, Alan, et al. What is driving the HIV/AIDS epidemic in Swaziland,
and what more can we do about it? National Emergency Response Committee on
HIV/AIDS (NERCHA) y ONUSIDA, abril de 2003.
ONUSIDA. Access to HIV Treatment and Care, Folleto informativo.
Ginebra, julio de 2003.
Ibid.
Pio Marins, Jose Ricardo. Universidad de Campinas. Citado en “Free HIV Drugs in
Brazil Have Boosted AIDS Survival”, Reuters (25 de julio de 2003), en CDC HIV/STD/TB
Prevention News Update, 30 de julio de 2003.
Las organizaciones de la sociedad civil demostraron que el tratamiento se puede
realizar. En el poblado de Khyelitsha, cerca de Ciudad del Cabo, clínicas de
Médicos sin Fronteras ayudaron a la gente a estabilizar su enfermedad,
desarrollando formas sencillas de asegurar el uso habitual de dosis complejas y
capacitando a enfermeras comunitarias para supervisar y apoyar a los pacientes.
En Soweto, la trasmisión de madre a hijo se redujo con la ayuda de OXFAM, con el
uso del medicamento
Nevirapine, la entrega
de leche en polvo y un sistema de atención comunitaria supervisado. Estas
iniciativas deben ampliarse masivamente. También deben contar con la provisión
de elementos básicos, agua potable, nutrición suficiente y vivienda estable.
Declaración del jesuita estadounidense Angelo D’Agostino, en una conferencia de
prensa celebrada por el arzobispo Paul Josep Cordes, presidente de la agencia
humanitaria del Vaticano Cor Unam.
De “Le Vatican part
en guerre contre les companies pharmaceutiques”, Le Soleil, Quebec, 30 de
enero de 2004.
Organizaciones de desarrollo y de derechos humanos, organizaciones de personas
que viven con SIDA y sus aliados realizaron una campaña persistente y mundial
para ampliar las ventanas legales de acceso y contrarrestar la presión de las
empresas y las potencias.
No obstante, los defensores del tratamiento buscan diversos medios para asegurar
que cualquier apertura creada por el acuerdo se utilice en beneficio del acceso
para aquellos que necesitan tratamiento.
Velásquez, Germán. “Drugs Should be a Common Good: Unhealthy Profits”, Le
Monde Diplomatique.
Edición inglesa, julio de
2003.
Comisión sobre Derechos de Propiedad Intelectual.
Integrating
Intellectual Property Rights and Development Policy. Report of the Commission on
Intellectual Property Rights.
Londres: Comisión sobre Derechos de Propiedad Intelectual, septiembre de 2002,
p. 48.
Sulston, John (Premio Nobel de Medicina (compartido) 2002). “The Rich World’s
patents abandon the poor to die”, Social Development Review, 7:1.
Londres: ICSW, 2003.
Publicado originalmente en The Guardian, 18 de febrero de 2003.
Lewis, Stephen, ver nota 2.
La Comisión supuso, por ejemplo, que sólo el 5% de los africanos afectados están
al tanto de su situación y, por tanto, capaces de saber si el tratamiento es
apropiado o no. Organización Mundial de la Salud (OMS). Macroeconomics and
Health. Ginebra: OMS, 20 de diciembre de 2001, p. 53.
ONUSIDA. “Despite substantial increases, AIDS funding is still only half of what
will be needed by 2005.”
Comunicado de prensa. 26 de
junio de 2003.
Esta cifra supera el gasto habitual del Departamento de Defensa de Estados
Unidos de aproximadamente USD 400.000 millones. Estas cifras dejan en evidencia
lo poco que hace falta para el VIH/SIDA e indican que la financiación efectiva
no es cuestión de capacidad sino de opción política.
Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). The impact 2003. pp.
85-92.
Lewis, Stephen, ver nota 2.
Unión Africana.
Maputo
Declaration on HIV/AIDS, Tuberculosis, Malaria and other related infections
diseases.
Declaraciones de la UA.
Assembly/AU/Decl. 1-5. Adis Abeba: Unión Africana, julio de 2002.
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