1999
Sinopsis de un mapa cambiante: el trabajo en el mundo
Mariana González
A pesar del compromiso 3 asumido por los gobiernos en la Cumbre de Desarrollo Social, a medida que las economías del mundo se hacen cada vez más interdependientes, el desempleo global continúa creciendo. Esta interdependencia impone también el requisito de una solución global del problema. Sin una acción internacional concertada, el desempleo y sus consecuencias seguirán y el cumplimiento del compromiso se hará cada vez más difícil de alcanzar.
Empleo/desempleo en los años 1990
Para gran parte del mundo, tener un
empleo productivo, adecuadamente remunerado y razonablemente estable se ha
transformado en un sueño.1
En el Este y Sudeste asiático,
incluyendo China, el empleo ha tenido un drástico crecimiento. No obstante, ha
sido precario e insuficiente: una parte importante de los trabajadores percibe
salarios con los que apenas puede sobrevivir. Estas regiones fueron exitosas en
el aumento del empleo, pero este éxito es frágil, como lo muestra la reciente
crisis en la región. Resulta claro, además, que la crisis que se desarrolla en
el Este asiático se transformó en una crisis global que afecta diversas zonas
del mundo y cuyas consecuencias aún están impactando.
En las naciones relativamente ricas
que pertenecen a la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos),
hubo una recuperación del crecimiento económico, pero los puestos de trabajo
crecen con menor velocidad que la producción. Incluso en aquellos países en
los que descendió el desempleo (por ejemplo, Inglaterra), los nuevos puestos de
trabajo son peor pagos y menos estables que los de los períodos previos.
En Europa oriental, la rápida
transformación económica eliminó muchos puestos de trabajo. Los subsidios para
amortiguar el impacto de esta pérdida requieren de gastos gubernamentales, lo
que contribuye al aumento de la inflación y hace a los nuevos pobres más pobres.
Entre los ex integrantes de la Unión Soviética y los países de Europa oriental y
central, la incidencia de la pobreza se duplicó y hasta triplicó en el período
1989–1995, mientras que una pequeña minoría se ha enriquecido fuertemente.
Muchas personas fueron empujadas al sector informal con el achicamiento del
Estado. En Hungría, por ejemplo, cerca del 22% de la fuerza de trabajo se
ubicaba en el sector informal. Bajo estas condiciones, el crecimiento de una
economía paralela sugiere el quiebre de las estructuras socioeconómicas y
amenaza la cohesión social.
En América Latina, la composición y
el tamaño de la fuerza de trabajo están cambiando. La edad de la población
económicamente activa (PEA) ha aumentado, hay más mujeres en el mercado laboral
y la migración hacia las áreas urbanas en búsqueda de trabajo continúa. Mientras
tanto, los gobiernos han realizado recortes en el sector público, lo que resulta
en un menor número de empleos en una región donde, además, los nuevos puestos
surgen en el sector informal.
En Medio Oriente y África del Norte,
la población ha crecido al tiempo que los ingresos provenientes del petróleo se
reducen. Esta reducción ha llevado a que los gobiernos dejen de ser empleadores,
provocando inestabilidades muy fuertes que les impiden implementar reformas
económicas.
La crisis del desempleo es más grave
en el África subsahariana, donde la población está creciendo sin precedentes.
Más de la mitad de los trabajadores no agrícolas ha encontrado trabajo en el
Estado. Pero los gobiernos de la región no pueden continuar contratando ni
aumentar los salarios, y los programas de ajuste estructural han fracasado en el
aumento del empleo.
Los impactos del desempleo
El crecimiento de los desempleados (jobless
growth) es un fenómeno nuevo. La eliminación de puestos de trabajo
constituye actualmente una medida importante para aumentar la competitividad,
acarreando importantes consecuencias sociales en diversos niveles. En algunos
de los países más ricos, el desempleo estructural ha alcanzado recientemente
niveles récord.
Hace tres o cuatro décadas, el
promedio de desempleo normal era el 3%. Actualmente, llega al 12%. Por otra
parte, cada vez es más común observar, junto a los altos niveles de desempleo,
bajos salarios.
En el pasado, los economistas
consideraban el desempleo como un problema temporal que sería resuelto por las
fuerzas del mercado. No es el caso actual: las fuerzas del mercado están
llevando a cortes permanentes en el número de puestos de trabajo.
Las recomendaciones del Grupo de
Trabajo sobre desempleo2 a los
gobiernos apuntan, entre otras, a dos áreas: la vinculación del empleo con la
integración social y la pobreza, y la necesidad de la estabilidad
macroeconómica.
-
Los gobiernos deben comprometerse
a la plena utilización de los recursos humanos. El pleno empleo debe ser una
meta central de todas las políticas económicas y sociales. La integración
social y la erradicación de la pobreza dependen de la expansión de empleos
productivos y bien remunerados.
-
Los gobiernos deben intervenir en
los mercados de trabajo para hacerlos más eficientes y responsables frente a
las necesidades de la economía. Los trabajadores deben tener acceso a la
protección social y a la educación básica.
-
Los gobiernos deben explorar todas
las alternativas para asegurar el pleno empleo con estabilidad macroeconómica;
esto implica que el pleno empleo asuma prioridad como objetivo en la
formulación de políticas.
La meta del pleno empleo:
fundamental y posible
En los años recientes, el desempleo
emergió como uno de los principales temas de preocupación de los gobiernos del
mundo. En los países industrializados, evoca profecías pesimistas sobre un
futuro próximo donde decenas de millones de personas no encontrarán trabajo, la
tecnología eliminará la necesidad del trabajo humano, las importaciones baratas
reemplazarán los empleos domésticos, los sistemas de bienestar colapsarán bajo
una carga intolerable, los niños tendrán menos oportunidades económicas que sus
padres, una brecha creciente dividirá a ricos y pobres y tanto el mercado como
los gobiernos serán menos capaces de hacer algo. En los países en desarrollo,
dichas profecías llevan a un quiebre de las esperanzas en la lucha contra el
hambre, la erradicación de la creciente pobreza rural y urbana y la reducción de
la brecha que los separa del mundo próspero de Occidente. La misma mentalidad
determinista que hasta hace unos años nos llevaba a pensar la guerra nuclear
como inevitable, ahora lleva a muchos a pensar que el crecimiento del desempleo,
la pobreza crónica y la alienación social también lo son. La aprehensión, no
obstante, puede transformarse en realidad: la paz y la seguridad internacionales
dependen de la promoción y manutención de la paz doméstica y entre las naciones,
que a su vez depende de la gestión de los gobiernos para proveer alimentación y
seguridad económica a sus pueblos.
La interdependencia entre la paz, la
estabilidad política y el desarrollo económico se hace cada vez más estrecha y
continuará siéndolo en el futuro. El mayor acceso a la información y la libertad
de expresión que caracteriza a las sociedades democráticas, junto con el
crecimiento de las expectativas de la gente a mayores niveles económicos, se
combinan para generar una poderosa presión social para proveer oportunidades
económicas y libertades sociales a todos los ciudadanos. Si la mayor libertad y
las mayores expectativas no son capaces de encontrar canales para su
satisfacción, pueden llevar a un crecimiento de la frustración, la tensión y la
violencia, lo que pone en peligro la prosperidad de aquéllos que ocupan altos
niveles y la estabilidad de la sociedad en su conjunto. Las democracias sólo
pueden prosperar, y la revolución de expectativas crecientes puede satisfacerse
pacíficamente, si existen oportunidades económicas para todos y todas. El
reciente crecimiento de la derecha política, la intolerancia étnica y la
oposición a la inmigración en Europa occidental, así como el alto nivel de
criminalidad en Estados Unidos, son evidencias suficientes del impacto corrosivo
que el desempleo puede tener, aun en democracias maduras.
En el contexto actual, el empleo es
el camino más efectivo para distribuir los frutos del desarrollo entre la gente.
La creación de puestos de trabajo no es una cuestión de posibilidades: es una
cuestión de necesidad. Como en el caso de la reciente respuesta global a la
amenaza del calentamiento por la destrucción de la capa de ozono, no es
aceptable quedar indiferente o sostener que no tenemos poder para actuar, cuando
el interés vital del mundo entero está en cuestión. Cuando la guerra amenaza
la frontera de una nación, cuando la tecnología amenaza el medioambiente, o el
desempleo amenaza el bienestar de la gente y el tejido de su existencia social,
hay una sola respuesta: la acción.
La aceptación de las hambrunas, de
la pobreza y del desempleo como resultados necesarios o inevitables de la vida
económica no debe ser tolerada. Así como la libertad fue finalmente reconocida
como un derecho inalienable de todos los seres humanos, estamos enfrentando el
momento donde la sociedad debe reconocer y asegurar el derecho de todos/as
los/as ciudadanos/as a empleos «lucrativos». «Trabajo para todos» es una meta
alcanzable para todos los países industrializados en esta década, y para toda la
humanidad a comienzos del siglo XXI. Un cambio de actitud es el primer requisito
para este logro.
La cifra continúa creciendo...
A pesar de la escasez de datos
estadísticos recientes sobre el empleo en muchos países del mundo, una revisión
de los datos sobre desempleo en distintas regiones hace evidente las razones de
la creciente preocupación por el tema.
El desempleo en los países
industrializados está en su mayor nivel desde la Gran Depresión. La cifra
oficial está en torno al 6,4% en los Estados Unidos, pero la cifra real, si se
incluye a aquéllos que ya no buscan trabajo (desocupados desalentados), estaría
alrededor del 10%. Más de 35 millones de estadounidenses, lo que constituye el
14% de la población, viven con ingresos por debajo de la línea de pobreza,
incluyendo el 30% de toda la población negra e hispánica.
En Europa occidental, las cifras de
desempleo son las más altas de los últimos 30 años. Se prevé que alcancen
aproximadamente el 12%, lo que equivale a 18 millones de personas. El desempleo
juvenil (16–19 años) en la Comunidad Europea está cercano al 20%, y cerca del
50% de los desempleados hace más de un año que está en esa situación.
En los países del Este europeo, los
antiguos integrantes de la Unión Soviética, se pasó de 100 mil desempleados a
comienzos de 1991 a más de 4 millones en marzo de 1992 y la cifra continúa
creciendo desde entonces. Proyecciones recientes indicaban que los
desocupados en Rusia podrían estar alcanzando los 15 millones de personas, el
18%, en el futuro próximo.
Pero el problema más serio está
en los países en desarrollo, donde las cifras de desempleo llegan al 40–50% en
muchos de ellos. En América Latina, 192 millones de personas, que
representan el 46% de la población, viven bajo la línea de pobreza, y el 22% de
éstos está considerado en la extrema pobreza. El desempleo urbano es de
alrededor del 8%, pero los puestos de trabajo en la industria descendieron un
17,5% durante los años 1980 y el número de trabajadores en el sector informal y
de menores salarios se duplicó. A pesar de que el crecimiento de la población se
enlenteció, el 72% de crecimiento en la tasa de participación de las mujeres
lleva a que la fuerza de trabajo continúe expandiéndose rápidamente. Esta región
necesita duplicar el crecimiento de los empleos para crear 89 millones de nuevos
puestos de trabajo, de manera de proveer oportunidades de pleno empleo a su
gente.
En África subsahariana, donde se
ubican entre 20 y 25 de las naciones más pobres del mundo, el desempleo urbano
afecta a cerca de 14 millones de personas, lo que representa entre el 15 y el
20% de la fuerza de trabajo, y según proyecciones crecería a más del doble en
los próximos diez años. Los jóvenes comprenden entre el 65 y el 75% del total de
desempleados. Con un crecimiento de la población que se ubica en el 3% anual,
estos países necesitan crear 100 millones de nuevos puestos de trabajo en la
próxima década, solamente para mantener los actuales niveles de desempleo.
El alto crecimiento de la población
y la severa crisis económica han generado altas tasas de desempleo en los países
árabes, estimado que excede el 25% a comienzos de los años 1990, con una muy
baja participación de las mujeres en esta región.
La excepción, hasta la crisis de
1998, fueron los países de Asia y el Pacífico, que dieron importantes pasos en
la generación de empleo durante los años 1980 y continuaron la expansión hasta
el pasado año. Los países recientemente industrializados, como Hong Kong,
República de Corea, Singapur y Taiwan–China, están enfrentando severas mermas,
junto con Malasia, Tailandia e Indonesia, que van en la misma dirección. Otros
países asiáticos continúan con el desafío de crear puestos de trabajo para
todos. China creó 100 millones de nuevos puestos desde 1985, y continúa en
crecimiento, pero el país aún tiene 130 millones de trabajadores rurales en una
situación de alta inestabilidad.
Tasas de crecimientos y
niveles de ingresos |
Tasa de crecimiento anual
(%) |
|
1973-80 |
1980-90 |
1990-93 |
1992 PBI per
cápita (Método Atlas B.M) |
América Latina y el Caribe |
Población |
2,4 |
2,1 |
1,9 |
– |
PBI per cápita |
2,3 |
0,5 |
1,1 |
2.765 |
África subsahariana |
Población |
2,8 |
3,1 |
3,0 |
– |
PBI per cápita |
0,6 |
-1,1 |
-1,3 |
467 |
Este y Sudeste asiático |
Población |
1,7 |
1,6 |
1,5 |
|
PBI per cápita |
4,8 |
6,3 |
6,9 |
922 |
Sudasia |
Población |
2,4 |
2,2 |
2,0 |
|
PBI per cápita |
1,8 |
2,9 |
1,5 |
316 |
Medio Oriente y África del
Norte |
Población |
2,9 |
2,9 |
2,8 |
|
PBI per cápita |
1,9 |
-0,6 |
0,3 |
1.956 |
Ex integrantes de la Unión
Soviética y Europa oriental |
Población |
0,8 |
0,7 |
0,7 |
|
PBI per cápita |
3,6 |
1,7 |
-10,5 |
2.015 |
OCDE |
Población |
0,7 |
0,6 |
0,5 |
|
PBI per cápita |
2,1 |
2,5 |
0,6 |
22.896 |
Los cambios a nivel societal general
y en el mercado de trabajo, en particular, también repercuten en las condiciones
laborales y en la organización de los trabajadores. Las convenciones
internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reflejan el
resultado de difíciles batallas por la dignidad y la libertad humana, pero rara
vez están presentes en las agendas de los gobiernos, de los inversores y de los
empresarios. Las organizaciones sindicales están a menudo prohibidas o son
perseguidas por gobiernos y empresarios, lo que, sumado a las dificultades para
adecuar sus estructuras y estrategias a la multiplicidad de cambios que afectan
la economía moderna, ha llevado a su debilitamiento. Los cambios en la
industria, la reducción del sector público y el rechazo a las políticas de
intervención del Estado en el funcionamiento de la economía –dejando actuar
libremente a las fuerzas del mercado– configuran una serie de elementos
desfavorables al movimiento sindical. Un estudio reciente de la OIT indica
que en la mitad de una muestra de 92 países del Norte y del Sur, la tasa de
sindicalización es inferior al 20%. Es del 9% en Francia –un descenso de 31% en
diez años–, del 14% en Estados Unidos, del 24% en Grecia y Japón, de entre el 25
y 44% en Holanda, Alemania, Austria, Inglaterra, Italia y Canadá y de entre el
80 y 90% en los países nórdicos. En estos últimos países, los altos niveles de
sindicalización están asociados a menos conflictos laborales, menos pobreza y
niveles de vida más altos. Fortalecer los sindicatos y globalizar sus
estrategias y sus redes de solidaridad puede otorgar mayor equilibrio al sistema
global.3
Los cuadros4
reúnen datos de población y empleo de siete regiones. El análisis de los mismos
indica que los problemas de empleo enfrentados por los siete grupos de países
son similares y que cada uno ha procurado soluciones que, en términos generales,
pueden considerarse similares. Como se puede observar, se espera un crecimiento
importante de la fuerza de trabajo en Medio Oriente y en todo África, así como
en Sudasia. Los grupos regionales representados tienen importantes diferencias
económicas que reflejan los datos, dependiendo también de la forma de cálculo de
los ingresos.5
Población y Fuerza de
trabajo, 1991 (millones) y proyecciones |
|
América Latina y el Caribe |
África subsahariana |
Este y Sudeste asiático |
Sudasia |
Medio Oriente y Norte de África |
Ex integrantes de la Unión
Soviética y Europa oriental |
OCDE |
Otros |
Mundo |
Población |
445 |
526 |
1653 |
1195 |
297 |
414 |
803 |
42 |
5374 |
Fuerza de trabajo |
172 |
191 |
902 |
435 |
98 |
215 |
390 |
18 |
2420 |
F.T. masculina |
116 |
123 |
519 |
330 |
82 |
110 |
226 |
11 |
1517 |
F.T. femenina |
56 |
68 |
384 |
104 |
16 |
105 |
164 |
7 |
903 |
F.T. femenina como % del total
de la F.T. |
32 |
36 |
43 |
24 |
16 |
49 |
42 |
39 |
37 |
Tasa participación masculina |
53 |
47 |
61 |
53 |
54 |
56 |
58 |
52 |
56 |
Tasa participación femenina |
25 |
26 |
47 |
18 |
11 |
49 |
40 |
33 |
34 |
Tasa crecimiento anual de F.T.
1991-2000 |
2,1 |
2,8 |
1,2 |
2,3 |
2,9 |
0,7 |
0,3 |
0,4 |
1,5 |
Fuente:
Naciones Unidas; Proyecciones Población Mundial, revisión 1992. Nueva York,
1993; OIT, Población Económicamente Activa, Ginebra (en imprenta). |
EMPLEO: TEMA CLAVE
Sin duda, el empleo aparece como uno
de los temas clave y de importancia neurálgica en los próximos años,
involucrando diferentes dimensiones y problemáticas. Los niveles de pobreza, la
dinámica de la participación social, la situación de las mujeres, la fortaleza
de la democracia, por nombrar algunos, son aspectos que hacen a la realidad
social y que no son independientes del empleo.
Por otra parte, detrás de las cifras
que se suelen manejar –que son escasas y/o desactualizadas para muchos países
del mundo– sobre el número de nuevos puestos, las tasas de empleo y desempleo,
el aumento o la disminución de la PEA, existen realidades diversas y que hacen a
la problemática. Están también los salarios que proporcionan los nuevos puestos
de trabajo, las condiciones laborales de los/as trabajadores/as, la estabilidad,
el mercado informal, la desocupación de las mujeres, las restricciones
implícitas al ingreso al mercado de trabajo de jóvenes, mujeres, migrantes, etc.
Los datos manejados y los materiales
consultados no parecen permitir importantes niveles de optimismo en el corto
plazo e indican que el tercer compromiso requiere de voluntad política y de la
construcción de consensos, tanto a nivel nacional como internacional, ya que las
solas fuerzas del mercado no serán las que den las respuestas.
Si bien resulta fundamental que los
gobiernos adopten medidas, la interdependencia económica que se profundiza a
partir de la globalización también hace emerger condiciones que no pueden ser
completamente controladas desde las naciones y que requieren de respuestas
globales. La combinación de respuestas nacionales e internacionales se impone
cada vez como necesidad más urgente.
Notas:
1
Compromiso 3 (Cumbre de Desarrollo Social): "Nos comprometemos a promover el
objetivo del pleno empleo como prioridad básica de nuestras políticas económicas
y sociales y a preparar a todas las mujeres y hombres para conseguir medios de
vida seguros y sostenibles mediante el trabajo y el empleo productivos elegidos
libremente."
2 Recomendaciones sobre el desempleo del Grupo de Trabajo
conformado para la preparación de la Cumbre Mundial de Desarrollo Social. «Change:
Social Conflict or Harmony?». Op.cit.
3 «Conditions for Social Progress: Humane Markets for Human
Societies». 1997 Copenhagen Seminar for Social Progress. Ministry of Foreign
Affairs, Danida. 1998.
4 Tomados de «The Employment Challenge: An agenda for global
action». United Nations Development Programme. International Labour Office,
Geneva.
5 En algunos casos están calculados sobre las tasas de cambio y
en otros con relación al poder adquisitivo.
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