2004
Obstáculos a la seguridad humana Análisis de los informes nacionales de Social Watch 2004
Karina Batthyány
Los informes nacionales de Social Watch ofrecen una serie de argumentaciones y evidencias acerca de los problemas y las dificultades que ponen en riesgo la seguridad de las personas en los distintos países. Las posibles amenazas u obstáculos se corresponden con siete dimensiones principales: económicas, alimentarias, sanitarias, personales, comunitarias, culturales (incluyendo la dimensión de género) y políticas. Sin duda, de estos informes sobresale la pobreza como uno de los obstáculos centrales de la seguridad humana.
La seguridad
es el tema de un debate acalorado en todo el mundo, un debate sobre las
políticas que pueden hacer un mundo con sociedades más seguras, un debate sobre
los factores que causan inquietud, temor e inseguridad a la gente y a los
Estados. El debate es complejo, con opiniones contrastadas; una expresión de la
diversidad del propio mundo y un reflejo de los diferentes intereses y
posiciones que tienen y ocupan los países y sus centros de decisión política. En
este constante y necesario repensar global sobre la seguridad, el concepto de
seguridad humana puede ayudar a situar el debate en un punto más próximo
a lo que realmente demanda el conjunto de la humanidad y no sólo a lo que
interesa o perciben unos pocos Estados y, dentro de ellos, los organismos
especializados en la seguridad.
El concepto de
seguridad humana tiene varias dimensiones y en torno a ellas se organizaron las
estadísticas que componen este Informe 2004 de Social Watch.
Orígenes y definición del
concepto de seguridad humana
El concepto de
seguridad humana surgió en los ámbitos de investigación para la paz en los años
80, en oposición al concepto de “seguridad nacional” predominante durante la
Guerra Fría. Pero su divulgación masiva a nivel internacional ocurrió en 1994,
cuando el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) centró en
esta idea su Informe sobre Desarrollo Humano.
Para el PNUD el corazón de la inseguridad humana es la vulnerabilidad, y la
pregunta que debe formularse es cómo proteger a la gente, insistiendo en el
involucramiento directo de las personas y en la estrecha vinculación existente
entre desarrollo y seguridad.
Como idea
inicial, el PNUD identificaba ocho dimensiones de la seguridad (y por tanto de
la inseguridad): económica, financiera, alimentaria, sanitaria, ambiental,
personal, de género, comunitaria y política.
Pocos años más
tarde, gobiernos como los de Japón, Noruega y Canadá adoptaron el conjunto de
ideas que subyacen detrás de este concepto para elaborar políticas exteriores y
un listado de temas concretos tales como la prohibición de las minas
antipersonales, el control de las armas ligeras, el rechazo al reclutamiento de
niños soldados, la promoción del Derecho Internacional Humanitario, el apoyo a
los nuevos organismos de derechos humanos creados por la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), la asistencia a los refugiados, la participación en
operaciones de mantenimiento de la paz, etc.
El concepto de
seguridad humana es, pues, evolutivo y la discusión que genera es una excelente
oportunidad para replantear los viejos esquemas de la seguridad centrados en
aspectos militares y para detectar las necesidades del conjunto del planeta, con
toda su diversidad, que han merecido apenas atención en las políticas públicas
generales.
Según la
definición de la Comisión de Seguridad Humana, “La
seguridad humana significa proteger las libertades vitales. Significa proteger a
las personas expuestas a amenazas y a ciertas situaciones, robusteciendo su
fortaleza y aspiraciones. También significa crear sistemas [políticos,
sociales, ambientales, económicos, militares y culturales] que faciliten
a las personas los elementos básicos de supervivencia, dignidad y medios de
vida.”
El concepto de
seguridad humana complementa el concepto territorial de seguridad del Estado, en
tanto concierne al individuo y a la comunidad más que al Estado. Se puede
establecer, por tanto, una clara diferenciación entre las políticas de seguridad
nacional, centradas en la integridad territorial de un Estado y la libertad para
determinar su forma de gobierno, y el concepto de seguridad humana, que pone el
acento en la gente y las comunidades, y en particular sobre los civiles que se
encuentran en situaciones de extrema vulnerabilidad, sea en contextos de guerra
o de marginación social y económica. Los peligros para la seguridad de las
personas incluyen amenazas y condiciones que no siempre se clasificaban como
tales para la seguridad del Estado, y lo que es más importante aún, se amplía el
campo de actores involucrados, dejando de ser por tanto exclusivamente
estatales. El objetivo de la seguridad humana implica no sólo la protección de
las personas, sino su empoderamiento para que puedan valerse por sí mismas.
Académicos de
renombre internacional como el Premio Nóbel de Economía Amartya Sen llevan
varios años insistiendo en la necesidad de adoptar este nuevo planteamiento de
la seguridad humana como instrumento para repensar el futuro y el propio
desarrollo, que no tiene que ver sólo con el crecimiento de la renta per
cápita, sino también con la expansión de las libertades humanas y la
dignidad. Sen aboga por redefinir las viejas instituciones internacionales
creadas en los años 40 y por elaborar una agenda de los cambios más necesarios,
en la que incluye acuerdos comerciales, leyes de patentes, iniciativas de salud
global, educación universal, diseminación tecnológica, políticas ambientales,
deuda externa, gestión de los conflictos, desarme, etc. Una agenda, en
definitiva, para hacer viable la seguridad humana.
Los objetivos
de la seguridad humana coinciden también con el Programa de Acción para una
Cultura de Paz y con la Declaración del Milenio, aprobados por la Asamblea
General de la ONU en 1999 y 2000, respectivamente. Aunque el concepto y el
trabajo inicial de la seguridad humana han partido de centros y gobiernos
mayormente occidentales, desde el primer momento se ha abierto el debate a nivel
internacional para integrar todos los matices y contraposiciones propias de la
diversidad política y cultural mundial. Hay, por tanto, un interesante debate
académico y político sobre si la seguridad humana debe centrarse en los derechos
políticos de primera generación o también ha de incluir los derechos de segunda
y tercera generación, incluido el derecho al desarrollo y la alimentación.
Se trata de un
concepto inclusivo y centrado en las personas. Surge desde la sociedad
civil como un intento por proteger a los individuos y sus comunidades, más allá
de la preocupación por la defensa del territorio y el poder militar. Se basa en
la noción de seguridad de la persona, en el entendido de que tanto el Estado,
como los actores no estatales y la persona humana son los responsables del
desarrollo y deben involucrarse, por tanto, en la promoción de políticas y
acciones que fortalezcan la seguridad y el desarrollo de las personas.
Su carácter es
multidimensional. La seguridad humana intenta establecer las
dimensiones políticas, económicas, sociales, culturales y ambientales que
afectan la seguridad de las personas e identifica amenazas tradicionales y no
tradicionales a la seguridad, partiendo de la constatación que la misma no es
unidimensional sino que está compuesta por múltiples dimensiones.
La seguridad
humana pone el acento en la asociación y la cooperación, es decir en el
multilateralismo y la cooperación. El contexto internacional y los
resultados de la globalización han cambiado la escala de las problemáticas,
antes visualizadas exclusivamente desde una perspectiva nacional, a un nuevo
orden internacional, donde sólo la capacidad de interacción posibilitará a los
Estados recuperar capacidades para trabajar junto a otros actores y generar un
sistema capaz de satisfacer demandas a nivel nacional, regional e internacional.
Seguridad humana y
desarrollo humano
Al definir
seguridad humana, el Secretario General de la ONU Kofi Annan plantea que esta
noción, “en su sentido más amplio, involucra mucho más que la ausencia de
conflictos. Incorpora el tema de los derechos humanos, la buena gobernanza, el
acceso a la educación y la salud, además de asegurar que cada individuo tenga
las oportunidades y la capacidad de elección necesaria para el cumplimiento de
todo su potencial. Cada paso en esa dirección es también un paso hacia la
reducción de la pobreza, el crecimiento económico y la prevención de los
conflictos. La libertad frente a las privaciones y el miedo y la libertad de las
futuras generaciones de heredar un ambiente natural y saludable, son las
dimensiones que, en forma interrelacionada, componen la seguridad humana, y por
lo tanto, la seguridad nacional.”
El paradigma
de desarrollo humano vincula a la seguridad humana con la equidad, la
sostenibilidad, el crecimiento y la participación, ya que permite verificar el
nivel de seguridad de vida alcanzado por las personas en una sociedad y también
interpretar las posibilidades y los desafíos que ésta tiene para acercarse a un
desarrollo humano pleno y sostenible.
Desde esta
perspectiva, lo que importa en términos de la seguridad no es tanto que los
Estados y las sociedades se preocupen por garantizar las condiciones para la
paz, en función de una amenaza externa, sino que se garanticen las condiciones
mínimas para que las personas tengan seguridad y se sientan seguras en sus
sociedades.
Las dos
dimensiones fundamentales
La seguridad
humana tiene dos dimensiones fundamentales. La primera es la protección ante
amenazas crónicas como el hambre, las enfermedades y la represión; la segunda es
la protección frente a alteraciones súbitas y perjudiciales de las pautas de la
vida cotidiana, ya se trate del hogar, del empleo o de la comunidad. Esas
amenazas pueden impactar negativamente en todos los niveles de ingreso y de
desarrollo en el contexto nacional.
La seguridad humana
complementa a la seguridad estatal, promueve el desarrollo humano y realza los
derechos humanos. Complementa a la seguridad del Estado al centrar su foco de
atención en las personas y haciendo frente a inseguridades que no han sido
consideradas como amenazas para la seguridad estatal. Al contemplar este otro
género de riesgos adicionales, amplía el foco de desarrollo humano más allá del
concepto de “crecimiento con equidad”.
El respeto a los derechos
humanos constituye el núcleo de la protección de la seguridad humana. El fomento
de los principios democráticos constituye un paso hacia el logro de la seguridad
humana y el desarrollo: permite a las personas participar en las estructuras de
gobernanza y hacer que su voz sea escuchada. Para ello se requiere crear
instituciones sólidas, que establezcan el estado de derecho y potencien a las
personas.
La seguridad humana sólo es posible asentada en
un desarrollo sostenido. Ello supone seguridad a diferentes niveles para todos
los integrantes de la sociedad: contra riesgos y amenazas físicas, de ingresos,
educativa, habitacional, sanitaria y ambiental.
Amenazas y obstáculos a la
seguridad humana: la visión desde los informes nacionales Los
informes nacionales de Social Watch ofrecen una serie de argumentaciones y de
evidencias acerca de los problemas y las dificultades que ponen en riesgo la
seguridad de las personas en los distintos países.
Las posibles
amenazas u obstáculos se corresponden con siete dimensiones principales:
económicas, alimentarias, sanitarias, personales, comunitarias, culturales
(incluyendo la dimensión de género) y políticas, todas ellas claramente
evidenciadas en los distintos informes nacionales.
País tras país, se observan
los impactos de la pobreza, la exclusión económica, las desigualdades sociales y
la inseguridad alimentaria como los obstáculos más recurrentes e importantes a
la seguridad humana.
Si bien no se
pretende realizar un análisis regional en sentido estricto, podemos identificar
claramente problemáticas distintas de acuerdo a las distintas regiones o las
diferentes posiciones de los países en el contexto internacional.
Así, por
ejemplo, surge con claridad que en los países industrializados el principal
obstáculo a la seguridad humana se asocia a la dimensión económica. Los
principales elementos mencionados son recesión, débil crecimiento, crisis
económica y el deterioro en la calidad y condiciones de vida de la población.
Asimismo, la necesidad de parámetros de distribución equitativa de los
beneficios sociales y la posibilidad de acceso de todos los sectores sociales a
los servicios básicos sobresalen entre los obstáculos identificados en estos
países.
Al
respecto, pueden resultar elocuentes los informes de Portugal, Suiza, Países
Bajos y Alemania. El informe de Portugal plantea el deterioro en las condiciones
de vida de la población a raíz de la crisis económica, así como un sentimiento
creciente de inseguridad personal. El informe de Suiza informa acerca del
crecimiento mediocre de su economía desde principios de la década de 1990 y de
los impactos de los recortes impositivos que dificultan cada vez más la
realización de mejoras sociales que implican que la desigualdad social en Suiza
seguirá agravándose. El informe de los Países Bajos da cuenta de cómo los
problemas económicos están afectando la seguridad social, por un lado, y por
otro su actitud de tolerancia y hospitalidad hacia los inmigrantes, entre otros
aspectos. También el informe de Alemania refiere a estos problemas y remarca los
obstáculos referidos a problemas fiscales y de recorte del gasto destinado al
bienestar social.
Pobreza e inequidad económica
Un tema
lamentablemente recurrente en los informes provenientes de los países en
desarrollo es el de la pobreza y sus impactos en el deterioro en las condiciones
de vida de millones de personas. Sin duda, de estos informes sobresale la
pobreza como uno de los obstáculos centrales a la seguridad humana.
Elocuentes referencias a la gravedad de este fenómeno se desprenden de los
informes de Argelia, Bangladesh, Bolivia, Brasil, Colombia, El Salvador,
Guatemala, Kenya, Nepal, Nigeria, Panamá, Uganda, entre otros.
La
pobreza se relaciona estrechamente con otros obstáculos. El informe de Argelia
da cuenta de que la pobreza extendida y creciente, los frecuentes atentados
terroristas y los desastres naturales. En Kenya, la pobreza y el crimen
organizado son los obstáculos centrales. En Panamá, la pobreza afecta al 40% de
la población, por lo que el reto más grande para la seguridad humana en el país
consiste en luchar contra ella, especialmente en el medio rural, y asegurar que
la población reciba los servicios mínimos requeridos. En Colombia, el disfrute
de una plena seguridad humana no va a poder garantizarse mientras la guerra, la
pobreza y la desigualdad continúen incrementándose.
Situaciones asociadas a la condición de pobreza, como los problemas de la
desocupación y la inequidad económica son también obstáculos referidos por los
países, como es el caso de Bolivia y El Salvador.
Se trata, en definitiva, de
situaciones de inseguridad económica, en el marco de una situación generalizada
de pobreza extrema. El funcionamiento adecuado de los mercados, al igual que el
establecimiento de instituciones fuera de los mercados son vistos como aspectos
claves para la erradicación de la pobreza. El crecimiento económico que
beneficie a las personas en condiciones de pobreza extrema, así como una
distribución justa de los beneficios, son planteos esenciales presentes en
varios de los informes.
Además de resaltar el tema
de la pobreza crónica, los obstáculos a la seguridad humana se manifiestan en
las condiciones económicas desfavorables, los impactos sociales de las crisis
económicas y los desastres naturales. Para garantizar la seguridad de las
personas afectadas por la crisis, o para permitirles salir de la pobreza, se
necesitan políticas sociales que permitan satisfacer sus necesidades básicas y
garantizar niveles económicos y sociales mínimos. Las tres cuartas partes de la
población del mundo no gozan de la protección de la seguridad social o no tienen
un trabajo garantizado.
Otro aspecto son los
diferentes obstáculos que tienen sus raíces en el género. Es de vital
importancia la posibilidad de acceder a la tenencia y/o propiedad de la tierra,
el crédito, la educación y la vivienda, particularmente para las mujeres pobres.
La distribución equitativa
de los recursos es percibida como fundamental para garantizar los medios de
vida, así como las medidas de protección social y las redes de seguridad pueden
contribuir a establecer niveles sociales y económicos mínimos para los sectores
más vulnerables.
Seguridad sanitaria
Otro de los temas que
aparece particularmente destacado es el de la seguridad sanitaria, es decir, la
salud como elemento de la seguridad humana. Pese a los progresos alcanzados en
la atención de la salud, más de 20 millones de personas fallecieron en el último
año víctimas de enfermedades que hubieran podido prevenirse.
La salud es un componente esencial porque la base de
la seguridad es proteger la vida humana y la buena salud es una condición previa
para la estabilidad social.
En los
informes se identifican tres grandes problemas de salud como estrechamente
vinculados a la seguridad humana: las enfermedades infecciosas, las amenazas
sanitarias relacionadas con la pobreza y los riesgos sanitarios emanados de la
violencia, los conflictos y las guerras.
A su vez,
dentro de estos temas se destacan la mortalidad infantil y el VIH/SIDA como los
temas más graves. La mortalidad infantil está estrechamente vinculada con la
pobreza, derivada de la malnutrición, la carencia de agua potable y el
saneamiento adecuado, las infecciones, la mala calidad de la alimentación y la
falta de atención médica. El aumento de la población infectada con VIH/SIDA es
otra de las principales vulnerabilidades en materia de salud, lo que queda claro
para el caso de los países del África subsahariana y Brasil.
El problema de la
gobernabilidad, la inseguridad política y la corrupción
Al abordaje de
la seguridad humana desde las dimensiones económica y sanitaria se suman otras
vulnerabilidades que inciden en la seguridad de las personas en los ámbitos
políticos y sociales. La debilidad en materia de gobernanza democrática y la
inestabilidad de los sistemas políticos son algunas de ellas. Estas
vulnerabilidades pueden conllevar situaciones de violencia como las que se
observan en varios países (Colombia, Nepal, Nigeria, Uganda, etc.).
Los planes de
seguridad nacional que varios gobiernos han desarrollado en el marco de la lucha
global contra el terrorismo no han ayudado a aliviar la situación de inseguridad
política que experimentan los países. Un énfasis especial se coloca en la
necesidad de que existan condiciones democráticas, buena gobernanza y seguridad
política como pre-requisitos para la seguridad humana.
Corrupción, discriminación por razones de raza, sexo, etnia, religión o
pertenencia política, junto con la inseguridad política y la ausencia de
posibilidades democráticas son temas centrales que dificultan la seguridad
humana en muchos países.
Distintas formas de
violencia
Otro capítulo merecen los
obstáculos relacionados con hechos violentos de distinto tipo citados en
numerosos informes, principalmente de países africanos y latinoamericanos:
violencia urbana, homicidios, crimen organizado, conflictos armados y atentados
terroristas.
Se
observa el aumento de las redes criminales que acrecientan la violencia urbana,
particularmente en países de América Latina. En Brasil sobresale la violencia
urbana, particularmente la dirigida a jóvenes pobres, como uno de los obstáculos
centrales a la seguridad humana. En este sector de la población, el índice de
homicidios es casi 10 veces superior que en la población en general.
Se reconoce cada vez más que las mujeres y los
niños son las principales víctimas, los más afectados por las consecuencias de
estos hechos violentos. A su vez, encontramos referencias al aumento de la
violencia por motivos de género.
Desigualdades sociales de
género
Finalmente, un punto especial merecen las
referencias a las problemáticas de género reseñadas en los distintos informes.
En general, el panorama en lo que refiere a la seguridad humana para las mujeres
se muestra adverso, y una de sus expresiones es el no reconocimiento de derechos
específicos de las mujeres (principalmente en el campo laboral y reproductivo),
así como la violencia que en distintos ámbitos se ejerce contra ellas.
Si bien el tema es abordado en varios informes
de países industrializados, en los países en desarrollo se manifiesta
especialmente una preocupación y un interés en proporcionar opciones y
oportunidades a quienes nunca las han tenido: educación para las niñas,
protección contra la violencia en el hogar y en el lugar de trabajo a las
mujeres, así como el acceso al poder político y económico real de todas las
mujeres. El énfasis que se coloca en estas dimensiones que afectan la equidad de
género está determinado por la realidad de cada país, y eso se refleja
claramente en los informes que abordan la problemática.
Tres obstáculos
En resumen, los tres
obstáculos más resaltados son: la preocupación por la seguridad o protección de
los individuos y sus comunidades, particularmente de los sectores más
vulnerables; los conflictos, amenazas y violencias de distinto tipo (conflictos intraestatales, disolución estatal, violaciones de derechos humanos, terrorismo,
crimen organizado, etc.); la pobreza y las situaciones de exclusión económica.
La visión de seguridad
humana que se transmite a partir de los diferentes informes es aquella que
implica vivir en condiciones de justicia, equidad, libertad, tolerancia,
salubridad, buena alimentación, educación y un ambiente saludable. En otras
palabras, las condiciones que permitan una vida digna.
Notas:
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Nuevas dimensiones
de la Seguridad Humana. Nueva York: Oxford University Press, 1994.
Comisión de Seguridad Humana. “Informe Final” en
www.humansecurity-chs.org/finalreport/outline_spanish.html
Kofi
Annan. “Secretary-General Salutes International Workshop on Human Security in
Mongolia.” Sesión de dos días en Ulan Bator.
8-10 de mayo de 2000.
Comunicado de Prensa SG/SM/7382.
www.un.org/News/Press/docs/2000/20000508.sgsm7382.doc.html.
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