2000
¿Nuevas familias para un nuevo siglo?
Irma Arriagada
La región latinoamericana –al igual que el resto del mundo- se encuentra inserta en la globalización. Entre las principales características de este proceso están los grandes avances tecnológicos que revolucionan las comunicaciones, la información y el transporte; la mayor apertura del comercio internacional; y la existencia de redes de producción de carácter internacional. Estos procesos han generado nuevas formas de organización social que han sido denominadas de “sociedad en red” (Castells, 1998) las que, paradojalmente, se acompañan con el aumento de las brechas sociales.
Procesos de globalización
La globalización se basa en la
creciente flexibilidad de los procesos económicos (Lagos, R. 1994 y Abreu, A.
1995). Un primer tipo de flexibilidad se
produce en la forma de producción,
con alteración de la división técnica del trabajo, lo que ha generado
nuevos modelos de especialización y división internacional de éste, con fuertes
impactos en el mercado laboral y específicamente en el empleo. Este cambio
técnico permite la mayor dispersión geográfica de los distintos eslabones de
producción, originando una mayor heterogeneidad en el mercado de trabajo. De
esta forma, se genera un bajo ritmo de crecimiento de puestos de alta
productividad y la disminución de ocupaciones en pequeñas o medianas empresas
que son las que absorben más mano de obra. Se gesta así, un modelo de
crecimiento económico que no genera empleo.
Otra forma de flexibilidad se manifiesta en la estructura
organizacional de las empresas
que utilizan las redes de subcontratación y sociedades entre firmas; y en la
flexibilidad del mercado de trabajo, con crecientes desregulaciones en
los contratos, costumbres y prácticas que lo reorganizan, facilitando la
contratación y el despido de los trabajadores. Junto con la creciente
desprotección laboral se produce una importante asimetría: los empleadores
pueden movilizar sus capitales y desconcentrar su producción hacia otros
mercados extranjeros pero los trabajadores no tienen la misma movilidad
espacial.
Además, los procesos de globalización provocan una serie de contradicciones:
aumenta la desprotección laboral, lo que incide en un aumento de la necesidad de
seguridad social para la población –en especial la de mayor edad–, que se
produce junto con la dificultad de los gobiernos para proveer esa seguridad (Rodrik,
1997). Esta tendencia genera, a su vez, una ampliación de la segmentación social
entre incluidos en el sistema (con trabajo, con seguridad social, educación y
salud, por ejemplo) y aquellos que quedan fuera del empleo, lo que los excluye
de la cobertura de los servicios sociales.
Asimismo, los cambios en los medios
de comunicación han producido la paradoja de una mayor integración a un modelo
cultural homogéneo y la existencia de grandes diversidades en la satisfacción de
las necesidades y en las aspiraciones de consumo que ese modelo plantea, es
decir, se ha ampliado la brecha entre la integración simbólica y la integración
material.
Modernización sin modernidad
El proceso de
globalización tiene repercusiones no sólo en lo económico sino que está
acompañado por grandes transformaciones en los ámbitos sociales, laborales y
culturales.
La situación
que vive en la actualidad Latinoamérica se le puede denominar de modernización
frágil sin modernidad (Calderón, Hopenhayn y Ottone, 1993). Algunos de los
elementos que impulsan esta creciente modernización se han desarrollado de
manera segmentada, sin ser acompañados por procesos de modernidad, que aluden
principalmente a las dimensiones culturales de esos cambios.
Estas modificaciones de las
condiciones básicas de vida por los grandes procesos asociados a la
globalización y a la modernización (en especial, las migraciones, los nuevos
patrones de consumo y las nuevas formas de inserción laboral) influyen de manera
importante en la percepción que las familias tienen de sí mismas, así como de la
percepción de los sujetos en tanto esposo/a hijos/as y respecto de su familia
extensa.
Desde una
perspectiva social y cultural podemos señalar algunos aspectos preocupantes del
relativo deterioro económico y distributivo que afecta a las familias.
A partir de la crisis de la deuda y de los
programas de ajuste estructural aplicados en la región, la carga más pesada de
estos cambios ha recaído de manera desproporcionada sobre las familias pobres.
Aunque en América Latina entre 1994 y 1997 los hogares pobres disminuyeron de
38% a 36%, la población pobre latinoamericana aumentó en 2.5 millones (CEPAL,
1999). Esta situación ha aumentado las desigualdades sociales.
El sistema
productivo ha generado una gran desigualdad y heterogeneidad en términos de
acceso al consumo de bienes y servicios básicos como educación, salud y
seguridad social producto de la desigual oferta ocupacional y de la
concentración de ingresos, junto a procesos de
creciente privatización y encarecimiento de servicios básicos.
En la mayoría de los
países de América Latina se han desarrollado procesos de desregulación del
mercado laboral, los que se han traducido en desempleo e inestabilidad,
ampliación de las jornadas laborales y disminución de los salarios. Ello ha
significado un mayor número de aportantes económicos al hogar (mujeres, jóvenes
y niños) para cubrir las necesidades básicas de las familias, modificando la
organización al interior de este.
Desde la perspectiva de la
capacidad de organización de trabajadores y trabajadoras, ésta se ha visto
disminuida por la nueva normativa laboral de flexibilización de contratos y
despidos. La capacidad de negociación se ha reducido también por los niveles
crecientes de desempleo y por la inestabilidad laboral de las personas.
El
sistema económico que se ha implementado con preeminencia del mercado, ha
generado nuevas necesidades de consumo que para la mayoría de las familias no es
posible satisfacer pues se acompaña de la reducción de los salarios medios.
Así, en América Latina, el salario medio real urbano de un índice de 100 en
1980, había descendido a 70 en 1997 (OIT, 1998. Este crecimiento de las
necesidades de consumo con dificultades para satisfacerlas, genera fenómenos de
creciente frustración y promueve la búsqueda de alternativas no lícitas que se
expresan en creciente delincuencia, tráfico de drogas y corrupción entre otros
fenómenos de violencia y exclusión social.
La pérdida de sentido comunitario
y familiar está erosionando la convivencia de una parte importante de los
latinoamericanos y latinoamericanas, los que enfrentan condiciones de alta
inseguridad y precariedad (Véase Arriagada y Godoy, 1999).
Grandes
cambios en las familias
Uno de los
cambios más importantes ocurridos en las últimas décadas
en el continente, es la declinación de las
bases de sustentación de un modelo patriarcal de familia que se caracteriza por
la autoridad ejercida por el padre sobre la esposa y los hijos. Esta declinación
se asocia con los siguientes hechos:
-
Incorporación
masiva de las mujeres al mercado de trabajo
que modifica los patrones habituales de funcionamiento del hogar,
produciéndose una nueva distribución del tiempo, poder y trabajo al interior
de la familia que afecta especialmente a las mujeres y que significa una
sobrecarga de trabajo para ellas.
-
Agotamiento del
sistema de aportante único al hogar y cambio en la valoración de los nuevos
aportantes económicos de este (mujeres, jóvenes y niños). Surgen también
nuevos arreglos familiares. Los hogares encabezados por mujeres – que en su
mayoría corresponden a los hogares con ausencia del cónyuge/padre - han
crecido entre 1990 y 1997 en todos los países, constituyéndose entre un cuarto
y un tercio de los hogares según los países (en 1997 fluctuaban entre 18% en
México y 37% en Nicaragua). Pese a su leve disminución entre 1986 y 1997, las
familias nucleares continúan siendo predominantes en América Latina y oscilan
entre 53% (Rep. Dominicana) y 71% (México) del total de las familias (Véase
cuadro 1). Sin
embargo, estas familias nucleares muestran una gran diversidad
que se expresa en familias reconstituidas, familias que declaran ser de
jefatura femenina, familias sin hijos. En el período entre 1986 y 1997 han
crecido los hogares unipersonales, reflejo en parte del envejecimiento de la
población en los países de transición demográfica avanzada y han disminuido
los extensos y compuestos, como parte del proceso de urbanización.
Cuadro 1
AMÉRICA LATINA (15 PAÍSES):
TIPOS DE HOGARES Y FAMILIAS. ÁREAS URBANAS.
Alrededor de 1986-1994-1997
Países |
|
Tipos
de |
hogares y |
familias |
|
|
|
|
Unipersonal |
Nuclear |
Extensa y compuesta |
Hogar sin núcleo |
Total |
Argentina |
1986 |
11.3 |
71.9 |
12.7 |
4.1 |
100.0 |
|
1997 |
15.8 |
65.9 |
13.7 |
4.7 |
100.0 |
Bolivia |
1994 |
7.6 |
71.2 |
16.4 |
3.8 |
100.0 |
|
1997 |
9.2 |
69.2 |
17.4 |
4.1 |
100.0 |
Brasil |
1987 |
6.9 |
76.8 |
12.3 |
4.0 |
100.0 |
|
1997 |
8.0 |
64.7 |
23.2 |
4.0 |
100.0 |
Chile |
1987 |
6.4 |
61.6 |
27.6 |
4.5 |
100.0 |
|
1996 |
6.8 |
66.0 |
23.3 |
3.8 |
100.0 |
Colombia
|
1994 |
5.0 |
64.2 |
23.3 |
5.5 |
100.0 |
|
1997 |
6.1 |
61.9 |
26.4 |
5.4 |
100.0 |
Costa Rica |
1988 |
4.4 |
68.2 |
22.5 |
4.9 |
100.0 |
|
1997 |
6.5 |
68.8 |
20.5 |
4.2 |
100.0 |
Ecuador |
1997 |
5.5 |
63.7 |
26.4 |
4.4 |
100.0 |
Honduras |
1994 |
3.4 |
58.2 |
33.8 |
4.7 |
100.0 |
|
1997 |
5.6 |
54.3 |
34.2 |
5.8 |
100.0 |
México |
1984 |
5.2 |
70.3 |
19.9 |
4.6 |
100.0 |
|
1997 |
6.1 |
71.0 |
19.3 |
3.6 |
100.0 |
Nicaragua |
1997 |
4.5 |
57.0 |
33.7 |
4.9 |
100.0 |
Panamá |
1986 |
12.0 |
61.0 |
20.1 |
6.9 |
100.0 |
|
1997 |
8.1 |
61.2 |
25.5 |
5.2 |
100.0 |
Paraguay |
1994 |
7.8 |
54.9 |
32.6 |
4.8 |
100.0 |
|
1997 |
7.6 |
58.1 |
30.3 |
4.1 |
100.0 |
Rep. Dominicana |
1997 |
8.3 |
52.8 |
31.4 |
7.3 |
100.0 |
Uruguay |
1986 |
11.9 |
63.3 |
18.6 |
6.2 |
100.0 |
|
1997 |
15.9 |
60.9 |
17.3 |
5.7 |
100.0 |
Venezuela (a) |
1986 |
4.5 |
56.4 |
33.8 |
5.3 |
100.0 |
|
1997 |
5.2 |
58.5 |
31.8 |
4.5 |
100.0 |
Fuente:
CEPAL, tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los respectivos
países.
(a) Venezuela 1997 corresponde al total del
país.
-
En términos de ciclo de vida
han ocurrido cambios muy importantes en la magnitud de familias que se ubican
en cada etapa. Fenómeno atribuible a los importantes cambios demográficos, en
especial el descenso de las tasas de natalidad de los años setenta. Han
crecido de manera importante las familias cuyo hijo mayor tiene más de 13 años
y se han reducido el número de familias cuyos hijos mayores tienen menos de
esa edad (Véase cuadro 2). De esta forma, la proporción más importante de las
familias en América Latina está en la etapa en que el hijo mayor tiene 19 años
o más. Este cambio puede relacionarse también con la disminución de la pobreza
en estos hogares por la presencia de mayor número de aportantes económicos al
hogar, puesto que una proporción importante de población mayor de 15 años ya
está incorporada al mercado de trabajo.
Cuadro 2
AMÉRICA LATINA (12 PAÍSES):
CICLO DE VIDA FAMILIAR (1) ÁREAS URBANAS.
1986-1994-1997
Países |
Ciclo de vida |
Total |
|
Pareja joven sin hijos
(2) |
Hijo mayor entre 0 y 12
años |
Hijo mayor entre 13 y 18
años |
Hijo mayor de 19 y más
años |
Pareja adulta sin hijos |
|
Argentina |
1986 |
3.7 |
45.2 |
13.2 |
20.8 |
17.1 |
100.0 |
|
1997 |
4.4 |
24.8 |
15.3 |
38.3 |
17.2 |
100.0 |
Bolivia |
1994 |
3.3 |
40.3 |
22.6 |
29.7 |
4.2 |
100.0 |
|
1997 |
2.3 |
33.1 |
25.3 |
33.6 |
5.8 |
100.0 |
Brasil |
1987 |
5.9 |
62.2 |
10.9 |
13.2 |
7.9 |
100.0 |
|
1997 |
4.7 |
33.9 |
21.9 |
31.7 |
7.8 |
100.0 |
Chile |
1987 |
2.6 |
48.8 |
15.8 |
24.6 |
8.1 |
100.0 |
|
1996 |
2.7 |
30.4 |
18.8 |
39.1 |
8.8 |
100.0 |
Colombia |
1994 |
3.9 |
35.0 |
20.8 |
32.4 |
7.9 |
100.0 |
|
1997 |
3.8 |
31.8 |
20.7 |
38.5 |
5.1 |
100.0 |
Costa Rica |
1988 |
3.4 |
44.7 |
18.7 |
27.1 |
6.1 |
100.0 |
|
1997 |
3.6 |
29.0 |
19.5 |
40.5 |
7.5 |
100.0 |
Ecuador |
1997 |
3.6 |
32.6 |
20.5 |
37.1 |
6.2 |
100.0 |
El Salvador |
1997 |
2.7 |
31.2 |
19.8 |
39.2 |
7.1 |
100.0 |
Honduras |
1994 |
2.9 |
35.9 |
23.7 |
34.3 |
3.2 |
100.0 |
|
1997 |
3.2 |
35.0 |
21.7 |
35.7 |
4.4 |
100.0 |
México |
1984 |
3.1 |
68.5 |
9.9 |
13.2 |
5.1 |
100.0 |
|
1997 |
3.7 |
36.1 |
19.9 |
34.3 |
5.5 |
100.0 |
Panamá |
1994 |
3.5 |
31.7 |
20.2 |
37.6 |
7.1 |
100.0 |
|
1997 |
3.5 |
30.6 |
18.8 |
39.4 |
7.6 |
100.0 |
Paraguay |
1994 |
5.8 |
38.3 |
19.9 |
28.8 |
7.2 |
100.0 |
|
1997 |
5.2 |
36.1 |
17.9 |
34.4 |
6.3 |
100.0 |
Rep. Dominicana |
1997 |
6.2 |
35.2 |
18.8 |
33.6 |
5.9 |
100.0 |
Uruguay |
1986 |
3.7 |
42.1 |
11.7 |
22.2 |
20.2 |
100.0 |
|
1997 |
3.3 |
20.4 |
16.2 |
39.6 |
20.3 |
100.0 |
Venezuela (3) |
1986 |
3.0 |
61.3 |
14.4 |
17.2 |
4.0 |
100.0 |
|
1997 |
2.3 |
30.1 |
22.4 |
41.2 |
5.0 |
100.0 |
Fuente:
CEPAL, tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los respectivos
países.
(1) Excluye hogares
unipersonales y sin núcleo familiar.
(2) La mujer jefa de hogar o cónyuge tiene una edad igual o menor a 35 años. En
la pareja adulta, la mujer supera esa edad.
(3) Venezuela 1997 corresponde al total del país.
-
Desde
otra perspectiva, se han producido cambios substanciales y una mayor
complejidad en las funciones familiares, ya que éstas a diferencia del pasado,
no se realizan exclusivamente al interior de las familias, es decir, la
familia no monopoliza estas funciones. En
la actualidad las familias cumplen las funciones reproductivas biológicas, aun
cuando muchos nacimientos se efectúan fuera del matrimonio. En especial, llama
la atención el aumento de la fecundidad adolescente, como un fenómeno cultural
no sólo ligado a la extrema pobreza. Las funciones afectivas y de conyugalidad
también se realizan fuera del matrimonio y las funciones de cuidado y
socialización temprana de los hijos se comparten cada vez más con otros
agentes sociales escuela, parvulario, otros familiares, otros no familiares,
según las posibilidades económicas de los distintos estratos sociales y la
presencia o no de familias extensas. Por último en las funciones de
ocio, recreación y del uso del tiempo libre se aprecia una búsqueda de
patrones de recreación como individuos y no como familia.
Los cambios
sociales, económicos y culturales
afectan de manera importante las relaciones internas
de las familias. Cabe indicar la importancia que ha adquirido en la década de
los noventa un fenómeno muy antiguo pero de reciente presencia en el
ámbito público, como es el de la violencia intrafamiliar. En algunos casos esta
violencia se ha acentuado por la oposición masculina que han encontrado las
mujeres para ejercer los nuevos roles económicos que la propia familia demanda y
que se reflejan en conflictos para ejercer su derecho a trabajar.
A pesar
que las bases de sustentación del modelo patriarcal se han modificado
fuertemente, persisten formas de representación e imágenes culturales de
dominación que explican las distancias entre los discursos y las prácticas. Se
ha ido produciendo una nueva definición de roles conyugales donde el principio
de igualdad se manifiesta lentamente y se relaciona con el aporte económico que
realizan al hogar mujeres e hijos. Se aprecian nuevas relaciones
paterno-filiales con aumento de los derechos de los niños y pérdida de
importancia de las relaciones de jerarquía y de sumisión (por la caída de la
fecundidad, la tendencia al hijo único llevaría al riesgo de una ausencia de
relaciones entre hermanos a futuro). Se observan también, aunque de manera
incipiente, procesos de individuación con afirmación del derecho individual por
sobre el familiar y énfasis en la realización personal por sobre los intereses
familiares.
En suma, asistimos a lentos cambios de
género en la distribución del poder y el trabajo al interior de la familia, pese
a las grandes modificaciones en las prácticas laborales de las mujeres -
escindidas entre sus responsabilidades domésticas y su trabajo remunerado. No
obstante la velocidad de ese cambio en la última década de este siglo, hay sólo
leves transformaciones en la participación de los varones en la asunción de sus
responsabilidades familiares y domésticas.
Bibliografía
Abreu, Alice (1995) “América Latina, globalización, género y trabajo”, en ISIS-CEM
El trabajo de las mujeres en el tiempo global, Santiago de Chile.
Arriagada, Irma y Lorena Godoy (1999)
Seguridad ciudadana y violencia en América Latina:
diagnóstico y políticas en los años noventa,
CEPAL, Serie Políticas Sociales Nº 32, Santiago, Chile.
Arriagada, Irma (1998) “Familias latinoamericanas: convergencias y divergencias
de modelos y políticas” en Revista de la CEPAL N°
65,
agosto
Santiago de Chile.
Calderón, Fernando, Martín
Hopenhayn y Ernesto Ottone (1993), “Hacia una perspectiva crítica de la
modernidad: Las dimensiones culturales de la transformación productiva con
equidad” CEPAL, Documento de trabajo Nº 21, Santiago de Chile.
Castells, Manuel (1998) La
era de la información. Economía, sociedad y cultura El poder de la identidad
Vol. 2, Alianza Editorial, Madrid.
Centro Latinoamericano de
Demografía (CELADE,1998) América Latina: Proyecciones de Población 1970-2050,
Boletín Demográfico N° 62, julio, Santiago de Chile.
Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL, 1999) Panorama social de América Latina, edición
1998, LC/G. 2050, Santiago de Chile, abril.
Lagos, Ricardo A (1994) “Qué se entiende por flexibilidad del mercado de
trabajo?” Revista de la CEPAL Nº 54, diciembre, Santiago de Chile.
Organización internacional del Trabajo (OIT, 1998) Panorama Laboral ’98 en
OIT Informa N.5, Lima, Perú.
Rico, Ana (1997) Bases para una conceptualización de familia en el marco de las
políticas sociales Ponencia presentada en el IV Congreso Javeriano de
Investigación, Colombia.
(1993) La familia urbana en Colombia: realidades y perspectivas, mimeo, Bogotá,
Colombia.
Rodrik, Dani (1997) “Sense and
Nonsense in the Globalization Debate” en Foreign Policy, summer 1997.
Weinstein, José (1999)
“Distender lo doméstico, potenciar y conectar demandas femeninas” en Arriagada,
Irma y Carmen Torres (eds.,1999) Género y pobreza: perspectivas y políticas,
Academia de Humanismo Cristiano, Diploma Género y Desarrollo.
Nota:
En las
áreas urbanas de 12 países latinoamericanos, el nivel de concentración del
ingreso empeoró en siete países: Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Panamá,
Paraguay y Venezuela; se mantuvo en Chile y sólo mejoró en cuatro: Bolivia,
Honduras, México y Uruguay (CEPAL, 1999).
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