2002
Avanzan los reclamos de desarrollo de las mujeres en el frente financiero
June Zeitlin; Nadia Johnson
Women’s Environment and Development Organization (WEDO)
La rápida globalización de la economía mundial exacerbó los retos que imponen los procesos de desigualdad y exclusión crecientes y la feminización de la pobreza. Sin embargo, el documento del Consenso de Monterrey no se opuso al marco macroeconómico vigente que perpetúa los desequilibrios, la desigualdad y el sufrimiento mundiales.
El proceso de
Financiación para el Desarrollo (FpD) –dirigido a mecanismos para financiar las
metas de desarrollo del Milenio y de las conferencias de los años 90– era una
gran promesa para las mujeres.
En el proceso
FpD, la sociedad civil argumenta que la globalización económica actual tiende a
dejar a muchos países y personas por el camino, por lo cual hacen falta nuevos
enfoques. Ese argumento recibe el apoyo de cada vez más gobiernos, dirigentes de
instituciones financieras y comerciales internacionales, y de algunos líderes
empresariales.
A pesar de
estos esfuerzos, la voluntad política para reformar el sistema financiero y
económico internacional ha decaído en forma constante. Los gobiernos optaron por
mantener las políticas fallidas del Consenso de Washington –desregulación,
privatización y liberalización comercial y financiera– que han incrementado el
número de pobres, especialmente de las mujeres, y provocaron una creciente
desigualdad en el mundo. Para nuestro asombro, a medida que llegaba a su fin el
Cuarto Comité Preparatorio en enero de 2001, el borrador del documento del
Consenso de Monterrey no se opuso al marco macroeconómico vigente que perpetúa
los desequilibrios, la desigualdad y el sufrimiento mundiales.
Aunque se
acepta por lo general que las mujeres comprenden la mayoría de los pobres del
mundo,
el Consenso de Monterrey prácticamente no recurrió al análisis de género ni
asumió ningún compromiso evidente con respecto a la igualdad de género. Ignora
la posición singular que ocupa la mujer en el mercado de trabajo y el impacto
desigual y negativo que ejercen las políticas económicas internacionales en los
sectores donde predominan las mujeres.
Revela poca
comprensión de las responsabilidades extraordinarias que tienen las mujeres en
la administración de sus hogares, además de sus actividades generadoras de
ingresos. A medida que los servicios sociales son privatizados, reducidos o
eliminados en aras de la globalización, las mujeres cargan con más
responsabilidades domésticas y menos ingresos. Esto no ha sido considerado en
las deliberaciones oficiales de financiación.
Por primera
vez se menciona el género en la sección Movilización de Recursos
Internacionales, donde se exhorta a las empresas a “tomar en cuenta... las
repercusiones para el desarrollo, sociales, de género y ambientales de sus
emprendimientos” (párr. 21). Y aunque la sección Problemas Sistémicos incluye un
llamado a “la integración de la perspectiva de género en las políticas de
desarrollo a todo nivel y en todos los sectores” (párr. 58), el mismo es más
limitado que una exhortación anterior más específica para integrar la
perspectiva de género en las instituciones internacionales financieras y de
desarrollo. Las tres secciones restantes –Comercio, AOD y Deuda– no mencionan
las necesidades ni las inquietudes de las mujeres. El documento final casi
seguramente habrá de carecer del tipo de cambios sistémicos o de análisis
sistemático de género que implicarían un cambio real para las mujeres.
La Inversión
Extranjera Directa, la Asistencia Oficial al Desarrollo (AOD), las zonas de
libre comercio y otras fuerzas externas que afectan directamente la restructura
social y económica de los países en desarrollo son problemas de desarrollo
fundamentales para las mujeres del Sur. Por ejemplo, las políticas de ajuste
estructural son defendidas por los países industriales como medio para promover
un crecimiento económico efectivo y sostenido, pero en la práctica habilitan la
explotación de las economías, los pueblos y los recursos naturales de los países
en desarrollo por entidades externas. Esta realidad repercute directamente en
los medios de subsistencia de las mujeres del Sur, pero, hasta el momento, su
situación fue dejada de lado en el proceso FpD.
Las
perspectivas y las recomendaciones de las mujeres en el proceso FpD fueron
exploradas en una consulta entre WEDO y UNIFEM (Fondo de Desarrollo de las
Naciones Unidas para la Mujer) en el Segundo Comité Preparatorio en febrero de
2001. La reunión congregó a unas 30 representantes de organizaciones de mujeres
de todo el mundo para buscar las maneras de incorporar una perspectiva feminista
a la agenda del FpD. Representantes de seis de los grupos participantes
presentaron recomendaciones de las cuales se produjeron materiales de trabajo.
Los materiales –un conjunto de documentos informativos sobre los problemas y un
documento de propuestas específicas sobre cada uno de los temas de FpD–
ofrecieron un punto de referencia a los delegados FpD que buscaban la manera de
incorporar las inquietudes de género al proceso, y para que otras organizaciones
de la sociedad civil integraran la perspectiva de género a sus propias
propuestas sectoriales. A continuación se presentan los principales puntos y
recomendaciones que plantearon las mujeres participantes.
Movilización
de recursos financieros nacionales para el desarrollo
Los gobiernos
tienen un papel primordial en el desarrollo del sector financiero nacional, la
protección de los servicios sociales y el suministro de recursos necesarios para
el crecimiento de la capacidad y el potencial humanos. Pero la globalización y
la liberalización de los mercados limitan severamente la capacidad de los
gobiernos para brindar protección social e invertir en recursos humanos. En
cambio, éstos tienen el dilema de crear un ambiente económico “competitivo”
partiendo de políticas que conducen a la devastación social y económica. Los
mercados liberalizados agravan la subordinación de las mujeres en numerosos
ámbitos, como la alfabetización, la esperanza de vida y el acceso a la tierra,
información, tecnología y educación. Las políticas tributarias podrían ser una
herramienta útil para redistribuir la riqueza y atacar las desigualdades
sociales, pero la capacidad de los gobiernos para generar ingresos fiscales es
limitada por las reformas del tipo FMI/Banco Mundial, que favorecen
principalmente a los hombres y a los sectores de medianos-altos ingresos,
mientras reduce o elimina los subsidios a productos básicos como leche, pan y
gas para cocinar, del cual dependen las comunidades pobres y particularmente las
mujeres.
Recomendaciones de las mujeres
-
Desarrollar
análisis desglosados por género de los presupuestos nacionales para obtener
datos sobre el trabajo de las mujeres –remunerado y sin remunerar, formal e
informal– comparado con el de los hombres, de los cuales se pueden diseñar
políticas y estrategias económicas de desarrollo que sean realmente
equitativas y eficaces.
-
Adoptar y
aplicar medidas de transparencia en los organismos que toman decisiones
financieras, agencias e instituciones del gobierno. Tales medidas mejorarían
la conciencia pública y la participación en los procesos de elaboración de las
políticas, lo cual fomentaría la buena gestión de gobierno y la democracia,
reduciendo las incidencias de corrupción.
-
Incorporar
análisis con perspectiva de género en todos los procesos de decisión
macroeconómicos. El microcrédito por sí solo no puede eliminar las barreras
que impiden que las mujeres accedan a los mercados y recursos financieros. Las
políticas macroeconómicas que refieren al comercio y los acuerdos crediticios,
las empresas agrícolas, la distribución de la tierra y la administración
tributaria se deben elaborar con conciencia y consideración de sus
repercusiones en materia de género.
Movilización
de recursos internacionales para el desarrollo: inversión extranjera directa y
otros movimientos privados
La conciencia
de género es crucial para la movilización de los recursos financieros
internacionales que comprenden la transferencia de fondos. Las políticas y las
instituciones no son neutras frente al género: afectan a las mujeres y a los
hombres de manera diferente. Las mujeres constituyen la mitad de la población
mundial pero controlan menos del 10% de los recursos y ganan menos que los
hombres por una labor similar. La sensibilidad en cuanto a los asuntos de género
es necesaria si han de ser eficaces las políticas de inversión y comercio, ya
que las desigualdades y prejuicios de género limitan la capacidad de las mujeres
para aprovechar las oportunidades existentes, responder a iniciativas políticas
o participar en avances productivos en términos de derechos sobre la tierra,
créditos y tecnología. La pauta a seguir debe ser cómo movilizar los recursos
internacionales para el desarrollo, en el contexto de políticas económicas y
financieras conscientes del género, para asegurar que se incluyan las
inquietudes de mujeres y niñas.
Recomendaciones de las mujeres
-
Dar
prioridad al desarrollo humano sostenible y sensible al género como parte
integral del crecimiento económico. Un mecanismo que facilite esta política
sería la creación de una oficina de género en los ministerios de finanzas de
cada país.
-
Adoptar
regímenes que tomen en cuenta el género y el ambiente para controlar los
movimientos internacionales de capital y las prácticas de empleo de las
empresas trasnacionales.
-
Crear
Evaluaciones de Impactos de Sostenibilidad sensibles al género sobre las
sociedades público-privadas que analicen los riesgos sociales y fiscales de
las empresas e inversiones mixtas, así como la responsabilidad social, la
transparencia y la participación de organizaciones de mujeres y de otros
grupos y sindicatos de la sociedad civil.
-
Desarrollar
programas sensibles al género que vinculen el desarrollo de pequeñas empresas
con empresas extranjeras y estimulen la transferencia de información y
tecnología a las pequeñas empresas y el sector informal.
Comercio
internacional como motor del desarrollo
La
liberalización comercial avanza rápidamente con poca consideración del costo que
implica para mujeres y hombres de los países en desarrollo, o sus consecuencias
para la igualdad social y de género. Este desinterés impone obstáculos
especiales a las mujeres en los terrenos de la seguridad y protección
alimentaria, la subsistencia agrícola y el desarrollo rural, la salud y la
atención médica, y el acceso a los servicios públicos, la diversidad pública y
la tecnología. Asimismo, medidas limitantes de las inversiones tienen graves
consecuencias para el desarrollo y el crecimiento de micro y pequeñas empresas,
donde se concentran las mujeres.
Recomendaciones de las mujeres
-
Realizar
una evaluación integral del impacto social y de género que tiene el actual
marco del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (GATS) seguida de una
renegociación para cubrir las necesidades de los países en desarrollo.
-
Eliminar
los Acuerdos sobre Agricultura, Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados
con el Comercio (TRIPs) y Medidas en Materia de Inversiones Relacionadas con
el Comercio (TRIMs) del ámbito de la OMC; las decisiones sobre agricultura e
inversión deben dejarse a nivel nacional.
-
Diseñar
sistemas de desarrollo sensibles al género y socialmente equitativos que
protejan los conocimientos tradicionales al reconocer el aporte de los
agricultores, el compartir los beneficios y las disposiciones de
consentimiento previo.
-
Asegurar
que los vínculos entre inversión extranjera directa y políticas comerciales
conduzcan a una situación de empleo equitativa, segura y sostenible. Las zonas
procesadoras de exportaciones están repletas de ejemplos de los impactos
negativos que estos vínculos pueden tener para los trabajadores, sobre todo
para mujeres y niños.
Creciente
cooperación financiera internacional para el desarrollo
Para erradicar la
pobreza, la ayuda financiera debe concentrarse en las mujeres y las niñas, que
constituyen la mayoría de los pobres del mundo y padecen más los efectos de la
pobreza. La AOD y otras formas de ayuda financiera internacional desempeñan un
papel importante a la hora de definir los marcos macroeconómicos y sus procesos
derivados. Sin embargo, algunas importantes estrategias nuevas que tienen el
potencial de mejorar la coordinación de los donantes y la apropiación nacional
de los modelos de desarrollo –Marcos de Desarrollo por País, Estrategias de
Reducción de la Pobreza (PRSP), Canjes de Deuda (SWAP), etc.– son neutros ante
el género. Dada la experiencia de pasadas políticas de reformas económicas, es
probable que estos enfoques nuevos tengan consecuencias igualmente
desestabilizadoras y efectos negativos, particularmente para las mujeres. Estos
nuevos marcos estratégicos deben ser revisados para que apoyen políticas
socioeconómicas sólidas y permitan que entidades de desarrollo en los países
receptores dirijan la aplicación de la AOD, concentrándose en la protección
ambiental, los derechos laborales y la igualdad de género.
Recomendaciones de las mujeres
-
Los países
industrializados deben incrementar la AOD a 0,7% del PNB para cumplir los
compromisos asumidos en el Foro del Milenio y la Tercera Conferencia de la ONU
sobre los Países Menos Adelantados. Se debe fijar un cronograma que cumpla
esta meta, comenzando con el respaldo a la propuesta que hiciera el Secretario
General de la ONU para duplicar los aportes a USD 100 mil millones en los
próximos dos o tres años, para reducir a la mitad la cantidad de personas que
viven en pobreza extrema para 2015.
-
La AOD debe
apoyar la asistencia técnica para fortalecer la capacidad institucional en el
análisis de género, incluyendo recursos y ayuda técnica para datos desglosados
por género, como las consecuencias de las políticas en grupos diferentes de
mujeres y hombres; y debe fortalecer el diseño y la administración de
programas, políticas y procedimientos operacionales en los países en
desarrollo y los países en transición económica.
-
Financiar los
bienes públicos globales además de la AOD, e incluir la erradicación del
VIH/SIDA y otras principales enfermedades infecciosas, protección ambiental,
erradicación de la pobreza e igualdad de género entre estas metas.
-
Concentrar
la cooperación internacional para cumplir las metas de desarrollo acordadas
internacionalmente, inclusive aquellas surgidas de tratados de derechos
humanos, documentos producidos en las conferencias de la ONU en los años 90 y
la Declaración del Milenio.
Financiación
sostenible de la deuda y alivio de la deuda externa
La deuda
externa crece exponencialmente y la reducción de la deuda sigue siendo un
ejercicio de poder y control realizado a través de las políticas de ajuste
estructural impuestas por las instituciones financieras internacionales que
agotan los valiosos recursos de los países deudores. Las propuestas actuales
para administrar la deuda –la PPME y la Iniciativa reforzada para los PPME–
ofrecen muy poco y muy tarde a muy pocos países ya que son diseñadas por los
acreedores para recaudar la deuda y no para reducirla. Pero a menos que los
planes actuales de administración de la deuda se conviertan en oportunidades de
liberación de la deuda efectivas, equitativas, orientadas al desarrollo y
duraderas, el devastador ciclo de acumulación de deuda se repetirá, condenando a
más millones de personas al sufrimiento.
Las políticas
de ajuste estructural le dan prioridad al pago de la deuda frente al gasto en
salud, educación, saneamiento, agua potable y otras necesidades sociales. Esto
socava la responsabilidad que tienen los gobiernos deudores para con sus
poblaciones y erosiona sus instituciones democráticas. Las negociaciones de la
deuda y los préstamos se conducen en secreto entre las élites del Norte y del
Sur, fomentando la corrupción. Atrapadas en la división entre las esferas
productivas y reproductivas de la vida, las mujeres soportan el mayor impacto de
la dependencia de la deuda, la adopción de los programas de ajuste estructural y
el subdesarrollo.
Recomendaciones de las mujeres
-
Cancelar la
deuda de los países de bajos ingresos y las deudas ilegítimas de todos los
países del Sur, con efectos inmediatos.
-
Instituir
la reducción inmediata de la deuda para los países de medianos ingresos
gravemente endeudados.
-
Asegurar la
participación activa de la sociedad civil en el proceso de decisión para
determinar la asignación de fondos procedentes de préstamos nuevos y liberados
por la reducción de la deuda.
-
Comenzando
con los países pobres muy endeudados en África, eliminar las condiciones
ligadas a los préstamos nuevos y la reducción de la deuda que perpetúan el
endeudamiento, como se manifiesta en los PRSP y las iniciativas reforzadas
para los PPME.
-
Incorporar
un proceso de arbitraje independiente y transparente para negociar la
cancelación internacional de la deuda que asegure que pérdidas y ganancias se
compartan en condiciones de igualdad, y establecer políticas crediticias
éticas para impedir futuras crisis de deuda.
Problemas
sistémicos: reforzar la coherencia y la consistencia de los sistemas monetario,
financiero y comercial internacionales en respaldo del desarrollo
Las tres
principales dimensiones de este tema contencioso son reformar la arquitectura
financiera internacional, mejorar la gobernanza global y fortalecer el papel de
la ONU. Está juego en el rumbo que tomará la financiación para el desarrollo
después de Monterrey. Las ONG de mujeres y otros grupos argumentan que el
ecosistema humano mundial corre peligro debido a los fuertes desequilibrios en
productividad, movilización de recursos y distribución de productos y servicios
resultantes de las políticas del Consenso de Washington, que fomentan la
desregulación, la privatización y la liberalización comercial y financiera. Este
modelo, que subordina la erradicación de la pobreza y la igualdad de género al
crecimiento económico, es económicamente y políticamente insostenible. El reto
es cambiar la estructura y las reglas de la gobernanza existente por un sistema
que ayude a alcanzar el desarrollo humano sostenible.
Recomendaciones de las mujeres
-
Supervisar
las condiciones, políticas e instituciones económicas internacionales desde la
perspectiva de las metas de desarrollo, incluyendo la erradicación de la
pobreza y la igualdad de género, como está estipulado en la Carta de la ONU,
la Declaración del Milenio y todas las conferencias de la ONU de la década
pasada.
-
Incluir
todos los sectores de la sociedad civil, particularmente a las mujeres, en la
elaboración y aplicación de políticas comerciales, fiscales y financieras a
nivel nacional, regional e internacional.
-
Establecer
la primacía de la ONU a la hora de enfrentar la falta de democracia y
transparencia institucional en las instituciones financieras y comerciales
internacionales: Banco Mundial, FMI y OMC.
-
Respaldar
las gestiones de gobierno para alcanzar la aplicación plena y efectiva del
Programa de Acción de Beijing.
Perspectivas regionales
Las mujeres
se están organizando a nivel regional y nacional para asegurar que el género se
integre al proceso de decisión económico y de financiación para el desarrollo.
Economistas, activistas y, en algunos casos, funcionarios de gobierno, se han
reunido en India, Filipinas y Dinamarca, y se han formado redes nuevas, como la
Iniciativa Cartagena, de América Latina.
Mujeres
encargadas de formular las políticas y activistas reconocieron que las mujeres
organizadoras a nivel comunitario son excluidas del proceso oficial de FpD. Para
resolver este problema crítico, WEDO y UNIFEM auspiciaron una iniciativa
conjunta para ayudar a facilitar las políticas y procesos de decisión sensibles
al género en el proceso FpD. Como parte de esta asociación se organizaron
talleres regionales para África, Europa Central y Oriental/Nuevos Estados
Independientes, y Asia/Pacífico. Estos talleres reunieron a funcionarios de
gobierno, mujeres activistas comunitarias y economistas feministas para
compartir sus experiencias, elaborar estrategias y trabajar conjuntamente en
torno de problemas de FpD en sus regiones. Estos talleres tuvieron el objetivo
de atraer la atención regional al proceso FpD y catalizar aun más las gestiones
de campaña activista a nivel nacional, regional e internacional.
Participación de las mujeres
El proceso
FpD otorgó a las mujeres la oportunidad de llevar el análisis de género y la
perspectiva feminista a la discusión macroeconómica. Mientras WEDO, DAWN, el
Consejo Mundial de Iglesias/Equipo Ecuménico, la Confederación Internacional de
Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), y numerosas mujeres activistas
procuraron incorporar ese análisis y esas perspectivas y fueron una presencia y
recordatorio constante de la importancia de las inquietudes de género, la
participación general de las mujeres ha sido limitada.
En parte se
debe a las limitaciones objetivas de recursos financieros y humanos entre las
ONG de las mujeres. Pero un problema importante yace en la falta de mujeres en
el proceso de decisión económica y entre el movimiento más amplio de la sociedad
civil contra la globalización financiera. A pesar de los avances que hicieron
las mujeres en muchos campos, siguen estando poco representadas en los
organismos de decisión. Las mujeres comprenden sólo 13% de los legisladores
nacionales y 14% de los ministros de gobierno de todo el mundo, y se concentran
principalmente en los sectores considerados menos poderosos, como educación,
salud y deportes. Es reducido el número de mujeres que dirigen los sectores de
gobierno de mayor peso en la estructura de poder, con sólo 9,4% en el ámbito
jurídico y menos de 5% en posiciones económicas, políticas y ejecutivas.
En el FMI sólo hay 2,2% de gobernadoras (4 mujeres de 179 gobernadores) y no hay
mujeres entre los 24 directores.
La situación en el Banco Mundial no mejora mucho: las mujeres representan el
5,5% de los gobernadores (10 de un total de 181) y 2 de los 24 directores.
A menos que
haya una presencia importante de mujeres empoderadas para compartir sus
distintas experiencias, perspectivas, inquietudes y necesidades, las mismas no
serán reconocidas en el debate político. Esto es verdad no sólo en las
instituciones de gobierno e intergubernamentales, sino también entre las
organizaciones de la sociedad civil. Las mujeres siguen estando poco
representadas en el movimiento contra la globalización, que ha estado a la
vanguardia para redefinir una nueva estrategia de globalización concentrada en
promover un desarrollo sostenible y atacar la desigualdad de los ingresos. Las
mujeres activistas deben organizarse frente a los problemas de globalización y
procurar influir las agendas, no sólo de los gobiernos sino también de las ONG.
Primeros
pasos hacia el futuro
En la ONU
será muy importante llevar las discusiones y resultados de FpD a la preparación
para la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible, a celebrarse en Johannesburgo
en agosto de 2002. La visión y el alcance de esa cumbre residirá en parte en las
posibilidades y compromisos de financiación alcanzados en Monterrey.
La Cumbre
Mundial de Desarrollo Sostenible presenta la oportunidad para mirar mejor, y más
de cerca, desde una perspectiva de género, las Metas de Desarrollo del Milenio;
combatir la violencia contra las mujeres y atacar los problemas de la igualdad
de la mujer y el empoderamiento en la erradicación de la pobreza son inclusiones
importantes, pero no pueden en sí mismas cubrir adecuadamente las necesidades
generales de las mujeres, ni su papel en el desarrollo. Para alcanzar con éxito
las Metas del Milenio de erradicar la pobreza y el hambre, alcanzar la educación
primaria universal, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y
combatir el VIH/SIDA, es esencial documentar y comprender los distintos lugares
que ocupan hombres y mujeres, niños y niñas en la sociedad.
Además de los
indicadores sociales y económicos de las Metas de Desarrollo del Milenio,
también se destacan los compromisos para alcanzar la sostenibilidad ambiental.
Por tanto, la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible es una oportunidad para
unificar los componentes sociales, económicos y ambientales de sostenibilidad en
el contexto de las Metas del Milenio y las conferencias y acuerdos de la ONU de
la última década.
Las mujeres
saben que los diversos mecanismos de financiación en torno de la FpD son medios
para un fin mayor, el del desarrollo humano. Estos mecanismos de financiación se
discuten en muchos foros más: la OMC, el FMI, el Banco Mundial, los bancos
regionales de desarrollo y las empresas trasnacionales. Sin embargo, no existe
una institución que indague cómo se apropian cada uno ni las relaciones entre
ellos. Las consecuencias sociales de sus decisiones políticas son temas
secundarios. Por tanto, la ONU representa el único foro para la discusión
intergubernamental formal que vincule la financiación con el desarrollo social.
Esta característica de la FpD es lo que la hace única y lo que le otorga tanta
importancia para las mujeres.
Las mujeres
forjaron una agenda visionaria durante la última década de reuniones
internacionales sobre el desarrollo, desde los impetuosos días de Río de Janeiro
hasta las victorias de Beijing. Los éxitos que podemos festejar en la
implementación de estos compromisos –presupuestos para género en varios países;
nuevas leyes de equidad de género; mejoras en la legislación electoral–, no
bastan. Como declarara la fundadora de WEDO, Bella Abzug, “Tenemos las
palabras, ahora nos falta la música, y la música es la acción”. Para
transformar las palabras en acción a nivel internacional, las mujeres deben
llevar la FpD al foro de Desarrollo Sostenible. Y debemos hacerlo en mayor
cantidad –trabajando a nivel nacional, regional e internacional– mientras
seguimos luchando por la plena igualdad en el terreno social, político y
económico.
Notas:
Association for Women’s Rights In Development (AWID), Canada; Freedom From
Debt Coalition, Filipinas; Gender and Trade Network, Washington, DC; Consejo
Mundial de Iglesias/Equipo Ecuménico (WCC/ET), Nueva York; Women’s
Environment and Development Organisation (WEDO), Nueva York; Las
Multilaterales en la Mira de las Mujeres, México.
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