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Hasta hace poco, los funcionarios del Banco Mundial analizaban las calificaciones de la CPIA con los gobiernos de buen desempeño, pero rara vez sucedía lo mismo con los gobiernos de mal desempeño. Actualmente, el Banco Mundial comienza a informar a sus prestatarios acerca del sistema de calificación y a analizar con ellos las calificaciones vigentes de la CPIA. Una vez divulgadas todas las calificaciones a los donantes y acreedores multilaterales y bilaterales, el Banco Mundial prevé divulgarlas al público en general.
A fines de 2003, los integrantes del Directorio Ejecutivo del Banco Mundial tuvieron opiniones encontradas sobre la divulgación de las calificaciones de la CPIA. Diferentes miembros estuvieron a favor de:
· Divulgación inmediata. · Postergar la divulgación. · No divulgar información por la posibilidad de que ponga en riesgo la capacidad de algunos países para atraer la inversión extranjera directa y otros flujos financieros. · Una metodología de calificación CPIA más objetiva y sólida, antes de divulgar las calificaciones. Con este objetivo, un panel de revisión externo concluyó recientemente un informe sobre el sistema de calificación CPIA.[5] · Una presencia mayor de los países. A algunos integrantes del Directorio les preocupa que los países en desarrollo no sean propietarios del proceso de CPIA y consideran que la administración del Banco Mundial no debe limitarse a enseñarles a los gobiernos acerca del sistema CPIA. Sienten que otros donantes y acreedores, así como los gobiernos, deben participar en el proceso de calificación como “socios” en igualdad de condiciones con el Banco Mundial.
Los gobiernos de los países de bajos ingresos no consintieron que el Banco Mundial revelara los puntajes obtenidos con respecto a los grupos de criterios. Muchos prestatarios del Banco Mundial, e incluso muchos de los gobernadores africanos, también se oponen vigorosamente a que el Banco Mundial revele todos los puntajes de los criterios, como ha propuesto. Sin embargo, puede que los países de bajos ingresos tengan pocas opciones con respecto a la revelación futura de más información. El Banco Mundial ejerce un doble discurso cuando el nivel de ingreso de los prestatarios determina si habrá de ignorar o respetar sus voces. Este tipo de tratamiento desigual de los países prestatarios viola el mandato del Banco Mundial.[6]
D. ¿Cómo se utiliza la CPIA para destinar fondos a los países de bajos ingresos?
Como ya se señalara, el Banco Mundial reparte los fondos disponibles para los países de bajos ingresos tomando en consideración tanto la “necesidad” (ingreso per cápita) como el “desempeño”. La CPIA constituye un factor importante para calcular la calificación del desempeño de un gobierno. Para determinar la calificación del desempeño global de un gobierno (o sea, el Desempeño por País de la AID), el Banco Mundial verifica que los puntajes sean coherentes en todas y cada una de las regiones al realizar los cálculos siguientes:
· La CPIA (comprendida por los cuatro grupos mencionados en la Parte B) representa el 80% de la calificación de un gobierno. · El Banco Mundial también califica el desempeño de cada gobierno en función de la cartera de préstamos sin amortizar. Esta calificación corresponde al 20% de la calificación del gobierno y mide cómo gestiona un gobierno sus recursos crediticios, inclusive en qué medida realiza desembolsos oportunos mediante prácticas de contratación eficientes. · Finalmente, el monto de las donaciones y préstamos a los cuales tiene acceso el gobierno prestatario aumentará o disminuirá como consecuencia de la aplicación por el Banco Mundial del “factor de gobernanza” a las calificaciones de desempeño de la CPIA y la cartera de préstamos sin amortizar.[7] El “factor de gobernanza” de cada país se deriva de calificaciones seleccionadas, que incluyen la calidad del programa de desarrollo y la gestión del sector público y sus instituciones. Por lo tanto, al factor de gobernanza se le otorga un peso relativo sumamente alto con respecto a los demás criterios. En años recientes, la aplicación del factor de gobernanza llegó a reducir la partida de fondos para algunos países hasta un 50%.[8] Gráfico 1. Calificación de rendimiento nacional de la AID Fuente: “Allocating IDA Funds Based on Performance”. Asociación Internacional de Desarrollo, marzo de 2003.
E. ¿Por qué es controvertida la calificación del desempeño de los gobiernos prestatarios? · La mayoría de los actores en el ámbito del desarrollo critican los sistemas como el de la CPIA, que equivalen a un conjunto de “buenas” políticas e instituciones que se aplican por igual y sin distinciones en todos los casos. Por ejemplo, no existe un consenso sobre qué constituye “buena” política comercial. Incluso cuando hay acuerdo sobre los principios de política general, persisten las discrepancias, incluso entre economistas neoliberales, acerca del ritmo, el orden y la aplicación de estas políticas, así como sus consecuencias, tales como los efectos distributivos de corto plazo. · La metodología del Banco Mundial para evaluar la gobernanza de un país (por ejemplo, la responsabilidad ante sus ciudadanos) es muy poco confiable. No obstante, la CPIA asigna más peso al factor de gobernanza que a cualquier otro conjunto de indicadores. El indicador de gobernanza de moda es el Kaufmann-Kraay del Banco Mundial, pero los propios inventores del indicador reconocen abiertamente que posee un altísimo margen de error. · Cuando los puntajes relativos a algunos criterios (gobernanza, género, responsabilidad del gobierno) limitan o dan forma a decisiones fundamentales relativas a la distribución de fondos y al papel del gobierno, el proceso podría violar el Convenio Constitutivo del Grupo del Banco Mundial, que prohíbe la interferencia en los asuntos políticos internos de los países.[9] · El sistema de calificación podría acentuar aun más el tratamiento poco equitativo de los países al persuadir a los gobiernos con menos poder y recursos de cumplir las prescripciones derivadas de la CPIA, mientras los países más ricos y poderosos actúan a su antojo. Por ejemplo, el FMI y el Banco Mundial han persuadido a algunos gobiernos (especialmente a los más pobres) de adoptar normas de acuerdos comerciales que ni siquiera fueron negociados.[10] Los países más prósperos gozan de una autonomía mayor. · El Banco Mundial no es la institución adecuada para calificar el desempeño en áreas donde tiene malos antecedentes y escasos conocimientos aplicados (desarrollo institucional, igualdad de género y crecimiento del uso intensivo de la mano de obra). Asimismo, la Organización de las Naciones Unidas posee un mandato más sólido que el Banco Mundial para trabajar en el ámbito político y evaluar la gobernanza. · En el mundo de hoy, muchas decisiones de política interna reciben un fuerte influjo de factores externos (shocks exógenos, como la caída en los precios de materias primas; catástrofes naturales; movimientos erráticos de donantes y demás flujos financieros; y el propio proceso de la CPIA). Por lo tanto, la calificación de la CPIA puede castigar a los gobiernos por factores que están fuera de su control. · El debate existente en torno a la legitimidad de un sistema de calificación que abarca una gama tan amplia de criterios de desempeño político, social y económico es mínimo. Tampoco hay mucha discusión acerca de las consecuencias que tiene el sistema para la autonomía política de los prestatarios, especialmente para los prestatarios de bajos ingresos. En lugar de abordar temas tan fundamentales, los donantes y acreedores compiten entre sí para ver cuál de ellos tiene el mejor sistema de calificación. F. ¿Qué sucede cuando un gobierno no pasa la prueba de la CPIA? Es común que los países que reciben bajos puntajes en la CPIA también integren la lista de Países Pobres bajo Tensión (LICUS). (Ver en Apéndice los países que reciben puntajes transpuestos de “D” o “F”). Los donantes y los acreedores asumen la responsabilidad por muchas funciones de los gobiernos presuntamente “fracasados” de los países LICUS. En 2002, los donantes y acreedores están fijando una variedad de mecanismos, como la Autoridad de Servicio Independiente, en cada uno de los 30 países LICUS. Estos mecanismos permiten a los donantes y los acreedores gestionar las finanzas y tercerizar servicios públicos a entidades privadas (incluyendo ONG y agencias intergubernamentales).[11]
G. ¿Las “buenas políticas” fomentan el crecimiento económico?
Destacados economistas del Banco Mundial, como David Dollar, utilizan las estadísticas de la CPIA para probar, entre otras cosas, que los gobiernos con “buenas políticas” (como las define la CPIA) prosperan y dan buen uso a la ayuda extranjera y el crédito. Esta importante afirmación es la base de las políticas de “selectividad” de los donantes y acreedores, mediante las cuales éstos destinan cada vez más créditos a los gobiernos que hayan adoptado “buenas políticas”. Por ejemplo, los préstamos del Banco Mundial se concentran en tres de los 24 estados de India, comprometidos a implementar el desarrollo del sector privado.[12]
Un equipo de economistas independientes liderado por William Easterly[13] tuvo un acceso privilegiado a la base de datos mayormente secreta de la CPIA, y por lo tanto pudo evaluar la afirmación del Banco Mundial de que existe una correlación entre las “buenas políticas” y el crecimiento económico en los países en desarrollo. Sin embargo, al utilizar la base de datos de la CPIA, el equipo de Easterly no logró repetir los resultados de Dollar, y en cambio concluyó que “la ayuda externa no aumenta el crecimiento en un contexto de políticas buenas.”[14] Los propios evaluadores internos del Banco Mundial advierten que no se debe interpretar ningún trabajo de investigación del Banco Mundial como conclusión de que las “políticas buenas”, como las evaluó la CPIA entre 1997 y 2000, ayudan a explicar el buen crecimiento económico.[15] II. ¿Cómo puede la CPIA debilitar la soberanía? A. ¿Un camino para todos?
Muchos de los criterios de calificación de la CPIA implican que un buen desempeño del gobierno se consigue avanzando en la aplicación de las políticas preferidas por las instituciones de Bretton Woods (por ej., liberalización comercial total; superávits presupuestarios) en lugar de adaptar las políticas a las condiciones específicas del país y mucho menos a las preferencias de sus ciudadanos (aunque se trate de mayorías considerables) o de sus representantes electos.
Este sistema de calificación del Banco Mundial equivale a elaborar políticas iguales para todos los prestatarios de los países en desarrollo y en transición, sin distinción. Las operaciones financiadas por el Banco Mundial dependen de que el gobierno cumpla las recomendaciones políticas de la institución, incluidas las que procuran corregir las debilidades de desempeño, según la evaluación de la CPIA.
Es verdad que los gobiernos suelen transmitir solicitudes al Banco Mundial a través de instrumentos, como las Cartas de Política de Desarrollo, que defienden el compromiso con ciertas políticas. Sin embargo, esas Cartas suelen ser redactadas por el propio Banco Mundial. Incluso cuando son los gobiernos quienes elaboran sus compromisos políticos, lo hacen para acceder a los fondos crediticios, no porque las políticas hayan sido aprobadas en el país. Por lo tanto, cuando el Banco Mundial liga estos compromisos a condiciones políticas que los gobiernos están obligados a cumplir, es posible que siga debilitando no sólo los procesos de decisión democráticos, sino también la propiedad institucional necesaria para sustentar la implementación de las políticas. B. La CPIA y los condicionamientos políticos: ¿incompatibles con la propiedad del país? Es posible que el sistema de calificación de la CPIA (especialmente la evaluación de la calidad de la gobernanza de un prestatario) represente un tipo nuevo y más poderoso de condicionamiento que interfiere en los asuntos internos de un país. En lugar de recompensar a los gobiernos que prometen adoptar las condiciones de los préstamos, la CPIA habilita al Banco Mundial a recompensar a aquellos que ya se sometieron a sus preferencias políticas. En el proceso de la CPIA no existe ninguna participación ni propiedad alguna de parte del país prestatario. Por lo tanto, es posible cuestionar la legitimidad de las reformas económicas y de los acuerdos de reducción de la deuda cuando el impulso que las llevó a cabo se origina en instrumentos influyentes, como la CPIA, que carecen de propiedad o participación de los prestatarios.
C. La CPIA y el PRSP El FMI y el Banco Mundial prometieron que el PRSP fijaría las prioridades del gobierno que, a su vez, orientarían las operaciones financiadas por donantes y acreedores. Sin embargo, la soberanía de los gobiernos resulta comprometida porque: · Las instituciones no cumplieron su promesa. En la práctica, la CPIA del Banco Mundial puede ser más influyente que el PRSP para dar forma a las políticas económicas fundamentales de los países prestatarios. Como se señalara anteriormente, el Banco Mundial exigirá que el gobierno corrija las debilidades reveladas por la calificación de la CPIA para calificar para nuevos préstamos o para la reducción de la deuda. Asimismo, los objetivos presupuestarios del gobierno, que incluyen los topes presupuestarios para las acciones prioritarias identificadas por el PRSP, deben adaptarse al concepto de objetivos “realistas” del FMI. · Los donantes y los acreedores promueven las prioridades de la CPIA a medida que desempeñan un papel destacado en la preparación del PRSP de los gobiernos. En efecto, la influencia de los actores externos puede eclipsar la influencia de los grupos nacionales y hasta la de los legisladores. El proceso de elaboración de los PRSP puede desplazar los procesos de elaboración de políticas autóctonas.[16] · Las recomendaciones políticas derivadas de la CPIA pueden sobrepasar las prioridades políticas de ciudadanos y funcionarios electos. Los grupos nacionales no están al tanto de la calificación que reciben sus gobiernos en la CPIA ni de las consecuencias que genera esa calificación en las políticas públicas. D. La CPIA y la EAP: ¿incumplimiento cada vez más caro? En cada EAP, el Banco Mundial especifica las condiciones políticas (es decir, los disparadores) que el gobierno debe cumplir para retener o aumentar su acceso a los fondos. El Banco Mundial estipula que estos disparadores deben derivarse de la calificación del desempeño que realiza la CPIA. Un documento del Banco Mundial de marzo de 2003 señala que los principales preceptos políticos incluidos en la EAP “apuntan cada vez más a aspectos de la CPIA que ya han demostrado ser débiles. Los disparadores también pueden incluir objetivos políticos del PRSP, hasta el punto de que se espera que fortalezcan el desempeño político e institucional”.[17] Cuando un gobierno no cumple una condición política vinculada a un préstamo puede perder el acceso a cuotas futuras de ese préstamo. No obstante, el incumplimiento tiene consecuencias mucho mayores cuando la condición política está incluida en la EAP que el Banco Mundial formuló para el gobierno. Un gobierno que haya incumplido puede perder el acceso a una sucesión de préstamos y, en algunos casos, el Banco Mundial puede cancelar la asistencia a un sector o a un país entero y, junto con el FMI, suspender la reducción de la deuda. Como la EAP (propiedad del Banco Mundial) sólo incluye algunos objetivos políticos seleccionados del PRSP (propiedad del gobierno), el plan de desarrollo del Banco Mundial podrá reflejar prioridades distintas a las del gobierno. E. La CPIA y los ODM Aunque presuntamente el PRSP es la “hoja de ruta” para alcanzar los ODM, la influencia de la CPIA sobre el PRSP subraya la falta de propiedad de los gobiernos ante el futuro de su propio desarrollo. Asimismo, la consecución de los ODM depende significativamente de si las preferencias políticas neoliberales aunadas a la CPIA pueden ayudar a superar la pobreza y la necesidad. Existen más evidencias para refutar esta afirmación que para respaldarla.[18]
En consecuencia
cabe preguntar: ¿quién es responsable por el logro de los ODM? ¿Los gobiernos,
que posiblemente necesiten adoptar políticas derivadas de la CPIA para mantener
el vínculo financiero vital con sus donantes y acreedores? ¿O los donantes y
acreedores que dirigen el proceso de desarrollo tras “bambalinas”? III. Conclusión
Los donantes y los acreedores dominan más que nunca la elaboración de políticas de los países de bajos ingresos. La CPIA representa una camisa de fuerza política. Más allá de lo que diga la estrategia de desarrollo propia de un determinado país (o PRSP), es probable que el país acepte las recetas políticas derivadas de la CPIA si desea retener el apoyo externo. Los gobiernos se encuentran en un gran aprieto si los ciudadanos y funcionarios electos eligen un camino distinto al especificado por las prioridades derivadas de la CPIA. Instrumentos como la CPIA convierten en espejismo la “propiedad” de los procesos de desarrollo por parte de los países.[19]
El sistema de calificación de la CPIA debilita la democracia en los países prestatarios al limitar las opciones políticas al alcance de los ciudadanos y sus funcionarios electos. Si los donantes y demás acreedores multilaterales adoptan el sistema de calificación de la CPIA, entonces el cártel político con la mayor parte de la ayuda, el crédito y la reducción de la deuda generará consecuencias incluso más profundas para la democracia y el desarrollo.
La camisa de fuerza de la CPIA es un indicador del enfoque cada vez más ideológico que existe en torno a la elaboración de las políticas. El economista Dani Rodrik, de la Universidad de Harvard, concluye que “cuanto mayor sea el vaivén de la disciplina del mercado, menor será el espacio para la gobernanza democrática (...) Las normas económicas internacionales deben incorporar cláusulas de escape o salida que permitan a las democracias reafirmar sus prioridades cuando éstas choquen contra las obligaciones asumidas con las instituciones económicas internacionales. Estas cláusulas deben verse no como ‘derogaciones’ ni violaciones de las reglas, sino como una parte genérica de los arreglos económicos internacionales sostenibles.”[20] Ocasionalmente, tales escapes a las obligaciones son posibles para los grandes prestatarios del FMI y el Banco Mundial, pero esas instituciones discriminan a los países de bajos ingresos.
El enfoque de Rodrik es minimalista en tanto permitiría a los gobiernos excusarse de los compromisos asumidos, libremente o bajo presión, con el FMI y el Banco Mundial. Sin embargo, el ideal - tantas veces proclamado y tan poco practicado - sería que los gobiernos y sus ciudadanos fueran autores y propietarios de sus estrategias nacionales.
Para poner estas ideas heréticas en perspectiva, uno podría preguntar razonablemente qué tipo de calificación de la CPIA recibirían los gobiernos de los países industrializados. Los gobiernos de los países en desarrollo no reciben la misma flexibilidad que sus contrapartes más ricos reclaman para sí al decidir si liberalizan, flexibilizan o ejercen una disciplina presupuestaria mayor. Por ejemplo, si Estados Unidos y la Unión Europea fueran objeto de la evaluación de la CPIA, sus políticas fiscales actuales conducirían a medidas de austeridad que son políticamente inimaginables. Las políticas cotidianas de los gobiernos que controlan al FMI y el Banco Mundial (proteccionismo descarado, subsidios que distorsionan el mercado y déficits descomunales) revelan un asombroso doble discurso que se burla de la soberanía nacional de la mayoría de los países del mundo.
APÉNDICE: I. Calificación de desempeño por país para 2003Para cada grupo de criterios políticos en la CPIA, el Banco Mundial aplica calificaciones numéricas del desempeño que van del 1 (baja) al 6 (alta). Los cuadros en el presente trabajo convierten esos números en cinco notas de “letras” (A, B, C, D y F). El motivo para presentar la información de esta manera es que el propio Banco Mundial ubica a cada gobierno en uno de cinco quintiles, basándose en la calidad de su desempeño en cada ámbito. Los quintiles exhiben el desempeño relativo de los gobiernos entre sí, en tanto la información real y no divulgada presenta los puntajes nominales. Los cuadros a continuación presentan las calificaciones de desempeño acumuladas que realiza el Banco Mundial de los gobiernos prestatarios de bajos ingresos, relativas entre sí. (Todas las calificaciones de los demás prestatarios del Banco Mundial son secretas). Mientras las notas en letras y los quintiles de los cuales se derivan no son representaciones exactas de los puntajes numéricos, siguen siendo un buen indicador.Para elaborar la calificación de desempeño global de cada país, el Banco Mundial aplica un “factor de gobernanza” al promedio ponderado del puntaje de la CPIA (que representa el 80% de la calificación global), además del puntaje por el desempeño de la cartera de préstamos sin amortizar del gobierno (que representa el 20%). En otras palabras, para conseguir la calificación nacional de la AID, el Banco Mundial aplica la calificación (absoluta) del “factor de gobernanza” en la columna “A” a las calificaciones promedio (absolutas) en las columnas “B” y “C.”[21]
II. Criterios de calificaciónEl Banco Mundial califica según 20 criterios a cada gobierno de países de bajos ingresos empleando una escala numérica (del 1 al 6). La versión 2002 de estos criterios se resume a continuación. Las modificaciones en la versión 2003 fueron escasas.[22]
A. Gestión económica
· Gestión de la inflación y la cuenta corriente. Los países con la calificación más alta (6) no tuvieron necesidad de aplicar un programa de estabilización al menos desde hace tres años. Los países con la calificación más baja (1) necesitaron, pero no tuvieron, un programa aceptable al menos desde hace tres años. · Política fiscal. Los países con calificaciones altas tuvieron políticas fiscales coherentes con las condiciones macroeconómicas globales y generaron un equilibrio fiscal que se puede financiar sosteniblemente en el futuro previsible, incluso mediante flujos de ayuda cuando corresponda. · Gestión de la deuda externa. Las calificaciones toman en cuenta la existencia y el monto de la deuda; si un país ha estado al día con el servicio de la deuda y por cuánto tiempo; el calendario de vencimientos de la deuda; la probabilidad de una renegociación; y obligaciones futuras del servicio de la deuda en relación con las perspectivas de exportación y las reservas. · Gestión y sostenibilidad del programa de desarrollo. Grado en que la gestión de la economía y el programa de desarrollo reflejan: competencia técnica; compromiso político sostenido y respaldo público y procesos participativos mediante los cuales el público puede influir en las decisiones.
B. Políticas estructurales
· Política comercial y régimen cambiario. En qué medida el marco político fomenta el comercio y los movimientos de capital. Los países con una nota alta tienen bajos (10% o menos) aranceles promedio (medidos por los flujos comerciales internacionales) con escasa dispersión y restricciones cuantitativas o impuestos a la exportación insignificantes o nulos. No existen monopolios de comercialización. Los impuestos indirectos (por ejemplo, tributos internos o recargos sobre ventas) no discriminan contra las importaciones. La administración aduanera es eficiente y reglamentada. Existen pocas o nulas restricciones cambiarias al ingreso de capitales de inversión de largo plazo. · Estabilidad y liquidez financiera. Este punto evalúa si la estructura del sector financiero, y las políticas y disposiciones que la afectan, apoyan la diversificación de los servicios financieros y presentan un riesgo mínimo de falla sistémica. Los países con calificaciones bajas presentan barreras altas al ingreso y la relación capital-activos de los bancos es inferior al 8%. Los países con puntajes altos poseen sectores financieros diversificados y competitivos que incluyen seguros, financiación por emisión de acciones y de deuda, e instituciones de ahorro no bancarias. Una o más agencias independientes regulan efectivamente los bancos e instituciones no bancarias sobre la base de normas prudenciales. Las leyes de gestión empresarial aseguran la protección de los accionistas minoritarios. · Eficiencia del sector bancario y movilización de recursos. Este punto evalúa hasta qué punto las políticas y disposiciones que afectan a las instituciones financieras ayudan a movilizar ahorros y brindar una intermediación financiera eficaz. Los países con puntajes altos tienen tasas de interés reales y fijadas por el mercado sobre los préstamos. Las tasas de interés reales sobre los depósitos son significativamente positivas. La diferencia entre las tasas para depósitos y préstamos es razonable. Existe una proporción importante de crédito directo en relación con el crédito total. Los flujos crediticios al sector privado superan los flujos crediticios al gobierno. · Entorno competitivo para el sector privado. Este punto evalúa si el Estado inhibe la existencia de un sector privado competitivo, ya sea mediante la reglamentación directa o al reservar actividades económicas importantes para entes controlados por el Estado. No evalúa el grado de propiedad estatal en sí, sino el grado en que ésta podría limitar la competencia del mercado. En un marco ideal, las empresas tienen igualdad de acceso al ingreso y la salida de todos los productos y los sectores. · Mercados de factores y productos. Este punto abarca las políticas que afectan la eficacia de los mercados de tierras, mano de obra y bienes. Los países con puntajes altos limitan los controles o subsidios a los precios, los salarios, la tierra y la mano de obra. Los controles restantes se aplican sin excepciones y son justificados expresamente por razones de seguridad social o eficiencia. · Políticas e instituciones para un medio ambiente sostenible. Este punto evalúa hasta qué grado las políticas económicas y ambientales fomentan la protección y el uso sostenible de los recursos naturales (tierras, agua, bosques, etc.), el control de la contaminación, y la recaudación e inversión de rentas sobre los recursos.
C. Políticas para la inclusión social y la equidad
· Género. Este punto evalúa hasta qué punto el país creó leyes, políticas, prácticas e instituciones que promuevan la igualdad en el acceso de hombres y mujeres a los recursos y oportunidades sociales, económicos y políticos. · Equidad en el uso de los recursos públicos. Este punto evalúa hasta qué punto la estrategia de desarrollo global y el régimen de gastos e ingresos públicos favorece a la población pobre. · Creación de recursos humanos. Este punto evalúa las políticas e instituciones que afectan el acceso y la calidad de la educación, la capacitación, la alfabetización, la salud, la prevención del SIDA, la nutrición y los aspectos derivados del desarrollo de los recursos humanos de un país. · Protección social y trabajo. Las políticas gubernamentales reducen el riesgo de caer en la pobreza y apoyan las estrategias de supervivencia de los pobres. Las redes de seguridad son necesarias para proteger a los pobres crónicos y a los vulnerables. Las necesidades de ambos grupos son importantes, pero en los países donde los pobres crónicos reciben una protección insuficiente, corresponde un puntaje insatisfactorio (2 o 3). · Seguimiento y análisis de la pobreza. Este punto evalúa la calidad de la información sobre la pobreza y su empleo en la elaboración de las políticas.
D. Gestión e instituciones del sector público
· Derechos sobre la propiedad privada y gobernanza reglamentada. Los países con puntajes altos tienen una estructura de gobernanza reglamentada. Los contratos se respetan. Las leyes y reglamentos que afectan a las empresas y las personas se aplican sin excepciones y no están sujetas a negociación. · Calidad de la gestión presupuestaria y financiera. Este punto evalúa la calidad de los procesos empleados para dar forma al presupuesto y rendir cuentas por los gastos públicos. También abarca hasta qué punto el público, a través de la legislatura, participa en el presupuesto y los procesos de contralor. Las calificaciones deberían cubrir a los gobiernos nacionales y locales, debidamente ponderadas. · Eficacia de la movilización de ingresos. Este punto evalúa el patrón global de movilización de ingresos, no sólo a la estructura fiscal como existe en el papel, sino a los ingresos de todas las fuentes, como se recaudan efectivamente. Los países con puntajes altos generan la mayor parte de los ingresos a través de impuestos de bajo nivel de distorsión como el IVA, a la propiedad, etc. Los impuestos empresariales y personales son acordes a los niveles internacionales. La base de los principales impuestos es amplia y sin exenciones arbitrarias. La administración tributaria es eficaz, económica y totalmente reglamentada. · Eficiencia del gasto público. Este punto evalúa hasta qué punto los resultados deseados de los programas públicos están claramente definidos y los recursos existentes usados eficientemente para alcanzarlos. Los gobiernos nacionales y locales deben ser ponderados adecuadamente. Los países con puntajes altos especifican los resultados previstos de los programas públicos. El desempeño es reportado e influye sobre las partidas presupuestarias. La retribución de los empleados públicos es adecuada (por ejemplo, al menos 75% de la retribución comparable en el sector privado) y su contratación y ascensos se basan en la competencia. Los diferentes organismos del Estado tienen flexibilidad para tomar decisiones operativas y deben responder por sus resultados y ceñirse al presupuesto. · Transparencia. Rendición de cuentas y corrupción en el sector público. En los países con puntajes altos, los motivos de las decisiones y sus resultados y costos son claros y comunicados al público en general. La rendición de cuentas por las decisiones tomadas se asegura a través de auditorías, inspecciones, etc. Se aplica la reglamentación del conflicto de intereses de los empleados públicos. Las autoridades vigilan la existencia de la corrupción e implementan sanciones de manera transparente.
Notas: Nancy Alexander es Directora de Citizens’ Network on Essential Services (Red Ciudadana sobre Servicios Esenciales). www.servicesforall.org
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