1999
Se necesita una regulación financiera mundial
Martin Khor
La crisis de Asia oriental reveló las
amenazas que los grandes movimientos de capital volátil y de corto plazo suponen
para la estabilidad económica de los países en desarrollo. Lo que se necesita
con urgencia es una mayor transparencia de la manera en que operan los actores y
los mercados financieros mundiales y reformas a nivel internacional y nacional
para regular estos movimientos especulativos.
Falta de transparencia
Los manejos y movimientos del sistema y los
mercados financieros internacionales protagonizaron la parte más importante de
la crisis financiera de Asia oriental. La crisis ahora también se manifiesta en
Rusia, y es más que probable que se propague a otros países.
Es evidente que este sistema mundial debe
ser controlado y también reformado. Pero existe una gran falta de transparencia
sobre lo que constituye los mercados financieros, quiénes son los principales
actores, cuáles son sus decisiones y cómo se mueve el dinero de un mercado a
otro, y con qué efecto.
Las crisis financieras no se pueden impedir
ni resolver a menos que cese esta falta de transparencia. Ése es un primer paso.
Luego de una mayor transparencia, se debe
mejorar el sistema, para eliminar sus peores aspectos y excesos, e instaurar un
sistema en que la moneda y otros instrumentos financieros (acciones, bonos,
etc.) se utilicen con fines de comercio legítimo o inversión real y no para la
ganancia especulativa y sin beneficios. La transparencia y las reformas son
necesarias en los siguientes ámbitos:
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Debemos saber cuáles son las principales
instituciones y los actores de la propiedad de los bienes financieros, así
como su conducta y métodos operativos, y los mercados en que operan.
¿Cómo obtienen su influencia? ¿Dónde consiguen sus fondos y créditos y bajo
qué términos? ¿Cómo operan y por qué canales? Sobre todo, ¿cómo ven a los
mercados emergentes y cuáles son sus métodos para sacar las máximas ganancias
allí?
Entre estas instituciones se incluyen fondos de protección, fondos mutuos,
fondos de pensión, bancos de inversión, compañías de seguros, bancos
comerciales y los departamentos financieros de las grandes compañías y las
transnacionales.
-
¿Cuál es el sistema por el que los bancos
centrales de los principales países del Norte regulan, desregulan (o deciden
no regular) el comportamiento de fondos, especuladores e inversores?
¿Cómo se coordinan entre sí los bancos centrales? ¿Se coordinan entre ellos (o
algunos de ellos) para influir parámetros como los tipos de cambio y las tasas
de interés? ¿Cuál es la función (o falta de ella) del Banco de Regulaciones
Internacionales?
-
El FMI es la gran institución financiera
internacional cuyas políticas pueden decidir las finanzas y el destino de las
naciones.
Existe falta de transparencia sobre la forma en que el personal (que es
poderoso dentro de la institución) fija sus políticas y condiciones
mundialmente y para cada país.
¿Cómo decide el personal el marco político y las condiciones específicas de
los préstamos de cada país cliente? ¿Caen bajo la influencia política de
países específicos (especialmente de Estados Unidos) y de los grandes
accionistas, y, por lo tanto, generan una situación en que las decisiones no
se toman sólo o principalmente por razones profesionales?
¿Cómo colaboran entre sí los grandes accionistas? ¿Cuál es la conexión de
intereses entre la Secretaría del FMI, el Tesoro Nacional de Estados Unidos,
los Ministerios de Finanzas de otros grandes países y los bancos
internacionales (cuyos intereses generalmente sirven al conseguir que se
paguen los préstamos de los países en desarrollo)?
Existen algunos estudios sobre algunos de
estos interrogantes. Pero esos estudios son escasos. Se debe hacer mucha más
investigación para que se pueda obtener algún conocimiento básico de las
instituciones y el sistema. Sobre esa base, se pueden hacer propuestas de
cambios y reformas.
La necesidad de las reformas
El sistema actual se adapta a los intereses
de los propietarios y los especuladores financieros. Estos actores tienen
poderosos protectores en los gobiernos o en el Congreso de Estados Unidos y en
otros Parlamentos del Norte. Por lo tanto, lograr reformas a nivel mundial
supone una tarea cuesta arriba.
No obstante, es cada vez más evidente que
el sistema actual es muy inestable y seguirá generando crisis de gran escala
cuyos costos se están tornando excesivos para el FMI o los países ricos del
Grupo de los Siete (G-7). Es así que el propio G-7 está planteando la cuestión
de “una nueva arquitectura financiera”.
Sin embargo, la postura del G-7 es
intentar, hasta donde sea posible, que las cosas sigan como siempre. Esto
significa no reformar el sistema actual de movimientos libres y liberales de
capitales de corto o largo plazo. No quieren la regulación a nivel mundial ni
nacional.
Su postura implica conseguir que los
gobiernos nacionales de los países en desarrollo refuercen sus sistemas
bancarios para que los bancos puedan soportar más shocks que provocarán
los movimientos volátiles en el futuro.
El enfoque de los países del G-7 es tener
“mayor transparencia” a nivel nacional (para que los inversores no coloquen
insensatamente dinero en lugares débiles) y una regulación bancaria más rigurosa
para que haya menos oportunidades de un colapso bancario.
Claro que este tipo de postura puede ser
útil en sí misma, ya que nadie duda de la importancia de fortalecer las
políticas y los sistemas financieros nacionales.
Pero seguramente esta “postura nacional” es
muy insuficiente para los países en desarrollo y necesita complementarse con un
enfoque mundial para controlar y regular los movimientos financieros
internacionales. A nivel nacional, también se debe permitir a los gobiernos y
alentarlos a instituir regulaciones que limiten el poder de los fondos
especulativos (necesario especialmente en los países ricos) y a reducir los
ingresos y salidas volátiles de capitales de corto plazo.
Existen fuertes razones (más fuertes con
cada día que pasa) para una mayor regulación nacional e internacional de los
movimientos, los actores y los mercados financieros, así como para la reforma
del FMI.
A nivel mundial, debe haber un sistema de
control de los movimientos de capitales de corto plazo, rastreando las
actividades de los grandes actores e instituciones, para que las fuentes y los
movimientos del capital especulativo se conozcan en forma pública.
También se puede hacer un serio intento de
adoptar un impuesto mundial a los movimientos financieros de corto plazo, como
el conocido Impuesto Tobin, por el que se impone un pequeño impuesto a todas las
operaciones monetarias entre los países.
Éste sancionará a los especuladores de
corto plazo y sólo tendrá un pequeño efecto sobre los auténticos agentes e
inversores de largo plazo. La ventaja es que no sólo se desalienta la
especulación, sino que puede haber mucha más transparencia en los mercados, ya
que se pueden rastrear más fácilmente los movimientos de capital.
A nivel nacional, en los países del Norte,
que son las principales fuentes de movimientos de capitales internacionales y
especulación, la regulación nacional se puede imponer para limitar el poder y la
influencia de los fondos.
Por ejemplo, la regulación bancaria se
puede incorporar para limitar la cantidad y el alcance del crédito en los fondos
de protección. Se pueden hacer propuestas con este y otros objetivos similares.
A nivel nacional, en el Sur, los países
deben explorar opciones para regular y desalentar el ingreso de capitales
especulativos de corto plazo. Otros países pueden emular el conocido caso de
Chile, donde un porcentaje de todo el capital extranjero que ingresa al país se
debe depositar en el Banco Central sin intereses durante un año.
Este instrumento se adoptó luego de una
serie de ingresos excesivos de fondos. Permitió limitar el ingreso y la salida
especulativa de capital de corto plazo y a la vez no fue un contraincentivo para
el ingreso de inversión extranjera de largo plazo.
Otra medida que vale la pena imitar es el
requisito de que las compañías locales soliciten el permiso del Banco Central
antes de conseguir préstamos en moneda extranjera, y la autorización se deberá
otorgar sólo si se demuestra que el proyecto que se financia es capaz de
producir ganancias de divisas suficientes para pagar el préstamo.
Éste es un requisito que establece el Banco
Central de Malasia, que ayudó a impedir que el país tuviera los grandes y
excesivos préstamos privados de divisas de corto plazo que inundaron a otros
países como Tailandia, Indonesia y Corea del Sur.
Asimismo, los países sujetos al posible
peligro de grandes salidas repentinas de fondos pueden considerar algunas
restricciones limitadas (al menos durante un cierto tiempo cuando el peligro es
inminente) sobre la libertad de los habitantes y las compañías residentes para
transferir sus fondos al extranjero.
En el pasado, este tipo de limitaciones se
adoptaron en países que ahora practican la liberalización financiera. De hecho,
la restricción de la salida de capitales existe aún en muchos países en
desarrollo (como China e India) y ayudó a estabilizar su situación financiera.
Mientras resulta de gran sensatez la
conveniencia de la regulación del ingreso y la salida de capitales de corto
plazo, los países que ya se liberalizaron y dependen de la “buena voluntad” de
los mercados financieros temen que su reincorporación genere una reacción
adversa del mercado y de los países del G-7.
Por lo tanto, es crucial que los propios
países del G-7 revisen su posición en contra de la regulación y que otorguen su
sello de aprobación y legitimidad para que los países en desarrollo puedan
adoptar estas medidas. De otra manera, los países quizá no puedan instituir
medidas que sean buenas o necesarias pasa su estabilidad financiera y su
recuperación económica por temor a ser considerados “parias financieros”.
Una vez más, la pelota se encuentra a los
pies de los países del G-7 para que lideren las reformas tanto a nivel
internacional como nacional.
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