2000
Sobre las violaciones a los derechos sindicales
Kathryn Hodder
Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL)
“...Daremos a la creación de empleo, la reducción del desempleo y la promoción de empleo apropiado y suficientemente remunerado un lugar central en las estrategias y políticas de los gobiernos, con pleno respeto de los derechos de los trabajadores, y con participación de los empleadores, los trabajadores y sus respectivas organizaciones...” Declaración de Copenhague sobre Desarrollo de Acción de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, Compromiso 3 (a). Sin embargo, región por región, éste es el panorama de las violaciones a esos derechos.
AFRICA
En Zambia,
los trabajadores del sector público tuvieron que hacer frente a congelamiento de
salarios y planes para despedir a decenas de miles de trabajadores. Cuando el
ZCTU pidió que se entablaran conversaciones, el gobierno amenazó al sindicato
con retirarle la personería jurídica. En Níger, el gobierno respondió a las
huelgas del sector público con las que se reclamaba el pago de salarios
arguyendo que tenía que cumplir un estricto programa de ajuste estructural y que
sería una cobardía de su parte dar un paso atrás en las reformas a cambio de una
conveniencia a corto plazo. No importaba que los trabajadores no tuvieran qué
comer.
Los sindicatos únicos y controlados parecen ser cosa del pasado, aunque los
sindicatos independientes continúan estando proscritos en Libia, Sudán, Egipto y
Guinea Ecuatorial. En otros lugares se los sigue tratando con desconfianza, como
ocurre en Malawi, donde el gobierno pretendió que otras organizaciones los
utilizaban para provocar descontento social.
En Zimbabwe,
se degradó la situación de respeto de los derechos sindicales y de las
libertades civiles. Se acusó al ZCTU de ser una marioneta de la comunidad blanca
y a finales del año hubo informes según los cuales las fuerzas de seguridad
estaban investigando porque se sospechaba que recibía fondos del extranjero. En
Etiopía, el sindicato de docentes sigue siendo objeto de repetido hostigamiento
y su líder, Taye Woldesmiate, llevaba ya tres años en la cárcel. En Swazilandia
se continuó hostigando duramente a los dirigentes sindicales.
Los gobiernos
continúan imponiendo limitaciones legales sobre muchos derechos sindicales. La
represiva ley de relaciones laborales de Swazilandia continuó en vigencia a
pesar de que se introdujeron enmiendas con ayuda de la OIT. En muchos países el
derecho de sindicalización en el sector público está limitado. En Lesotho, por
ejemplo, se prohibe a los empleados públicos formar sindicatos y lo mismo ocurre
con los de Etiopía. La negociación colectiva también se ve socavada en el sector
público, en algunos casos porque los gobiernos fijan los salarios de manera
unilateral. El derecho de huelga con frecuencia no existe en los servicios
públicos y en general se lo obstaculiza imponiendo engorrosos trámites para que
autorizar una huelga.
En las zonas
francas de exportación, los gobiernos siguen demasiado ansiosos de atraer
inversores extranjeros por lo que o bien exceptúan a las zonas de toda
legislación laboral como ocurre en Zimbabwe o simplemente no proporcionan los
recursos humanos necesarios para hacerla aplicar. Tal es el caso principalmente
de Lesotho, Kenya, Madagascar, Malawi y, en menor medida, Mauricio.
Es de
lamentar que en Africa siga siendo cosa habitual que cuando los sindicatos
deciden finalmente, tomar medidas, protestar por despidos, congelamiento de
salarios o atrasos salariales, la respuesta característica sea la represión e
incluso la violencia. En Kenya se utilizaron policías armados para dispersar a
400 enfermeras y enfermeros que manifestaban, para golpear a trabajadores
bancarios en huelga y se lanzaron granadas de gases contra una concentración de
docentes. También se envió la policía a atacar a huelguistas en Burundi,
Djibouti y Egipto. En Zimbabwe se declararon ilegales las huelgas nacionales
durante seis meses.
También hubo muertes. Durante un conflicto salarial en Lesotho una mujer resultó
muerta a balazos por la policía mientras que en Zambia dos trabajadores
corrieron la misma suerte cuando una manifestación degeneró en violencia. Todo
lo que pedían era que se les pagaran sus salarios. En Zimbabwe murió un joven de
un balazo durante una protesta. En Swazilandia, Mxolisi Mbata, antiguo tesorero
del SFTU y confinado a una silla de ruedas, murió a consecuencia de las heridas
recibidas cuando la policía lo golpeó en 1997. En Marruecos se publicó un
informe oficial mostrando que varios sindicalistas habían muerto en la cárcel.
Sin embargo,
no todo han sido malas noticias. Las cosas estaban mejorando en Nigeria donde,
después de la muerte del General Abacha en junio, fueron liberados varios
dirigentes sindicales, entre ellos Frank Kokori y Milton Dabibi, pertenecientes
a NUPENG y PENGASSAN respectivamente, los sindicatos fueron liberados del
control gubernamental y se enmendaron o revocaron duras leyes antisindicales. En
Tanzanía se puso término al sistema de sindicato único y en Namibia se llegó a
un acuerdo tripartito para mejorar las leyes laborales. Aunque Sudáfrica aparece
por primera vez en el Informe desde las elecciones democráticas, el marco
general de las relaciones laborales y los derechos sindicales continúa siendo
satisfactorio.
No obstante,
a pesar de estos pequeños destellos de esperanza, todavía queda un muy largo
camino por recorrer para llegar al verdadero respeto de los derechos sindicales
en Africa.
Los
sindicatos esperan con ansia el día en que los gobiernos envíen negociadores en
lugar de policías antidisturbios.
LAS AMERICAS
En ningún
lugar se necesita con tanta urgencia una cláusula sobre derechos de los
trabajadores en los acuerdos comerciales como en las Américas, donde se siguen
produciendo los más aberrantes abusos. Es de lamentar que las negociaciones para
un Área de Libre Comercio para las Américas no hayan contemplado en absoluto esa
necesidad.
Desregulación, privatización y medidas de austeridad continúan figurando en el
orden del día, provocando pérdida de puestos de trabajo, aumentos de precios y
topes salariales. Las protestas obreras contra esta situación en deterioro a
menudo están teñidas de violencia e incluso muertes. Una huelga general
realizada en Bolivia a raíz de los aumentos de precio y de las reducciones de
puestos de trabajo provocó violentos enfrentamientos con la policía, en los que
murieron varias personas y muchas resultaron heridas. En Ecuador, por lo menos
tres personas murieron en 1998 durante manifestaciones contra las políticas
económicas gubernamentales y se encontró el cuerpo torturado del dirigente
sindical Saúl Canar Pauta.
En Brasil
empeoraron los enfrentamientos entre terratenientes y campesinos sin tierra y en
Marzo murieron otros dos miembros del sindicato del MST. En México fue muerto a
tiros un militante del sindicato de docentes.
En Colombia
disminuyó el saldo de muertos, pero el total de más de 90 trabajadores/as
asesinados durante el año continúa recordando tétricamente el alto nivel de
hostilidad hacia los sindicatos y el hecho de que el gobierno permite que eso
suceda.
Los gobiernos
siguen haciendo la vista gorda a los abusos. En Costa Rica, el Ministerio de
Trabajo hizo caso omiso de las quejas sindicales de hostigamiento y de
violaciones de la ley laboral. Tanto las autoridades como la dirección de la
empresa FERTICA hicieron oídos sordos a las recomendaciones de la OIT con
respecto a esa empresa de fertilizantes y las violaciones de derechos
continuaron. En Guatemala, los inspectores laborales actuaron en connivencia con
los empleadores para destruir los sindicatos.
Detrás de los
titulares sobre la guerra comercial de la banana entre Estados Unidos y la Unión
Europea, se estuvo librando otra batalla por los derechos de los trabajadores/as
de las plantaciones. Se los sigue obligando a hacer largas jornadas de trabajo
en condiciones peligrosas, expuestos a sustancias tóxicas que han producido
enfermedades y nacimientos de bebés genéticamente deformes. En Honduras fue
muerto a balazos un dirigente sindical. Había estado reclamando a una empresa
estadounidense que indemnizara a los trabajadores afectados por plaguicidas.
Las zonas
francas de exportación continúan siendo un sombrío terreno para los sindicatos.
Dándose a conocer a escala internacional las malas prácticas de trabajo y la
presión comercial se logró que algunas empresas elaboraran códigos de conducta
pero lamentablemente, la mayoría de los mismos no fueron más que una medida para
mejorar la imagen. Siguen predominando condiciones de trabajo inhumanas, largas
jornadas y bajos salarios y las autoridades no hacen nada para cambiar la
situación.
En Nicaragua,
las autoridades actuaron en connivencia con inversores extranjeros para poner
término a la sindicalización en las zonas francas. En México, los empleadores
llevan listas negras de militantes sindicales.
Una nota
positiva: En Brasil existen planes para terminar con la estructura de sindicato
único, que ya es ignorada en la práctica y en Argentina el gobierno acordó
reformas de la legislación laboral con los sindicatos. Chile ratificó los
Convenios No. 87 y 98 de la OIT aunque todavía tiene que enmendar su legislación
laboral. En Venezuela se llegó a un acuerdo tripartito durante el mes de mayo
para conformar la legislación laboral restrictiva a las normas de la OIT.
Norteamérica
no está haciendo mucho para dar el buen ejemplo. En Estados Unidos la protección
de los derechos sindicales sigue siendo inadecuada y hay una tendencia entre los
empleadores hacia la mala fe en las negociaciones. En Canadá, a pesar de algunos
cambios legislativos, sigue habiendo injerencia en la negociación colectiva de
los empleados del sector público.
El panorama
general de las Américas está dado por el creciente poder de las multinacionales,
a costa de los derechos sindicales. No tendría por qué ser así. Es hora de que
utilicen su poder de manera positiva y de que, junto con los gobiernos, empiecen
por acatar los convenios fundamentales de la OIT.
ASIA
En 1998 Asia
continuaba tambaleante por los efectos de la crisis financiera. Un rápido
aumento de las bancarrotas y de las reducciones de personal condujo a un aumento
masivo del desempleo y de la pobreza. Cientos de miles de personas perdieron sus
puestos de trabajo en Tailandia. El desempleo se duplicó alcanzando el 8% en
Filipinas, se triplicó llegando al 9% en Corea del Sur y alcanzó una cifra nunca
vista del 16% en Indonesia. En Hong Kong se despidió a muchísimos trabajadores
sin que se los indemnizara.
En China
también fueron despedidos millones de trabajadores de fábricas estatales. Hubo
muchas manifestaciones de protesta por los despidos y confrontaciones con la
policía. Los trabajadores tienen pocos medios para defenderse ya que la
Federación General China de sindicatos (ACFTU) es parte del aparato del partido
gobernante y su función es poner en práctica su política. En ese país los
sindicatos independientes siguen estando proscritos y durante el año fueron
detenidos más militantes sindicales independientes. Muchos continuaron en la
cárcel o en campos de trabajo donde estaban ya en años precedentes y con
frecuencia recibieron un trato especialmente duro, incluyendo violencia física.
En Birmania
no se produjeron cambios. La FTUB continúa manteniendo sus estructuras
clandestinas, sus militantes siguen siendo objeto de constante vigilancia y
temiendo permanentemente ser arrestados y torturados. En la República Popular
Democrática de Corea continúan estando prohibidos los sindicatos independientes.
La mayor
mejora del año que se examina se produjo en Indonesia, a raíz de la dimisión del
presidente Suharto. Se ratificó el Convenio No. 87 de la OIT, se dio
reconocimiento a sindicatos independientes y diversos militantes sindicales
fueron liberados, Muchtar Pakpahan entre ellos. Sin embargo, las actitudes no
cambian de un día para el otro. El ejército y la policía continúan interviniendo
durante las huelgas y manifestaciones.
En la
República de Corea los sindicatos tuvieron un año turbulento. Por una parte, se
hicieron acuerdos para cambiar la legislación a fin de que los trabajadores del
sector público y los docentes tengan algunos derechos sindicales pero, por otra,
casi quinientos sindicalistas fueron detenidos o figuraban en la lista de
buscados. En Turquía continuaron las violaciones de los derechos sindicales y
todavía no se ha resuelto la cuestión de negociación colectiva para los
trabajadores del sector público.
En Tailandia
ningún empleado estatal puede afiliarse a sindicatos. Se estimó que el gobierno
había frustrado deliberadamente la aprobación de un proyecto de ley para
reformar las empresas estables, ley que hubiera restaurado los derechos
sindicales. También en Bangladesh se prohibe a muchos trabajadores del sector
público afiliarse a sindicatos.
En Pakistán,
el gobierno declaró servicio esencial al proyecto de energía hidráulica de Ghazi
Barotha, restringiendo así en gran medida los derechos sindicales en el mismo. A
finales del año puso al ejército a cargo de la empresa estatal de suministro de
agua y energía (WAPDA) y suspendió la actividad sindical en ella.
En las zonas
francas están muy limitados los derechos de sindicalización y de negociación
colectiva. En Bangladesh, los sindicatos están proscritos por ley, en Filipinas
no hay prácticamente ningún sindicato en las zonas francas, en Sri Lanka y la
legislación laboral no se aplica en dichas las zonas.
En las zonas
exentas de impuesto de Fiji, donde un fabricante de ropa obligó a trabajadores a
hacer 36 horas de corrido, es prácticamente imposible la sindicalización debido
a la hostilidad de los empleadores. En Camboya un empleador implantó una regla
que obliga a los trabajadores a desempeñar sus tareas toda la noche para cumplir
plazos de entrega.
Uno de los
mayores ataques que sufrieron los derechos sindicales se produjo en Australia,
donde la víctima fue el sindicato marítimo. Continuaron los intentos de
destruirlo y de tomar mano de obra no sindicada en los muelles. Patrick
Stevedores despidió a la totalidad de sus 2.000 estibadores y guardias de
seguridad acompañados de perros sacaron a los trabajadores por la fuerza. El
ministro de Relaciones Laborales se mostró satisfecho por los despidos. Más
tarde, los trabajadores fueron reincorporados, una vez que la corte federal dio
curso a un mandamiento judicial originado por una queja del sindicato MUA, con
el respaldo de la solidaridad sindical internacional. La ley de relaciones de
lugar de trabajo de 1996 viola los derechos sindicales básicos, incluso
socavando el derecho de negociación colectiva.
Nueva
Zelandia tampoco dio un buen ejemplo. El gobierno hizo caso omiso de las
recomendaciones de la OIT de enmendar su brutal ley de contratos de empleo, que
desmanteló el sistema precedente de convenios colectivos y los reemplazó con
contratos individuales de empleo.
EUROPA
En Europa
también se están haciendo sentir las tendencias económicas. La globalización es
una realidad y junto a ella se desarrolla la liberalización que ha tenido un
efecto devastador en los países en transición de Europa Central y Oriental. Los
resultados son empleos más precarios, menos negociación colectiva y más
contratos individuales.
En la
Federación Rusa están afectados unos 20 millones de trabajadores del sector
público y privado: durante los meses de abril y octubre hubo huelgas generales
en las cuales se reclamaba principalmente el pago de los atrasos salariales,
además de aumentos salariales y reformas sociales. En Croacia, 30.000
trabajadores sufrían ese problema, con demoras en los pagos de sus salarios que
variaban de 1 a 40 meses. En Kazakstán los trabajadores hicieron huelga de
hambre para protestar por dos años de atrasos salariales. 200 de ellos fueron
arrestados.
La tendencia
hacia contratos individuales de plazo fijo en lugar de convenios colectivos
continuó, al igual que los despidos masivos resultantes de reestructuraciones y
bancarrotas. En Rumania, los sindicatos realizaron manifestaciones de protesta
por la terrible situación económica, el desempleo y el temor de despidos dados
los planes de cierre de las empresas estatales deficitarias, planes que
afectarían a unos 70.000 trabajadores. En Belarús y Serbia simplemente no hubo
ningún tipo de imperio de la ley y se violaron sistemáticamente los derechos
sindicales.
En Croacia y
Lituania siguió sin resolverse la cuestión de los bienes sindicales. En Belarús
y Estonia las leyes obligaron a los sindicatos a volver a inscribirse o quedar
disueltos.
En
Azerbaiyán, los sindicatos informaron que empresas extranjeras obstaculizaron la
sindicalización y despidieron a dirigentes. En Bulgaria, donde la situación
económica continuó empeorando, la KNSB y Podkrepa dieron a conocer en Mayo de
1998 un “libro negro” de las principales empresas de propiedad extranjera,
incluyendo multinacionales, que aprovechaban la crisis económica para explotar a
los trabajadores/as. En algunos casos, especialmente en la industria del textil,
los trabajadores ni siquiera tenían contrato.
El diálogo
social se deterioró en Hungría cuando asumió el nuevo gobierno, mientras que en
Kazakstán siguieron sin disminuir las violaciones de derechos sindicales.
Entre tanto,
en Francia, los trabajadores de empresas pequeñas y medianas tuvieron
dificultades para crear sindicatos y desarrollar actividades sindicales. Se
siguen prohibiendo las huelgas en la industria del petróleo en Noruega, y
Alemania continuó con su prohibición de larga data de la sindicalización de
muchas categorías de empleados públicos, a pesar de las repetidas críticas de la
OIT.
Desde el
punto de vista positivo, a partir del cambio de gobierno en la República Checa,
se reanudó el diálogo social y se adoptó una declaración tripartita.
En Europa
occidental hubo mejoras en el Reino Unido cuando el gobierno estableció
propuestas para restaurar el reconocimiento legal de la negociación colectiva a
sindicatos representativos. Las propuestas también restauraron otros derechos
fundamentales que habían sido anulados durante los años ochenta y noventa.
ORIENTE MEDIO
Gran parte de
Oriente Medio – y en particular los Estados del Golfo – sigue siendo una mancha
negra, en lo que respecta a los sindicatos.
En Qatar los
sindicatos son ilegales, en Arabia Saudita están prohibidos por decreto real. De
la misma manera en los Emiratos Arabes Unidos los sindicatos son ilegales, la
ley no reconoce el derecho de sindicalización, de negociación colectiva o de
huelga. La prohibición de los sindicatos en Bahrein sigue en vigor. En Irán, la
representación de los trabajadores/as existe sobre todo para promover una agenda
política, religiosa y social. Las reglas de funcionamiento del Consejo Laboral
Islámico son establecidas por los ministros gubernamentales.
Los
sindicatos independientes están prohibidos en Iraq y en Siria donde la
negociación colectiva está muy restringida y en Iraq no hay leyes que la
garanticen.
Existen
restricciones menores en países como el Líbano, aunque las autoridades siguen
interfiriendo en los asuntos sindicales. El código laboral data de 1946, muchos
empleados/as públicos no pueden constituir sindicatos o afiliarse a ellos y el
Ministerio de Trabajo ostenta amplios poderes. En Jordania, los trabajadores y
trabajadoras del sector público y los extranjeros no tienen derecho a la
sindicalización, a la negociación colectiva o la huelga. En Kuwait, los
trabajadores/as extranjeros, que constituyen hasta el 80% de la mano de obra,
deben esperar cinco años antes de poder afiliarse a un sindicato. Los
empleados/as domésticos y los marineros, así como los trabajadores de la India y
de Pakistán, empleados en el sector estatal o público o con contratos a plazo
fijo, no pueden afiliarse.
Muchos países
en la región aún tienen una población activa predominantemente migrante, aunque
la tendencia es ahora disminuir la dependencia de estos trabajadores/as y dar
trabajo a los nacionales. En Qatar, tres cuartos de la mano de obra son
migrantes y dependen de sus empleadores para sus permisos de residencia. Los
empleados/as domésticos son particularmente vulnerables a los malos tratos. En
Bahrein, dos tercios de la mano de obra son expatriados y están subrepresentados
en el sistema de consejo conjunto del país. Las leyes laborales no se aplican a
los empleados/as públicos. De la misma manera en Arabia Saudita, la mitad de los
trabajadores son migrantes, vulnerables a amplios abusos, especialmente los
empleados/as domésticos. Sus movimientos están restringidos y con frecuencia
están confinados al domicilio de sus empleadores, están subalimentados y sufren
abusos físicos y sexuales. En Kuwait y Omán la historia es la misma. Los
Emiratos Arabes Unidos cuentan con la mano de obra migrante más numerosa,
estimada entre un 85 y 90% del total. Si tratan de organizar un sindicato o
hacer huelga pueden ser deportados. En 1998 hubo informes acerca de
trabajadores/as migrantes obligados a trabajar en condiciones de extremo calor,
lo que les provocó enfermedades y a veces la muerte.
Quizás
Israel, Cisjordania y Gaza sean un caso aparte. Israel respeta los derechos
sindicales básicos aunque la situación ciertamente no es perfecta. Existen
nuevas propuestas que pueden otorgar el ministro de Finanzas más poderes para
interferir en la negociación salarial. Cisjordania y Gaza no tienen código
laboral. En 1996 un proyecto de código restringía la autonomía sindical y no
permitía que los empleados/as públicos se afiliasen a sindicatos. En 1998, la
Autoridad Palestina estaba trabajando en un nuevo proyecto y solicitó la
asistencia de la OIT.
Nota:
Síntesis
del Informe anual sobre las violaciones de los derechos sindicales – 1999,
publicado por la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres
(CIOSL).
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