Home
 PAÍS POR PAÍS
 LOS GRANDES
 TEMAS
 AVANCES Y
 RETROCESOS
 INDICADORES
 DE DESARROLLO
  | ENGLISH | Compromisos | Informe anual Noticias | Acerca de  | Mapa del Sitio Contáctenos  
     Los grandes temas según los compromisos

2002
Avanzan los reclamos de desarrollo de las mujeres en el frente financiero

June Zeitlin; Nadia Johnson
Women’s Environment and Development Organization (WEDO)

La rápida globalización de la economía mundial exacerbó los retos que imponen los procesos de desigualdad y exclusión crecientes y la feminización de la pobreza. Sin embargo, el documento del Consenso de Monterrey no se opuso al marco macroeconómico vigente que perpetúa los desequilibrios, la desigualdad y el sufrimiento mundiales.

El proceso de Financiación para el Desarrollo (FpD) –dirigido a mecanismos para financiar las metas de desarrollo del Milenio y de las conferencias de los años 90– era una gran promesa para las mujeres.

En el proceso FpD, la sociedad civil argumenta que la globalización económica actual tiende a dejar a muchos países y personas por el camino, por lo cual hacen falta nuevos enfoques. Ese argumento recibe el apoyo de cada vez más gobiernos, dirigentes de instituciones financieras y comerciales internacionales, y de algunos líderes empresariales.

A pesar de estos esfuerzos, la voluntad política para reformar el sistema financiero y económico internacional ha decaído en forma constante. Los gobiernos optaron por mantener las políticas fallidas del Consenso de Washington –desregulación, privatización y liberalización comercial y financiera– que han incrementado el número de pobres, especialmente de las mujeres, y provocaron una creciente desigualdad en el mundo. Para nuestro asombro, a medida que llegaba a su fin el Cuarto Comité Preparatorio en enero de 2001, el borrador del documento del Consenso de Monterrey no se opuso al marco macroeconómico vigente que perpetúa los desequilibrios, la desigualdad y el sufrimiento mundiales.

Aunque se acepta por lo general que las mujeres comprenden la mayoría de los pobres del mundo,[1] el Consenso de Monterrey prácticamente no recurrió al análisis de género ni asumió ningún compromiso evidente con respecto a la igualdad de género. Ignora la posición singular que ocupa la mujer en el mercado de trabajo y el impacto desigual y negativo que ejercen las políticas económicas internacionales en los sectores donde predominan las mujeres.

Revela poca comprensión de las responsabilidades extraordinarias que tienen las mujeres en la administración de sus hogares, además de sus actividades generadoras de ingresos. A medida que los servicios sociales son privatizados, reducidos o eliminados en aras de la globalización, las mujeres cargan con más responsabilidades domésticas y menos ingresos. Esto no ha sido considerado en las deliberaciones oficiales de financiación.

Por primera vez se menciona el género en la sección Movilización de Recursos Internacionales, donde se exhorta a las empresas a “tomar en cuenta... las repercusiones para el desarrollo, sociales, de género y ambientales de sus emprendimientos” (párr. 21). Y aunque la sección Problemas Sistémicos incluye un llamado a “la integración de la perspectiva de género en las políticas de desarrollo a todo nivel y en todos los sectores” (párr. 58), el mismo es más limitado que una exhortación anterior más específica para integrar la perspectiva de género en las instituciones internacionales financieras y de desarrollo. Las tres secciones restantes –Comercio, AOD y Deuda– no mencionan las necesidades ni las inquietudes de las mujeres. El documento final casi seguramente habrá de carecer del tipo de cambios sistémicos o de análisis sistemático de género que implicarían un cambio real para las mujeres.

La Inversión Extranjera Directa, la Asistencia Oficial al Desarrollo (AOD), las zonas de libre comercio y otras fuerzas externas que afectan directamente la restructura social y económica de los países en desarrollo son problemas de desarrollo fundamentales para las mujeres del Sur. Por ejemplo, las políticas de ajuste estructural son defendidas por los países industriales como medio para promover un crecimiento económico efectivo y sostenido, pero en la práctica habilitan la explotación de las economías, los pueblos y los recursos naturales de los países en desarrollo por entidades externas. Esta realidad repercute directamente en los medios de subsistencia de las mujeres del Sur, pero, hasta el momento, su situación fue dejada de lado en el proceso FpD.

Las perspectivas y las recomendaciones de las mujeres en el proceso FpD fueron exploradas en una consulta entre WEDO y UNIFEM (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer) en el Segundo Comité Preparatorio en febrero de 2001. La reunión congregó a unas 30 representantes de organizaciones de mujeres de todo el mundo para buscar las maneras de incorporar una perspectiva feminista a la agenda del FpD. Representantes de seis de los grupos participantes[2] presentaron recomendaciones de las cuales se produjeron materiales de trabajo. Los materiales –un conjunto de documentos informativos sobre los problemas y un documento de propuestas específicas sobre cada uno de los temas de FpD– ofrecieron un punto de referencia a los delegados FpD que buscaban la manera de incorporar las inquietudes de género al proceso, y para que otras organizaciones de la sociedad civil integraran la perspectiva de género a sus propias propuestas sectoriales. A continuación se presentan los principales puntos y recomendaciones que plantearon las mujeres participantes.[3]

Movilización de recursos financieros nacionales para el desarrollo

Los gobiernos tienen un papel primordial en el desarrollo del sector financiero nacional, la protección de los servicios sociales y el suministro de recursos necesarios para el crecimiento de la capacidad y el potencial humanos. Pero la globalización y la liberalización de los mercados limitan severamente la capacidad de los gobiernos para brindar protección social e invertir en recursos humanos. En cambio, éstos tienen el dilema de crear un ambiente económico “competitivo” partiendo de políticas que conducen a la devastación social y económica. Los mercados liberalizados agravan la subordinación de las mujeres en numerosos ámbitos, como la alfabetización, la esperanza de vida y el acceso a la tierra, información, tecnología y educación. Las políticas tributarias podrían ser una herramienta útil para redistribuir la riqueza y atacar las desigualdades sociales, pero la capacidad de los gobiernos para generar ingresos fiscales es limitada por las reformas del tipo FMI/Banco Mundial, que favorecen principalmente a los hombres y a los sectores de medianos-altos ingresos, mientras reduce o elimina los subsidios a productos básicos como leche, pan y gas para cocinar, del cual dependen las comunidades pobres y particularmente las mujeres.[4]

Recomendaciones de las mujeres

  • Desarrollar análisis desglosados por género de los presupuestos nacionales para obtener datos sobre el trabajo de las mujeres –remunerado y sin remunerar, formal e informal– comparado con el de los hombres, de los cuales se pueden diseñar políticas y estrategias económicas de desarrollo que sean realmente equitativas y eficaces.

  • Adoptar y aplicar medidas de transparencia en los organismos que toman decisiones financieras, agencias e instituciones del gobierno. Tales medidas mejorarían la conciencia pública y la participación en los procesos de elaboración de las políticas, lo cual fomentaría la buena gestión de gobierno y la democracia, reduciendo las incidencias de corrupción.

  • Incorporar análisis con perspectiva de género en todos los procesos de decisión macroeconómicos. El microcrédito por sí solo no puede eliminar las barreras que impiden que las mujeres accedan a los mercados y recursos financieros. Las políticas macroeconómicas que refieren al comercio y los acuerdos crediticios, las empresas agrícolas, la distribución de la tierra y la administración tributaria se deben elaborar con conciencia y consideración de sus repercusiones en materia de género.

Movilización de recursos internacionales para el desarrollo: inversión extranjera directa y otros movimientos privados

La conciencia de género es crucial para la movilización de los recursos financieros internacionales que comprenden la transferencia de fondos. Las políticas y las instituciones no son neutras frente al género: afectan a las mujeres y a los hombres de manera diferente. Las mujeres constituyen la mitad de la población mundial pero controlan menos del 10% de los recursos y ganan menos que los hombres por una labor similar. La sensibilidad en cuanto a los asuntos de género es necesaria si han de ser eficaces las políticas de inversión y comercio, ya que las desigualdades y prejuicios de género limitan la capacidad de las mujeres para aprovechar las oportunidades existentes, responder a iniciativas políticas o participar en avances productivos en términos de derechos sobre la tierra, créditos y tecnología. La pauta a seguir debe ser cómo movilizar los recursos internacionales para el desarrollo, en el contexto de políticas económicas y financieras conscientes del género, para asegurar que se incluyan las inquietudes de mujeres y niñas.[5]

Recomendaciones de las mujeres

  • Dar prioridad al desarrollo humano sostenible y sensible al género como parte integral del crecimiento económico. Un mecanismo que facilite esta política sería la creación de una oficina de género en los ministerios de finanzas de cada país.

  • Adoptar regímenes que tomen en cuenta el género y el ambiente para controlar los movimientos internacionales de capital y las prácticas de empleo de las empresas trasnacionales.

  • Crear Evaluaciones de Impactos de Sostenibilidad sensibles al género sobre las sociedades público-privadas que analicen los riesgos sociales y fiscales de las empresas e inversiones mixtas, así como la responsabilidad social, la transparencia y la participación de organizaciones de mujeres y de otros grupos y sindicatos de la sociedad civil.

  • Desarrollar programas sensibles al género que vinculen el desarrollo de pequeñas empresas con empresas extranjeras y estimulen la transferencia de información y tecnología a las pequeñas empresas y el sector informal.

Comercio internacional como motor del desarrollo

La liberalización comercial avanza rápidamente con poca consideración del costo que implica para mujeres y hombres de los países en desarrollo, o sus consecuencias para la igualdad social y de género. Este desinterés impone obstáculos especiales a las mujeres en los terrenos de la seguridad y protección alimentaria, la subsistencia agrícola y el desarrollo rural, la salud y la atención médica, y el acceso a los servicios públicos, la diversidad pública y la tecnología. Asimismo, medidas limitantes de las inversiones tienen graves consecuencias para el desarrollo y el crecimiento de micro y pequeñas empresas, donde se concentran las mujeres.[6]

Recomendaciones de las mujeres

  • Realizar una evaluación integral del impacto social y de género que tiene el actual marco del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (GATS) seguida de una renegociación para cubrir las necesidades de los países en desarrollo.

  • Eliminar los Acuerdos sobre Agricultura, Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPs) y Medidas en Materia de Inversiones Relacionadas con el Comercio (TRIMs) del ámbito de la OMC; las decisiones sobre agricultura e inversión deben dejarse a nivel nacional.

  • Diseñar sistemas de desarrollo sensibles al género y socialmente equitativos que protejan los conocimientos tradicionales al reconocer el aporte de los agricultores, el compartir los beneficios y las disposiciones de consentimiento previo.

  • Asegurar que los vínculos entre inversión extranjera directa y políticas comerciales conduzcan a una situación de empleo equitativa, segura y sostenible. Las zonas procesadoras de exportaciones están repletas de ejemplos de los impactos negativos que estos vínculos pueden tener para los trabajadores, sobre todo para mujeres y niños.

Creciente cooperación financiera internacional para el desarrollo

Para erradicar la pobreza, la ayuda financiera debe concentrarse en las mujeres y las niñas, que constituyen la mayoría de los pobres del mundo y padecen más los efectos de la pobreza. La AOD y otras formas de ayuda financiera internacional desempeñan un papel importante a la hora de definir los marcos macroeconómicos y sus procesos derivados. Sin embargo, algunas importantes estrategias nuevas que tienen el potencial de mejorar la coordinación de los donantes y la apropiación nacional de los modelos de desarrollo –Marcos de Desarrollo por País, Estrategias de Reducción de la Pobreza (PRSP), Canjes de Deuda (SWAP), etc.– son neutros ante el género. Dada la experiencia de pasadas políticas de reformas económicas, es probable que estos enfoques nuevos tengan consecuencias igualmente desestabilizadoras y efectos negativos, particularmente para las mujeres. Estos nuevos marcos estratégicos deben ser revisados para que apoyen políticas socioeconómicas sólidas y permitan que entidades de desarrollo en los países receptores dirijan la aplicación de la AOD, concentrándose en la protección ambiental, los derechos laborales y la igualdad de género.[7]

Recomendaciones de las mujeres

  • Los países industrializados deben incrementar la AOD a 0,7% del PNB para cumplir los compromisos asumidos en el Foro del Milenio y la Tercera Conferencia de la ONU sobre los Países Menos Adelantados. Se debe fijar un cronograma que cumpla esta meta, comenzando con el respaldo a la propuesta que hiciera el Secretario General de la ONU para duplicar los aportes a USD 100 mil millones en los próximos dos o tres años, para reducir a la mitad la cantidad de personas que viven en pobreza extrema para 2015.[8]

  • La AOD debe apoyar la asistencia técnica para fortalecer la capacidad institucional en el análisis de género, incluyendo recursos y ayuda técnica para datos desglosados por género, como las consecuencias de las políticas en grupos diferentes de mujeres y hombres; y debe fortalecer el diseño y la administración de programas, políticas y procedimientos operacionales en los países en desarrollo y los países en transición económica.

  • Financiar los bienes públicos globales además de la AOD, e incluir la erradicación del VIH/SIDA y otras principales enfermedades infecciosas, protección ambiental, erradicación de la pobreza e igualdad de género entre estas metas.

  • Concentrar la cooperación internacional para cumplir las metas de desarrollo acordadas internacionalmente, inclusive aquellas surgidas de tratados de derechos humanos, documentos producidos en las conferencias de la ONU en los años 90 y la Declaración del Milenio.

Financiación sostenible de la deuda y alivio de la deuda externa

La deuda externa crece exponencialmente y la reducción de la deuda sigue siendo un ejercicio de poder y control realizado a través de las políticas de ajuste estructural impuestas por las instituciones financieras internacionales que agotan los valiosos recursos de los países deudores. Las propuestas actuales para administrar la deuda –la PPME y la Iniciativa reforzada para los PPME– ofrecen muy poco y muy tarde a muy pocos países ya que son diseñadas por los acreedores para recaudar la deuda y no para reducirla. Pero a menos que los planes actuales de administración de la deuda se conviertan en oportunidades de liberación de la deuda efectivas, equitativas, orientadas al desarrollo y duraderas, el devastador ciclo de acumulación de deuda se repetirá, condenando a más millones de personas al sufrimiento.

Las políticas de ajuste estructural le dan prioridad al pago de la deuda frente al gasto en salud, educación, saneamiento, agua potable y otras necesidades sociales. Esto socava la responsabilidad que tienen los gobiernos deudores para con sus poblaciones y erosiona sus instituciones democráticas. Las negociaciones de la deuda y los préstamos se conducen en secreto entre las élites del Norte y del Sur, fomentando la corrupción. Atrapadas en la división entre las esferas productivas y reproductivas de la vida, las mujeres soportan el mayor impacto de la dependencia de la deuda, la adopción de los programas de ajuste estructural y el subdesarrollo.[9]

Recomendaciones de las mujeres

  • Cancelar la deuda de los países de bajos ingresos y las deudas ilegítimas de todos los países del Sur, con efectos inmediatos.

  • Instituir la reducción inmediata de la deuda para los países de medianos ingresos gravemente endeudados.

  • Asegurar la participación activa de la sociedad civil en el proceso de decisión para determinar la asignación de fondos procedentes de préstamos nuevos y liberados por la reducción de la deuda.

  • Comenzando con los países pobres muy endeudados en África, eliminar las condiciones ligadas a los préstamos nuevos y la reducción de la deuda que perpetúan el endeudamiento, como se manifiesta en los PRSP y las iniciativas reforzadas para los PPME.

  • Incorporar un proceso de arbitraje independiente y transparente para negociar la cancelación internacional de la deuda que asegure que pérdidas y ganancias se compartan en condiciones de igualdad, y establecer políticas crediticias éticas para impedir futuras crisis de deuda.

Problemas sistémicos: reforzar la coherencia y la consistencia de los sistemas monetario, financiero y comercial internacionales en respaldo del desarrollo

Las tres principales dimensiones de este tema contencioso son reformar la arquitectura financiera internacional, mejorar la gobernanza global y fortalecer el papel de la ONU. Está juego en el rumbo que tomará la financiación para el desarrollo después de Monterrey. Las ONG de mujeres y otros grupos argumentan que el ecosistema humano mundial corre peligro debido a los fuertes desequilibrios en productividad, movilización de recursos y distribución de productos y servicios resultantes de las políticas del Consenso de Washington, que fomentan la desregulación, la privatización y la liberalización comercial y financiera. Este modelo, que subordina la erradicación de la pobreza y la igualdad de género al crecimiento económico, es económicamente y políticamente insostenible. El reto es cambiar la estructura y las reglas de la gobernanza existente por un sistema que ayude a alcanzar el desarrollo humano sostenible.

Recomendaciones de las mujeres

  • Supervisar las condiciones, políticas e instituciones económicas internacionales desde la perspectiva de las metas de desarrollo, incluyendo la erradicación de la pobreza y la igualdad de género, como está estipulado en la Carta de la ONU, la Declaración del Milenio y todas las conferencias de la ONU de la década pasada.

  • Incluir todos los sectores de la sociedad civil, particularmente a las mujeres, en la elaboración y aplicación de políticas comerciales, fiscales y financieras a nivel nacional, regional e internacional.[10]

  • Establecer la primacía de la ONU a la hora de enfrentar la falta de democracia y transparencia institucional en las instituciones financieras y comerciales internacionales: Banco Mundial, FMI y OMC.[11]

  • Respaldar las gestiones de gobierno para alcanzar la aplicación plena y efectiva del Programa de Acción de Beijing.

Perspectivas regionales

Las mujeres se están organizando a nivel regional y nacional para asegurar que el género se integre al proceso de decisión económico y de financiación para el desarrollo. Economistas, activistas y, en algunos casos, funcionarios de gobierno, se han reunido en India, Filipinas y Dinamarca, y se han formado redes nuevas, como la Iniciativa Cartagena, de América Latina.

Mujeres encargadas de formular las políticas y activistas reconocieron que las mujeres organizadoras a nivel comunitario son excluidas del proceso oficial de FpD. Para resolver este problema crítico, WEDO y UNIFEM auspiciaron una iniciativa conjunta para ayudar a facilitar las políticas y procesos de decisión sensibles al género en el proceso FpD. Como parte de esta asociación se organizaron talleres regionales para África, Europa Central y Oriental/Nuevos Estados Independientes, y Asia/Pacífico. Estos talleres reunieron a funcionarios de gobierno, mujeres activistas comunitarias y economistas feministas para compartir sus experiencias, elaborar estrategias y trabajar conjuntamente en torno de problemas de FpD en sus regiones. Estos talleres tuvieron el objetivo de atraer la atención regional al proceso FpD y catalizar aun más las gestiones de campaña activista a nivel nacional, regional e internacional.

Participación de las mujeres

El proceso FpD otorgó a las mujeres la oportunidad de llevar el análisis de género y la perspectiva feminista a la discusión macroeconómica. Mientras WEDO, DAWN, el Consejo Mundial de Iglesias/Equipo Ecuménico, la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), y numerosas mujeres activistas procuraron incorporar ese análisis y esas perspectivas y fueron una presencia y recordatorio constante de la importancia de las inquietudes de género, la participación general de las mujeres ha sido limitada.

En parte se debe a las limitaciones objetivas de recursos financieros y humanos entre las ONG de las mujeres. Pero un problema importante yace en la falta de mujeres en el proceso de decisión económica y entre el movimiento más amplio de la sociedad civil contra la globalización financiera. A pesar de los avances que hicieron las mujeres en muchos campos, siguen estando poco representadas en los organismos de decisión. Las mujeres comprenden sólo 13% de los legisladores nacionales y 14% de los ministros de gobierno de todo el mundo, y se concentran principalmente en los sectores considerados menos poderosos, como educación, salud y deportes. Es reducido el número de mujeres que dirigen los sectores de gobierno de mayor peso en la estructura de poder, con sólo 9,4% en el ámbito jurídico y menos de 5% en posiciones económicas, políticas y ejecutivas.[12] En el FMI sólo hay 2,2% de gobernadoras (4 mujeres de 179 gobernadores) y no hay mujeres entre los 24 directores.[13] La situación en el Banco Mundial no mejora mucho: las mujeres representan el 5,5% de los gobernadores (10 de un total de 181) y 2 de los 24 directores.[14]

A menos que haya una presencia importante de mujeres empoderadas para compartir sus distintas experiencias, perspectivas, inquietudes y necesidades, las mismas no serán reconocidas en el debate político. Esto es verdad no sólo en las instituciones de gobierno e intergubernamentales, sino también entre las organizaciones de la sociedad civil. Las mujeres siguen estando poco representadas en el movimiento contra la globalización, que ha estado a la vanguardia para redefinir una nueva estrategia de globalización concentrada en promover un desarrollo sostenible y atacar la desigualdad de los ingresos. Las mujeres activistas deben organizarse frente a los problemas de globalización y procurar influir las agendas, no sólo de los gobiernos sino también de las ONG.

Primeros pasos hacia el futuro

En la ONU será muy importante llevar las discusiones y resultados de FpD a la preparación para la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible, a celebrarse en Johannesburgo en agosto de 2002. La visión y el alcance de esa cumbre residirá en parte en las posibilidades y compromisos de financiación alcanzados en Monterrey.

La Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible presenta la oportunidad para mirar mejor, y más de cerca, desde una perspectiva de género, las Metas de Desarrollo del Milenio; combatir la violencia contra las mujeres y atacar los problemas de la igualdad de la mujer y el empoderamiento en la erradicación de la pobreza son inclusiones importantes, pero no pueden en sí mismas cubrir adecuadamente las necesidades generales de las mujeres, ni su papel en el desarrollo. Para alcanzar con éxito las Metas del Milenio de erradicar la pobreza y el hambre, alcanzar la educación primaria universal, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y combatir el VIH/SIDA, es esencial documentar y comprender los distintos lugares que ocupan hombres y mujeres, niños y niñas en la sociedad.

Además de los indicadores sociales y económicos de las Metas de Desarrollo del Milenio, también se destacan los compromisos para alcanzar la sostenibilidad ambiental. Por tanto, la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible es una oportunidad para unificar los componentes sociales, económicos y ambientales de sostenibilidad en el contexto de las Metas del Milenio y las conferencias y acuerdos de la ONU de la última década.

Las mujeres saben que los diversos mecanismos de financiación en torno de la FpD son medios para un fin mayor, el del desarrollo humano. Estos mecanismos de financiación se discuten en muchos foros más: la OMC, el FMI, el Banco Mundial, los bancos regionales de desarrollo y las empresas trasnacionales. Sin embargo, no existe una institución que indague cómo se apropian cada uno ni las relaciones entre ellos. Las consecuencias sociales de sus decisiones políticas son temas secundarios. Por tanto, la ONU representa el único foro para la discusión intergubernamental formal que vincule la financiación con el desarrollo social. Esta característica de la FpD es lo que la hace única y lo que le otorga tanta importancia para las mujeres.

Las mujeres forjaron una agenda visionaria durante la última década de reuniones internacionales sobre el desarrollo, desde los impetuosos días de Río de Janeiro hasta las victorias de Beijing. Los éxitos que podemos festejar en la implementación de estos compromisos –presupuestos para género en varios países; nuevas leyes de equidad de género; mejoras en la legislación electoral–, no bastan. Como declarara la fundadora de WEDO, Bella Abzug, “Tenemos las palabras, ahora nos falta la música, y la música es la acción”. Para transformar las palabras en acción a nivel internacional, las mujeres deben llevar la FpD al foro de Desarrollo Sostenible. Y debemos hacerlo en mayor cantidad –trabajando a nivel nacional, regional e internacional– mientras seguimos luchando por la plena igualdad en el terreno social, político y económico.

Notas: 

[1] El cálculo habitual es 70%, pero dado que “aún no surgieron indicadores de pobreza de ingreso que tomen en cuenta el género... no hay forma de calcular el alcance de la feminización de la pobreza”. Biennial Report: Progress of the World’s Women 2000. UNIFEM, 2000. p. 95.

[2] Association for Women’s Rights In Development (AWID), Canada; Freedom From Debt Coalition, Filipinas; Gender and Trade Network, Washington, DC; Consejo Mundial de Iglesias/Equipo Ecuménico (WCC/ET), Nueva York; Women’s Environment and Development Organisation (WEDO), Nueva York; Las Multilaterales en la Mira de las Mujeres, México.

[3] En parte tomado de un trabajo encargado por UNIFEM: M. Floro. “Gender Dimensions of the Financing for Development Agenda”. Abril de 2001.

[4] N. Johnson. “Mobilising Domestic Resources: Women’s Consultation Briefing Paper”. Septiembre de 2001, Nueva York.

[5] J. Goodson Foerde. “Mobilising International Resources: Women’s Consultation Briefing Paper”. Septiembre de 2001, Nueva York.

[6] M. Williams y M. Riley. “Trade: Women’s Consultation Briefing Paper”. Septiembre de 2001, Washington D.C.

[7] J. Kerr. “Official Development Assistance: Women’s Consultation Briefing Paper”. Septiembre de 2001, Canadá.

[8] Comunicado de prensa de la reunión de ONG de FpD, 22 de enero de 2002, Nueva York.

[9] Lerner, G., Lozada, R., y Torres, V., ”Debt: Women’s Consultation Briefing Paper”, Septiembre 2001, Nueva York y Filipinas.

[10] Laura Frade, Las Multilaterales en la Mira de las Mujeres, “Women’s Consultation Recommendations, FfD PrepCom III”, 2-8 de mayo de 2001, Nueva York.

[11] Comunicado de prensa, op.cit.

[12] S. Reyes. “Women Working with Women: Breaking Down the Barriers”; “Getting the Balance Right: Strategies for Change”. WEDO, 2001, Nueva York.

[13] Informe Anual del FMI, 2001.

[14] http://www.worldbank.org/about/

June Zeitlin es Directora Ejecutiva y Nadia Johnson es Socia de Programa Económico y de Justicia Social, Women’s Environment and Development Organisation (WEDO).

 

 


  | ENGLISH | Compromisos | Informe Anual| Noticias | Acerca de  | Mapa del Sitio Contáctenos   
Buscar en Control Ciudadano en Internet con Choike

Instituto del Tercer Mundo - Control Ciudadano

Control Ciudadano es una red internacional de organizaciones ciudadanas que informan sobre la erradicación de la pobreza y la igualdad de género.

18 de Julio 1077/902, Montevideo 11100, Uruguay
Tel: + 598-2-902-04-90. Fax: + 598-2-902-04-90/113.
e-mail: socwatch@socialwatch.org