2007
Regulación de los hedge funds: ¿Por qué es una cuestión de seguridad social?
Aldo Caliari
Center of Concern
Originalmente se suponía que los hedge funds (fondos de cobertura) eran vehículos de inversión muy especializados cuyo acceso estaba estrictamente limitado a los inversores más experimentados. Pero en los últimos años se produjo una expansión considerable de la clase inversora con acceso a los hedge funds. Cada vez más los gobiernos invierten el dinero de los planes de pensiones en hedge funds. Dado que los fondos son accesibles al común de los ciudadanos, es innegable que tiene sentido una intervención pública para asegurar que las inversiones se realicen de acuerdo con las buenas prácticas y normas, que los gestores cumplan los criterios de integridad y competencia, y que se apliquen los requisitos de transparencia y divulgación.
Los hedge funds (fondos de cobertura) se pueden definir como “fondos
comunes de recursos privados que invierten en instrumentos negociables (tanto en
valores en efectivo como en productos derivados); que pueden emplear el
apalancamiento a través de medios diversos, incluso el uso de posiciones
cortas; y que no suelen estar reglamentados” (Cole et al,
2007, p. 8). Los hedge funds se especializan en el empleo de
estrategias de inversión de alto riesgo y suma complejidad con el propósito de
alcanzar rendimientos superiores al promedio. Una definición más sencilla
indica que los hedge funds son fondos creados con el fin de invertir el dinero
de los socios que participan en ellos (Edwards, 1999, p. 90).
Originalmente se suponía que los hedge funds eran vehículos de inversión muy
especializados cuyo acceso estaba estrictamente limitado a los inversores más
experimentados. La inversión directa en hedge funds sólo era accesible a los
inversores adinerados, debido al elevado precio de ingreso exigido (Noyer, 2007, p. 107). Se suponía que los inversores en hedge funds tenían la experiencia y
los recursos para proteger sus propios intereses (Crockett, 2007, p. 23; Hildebrand, 2007, p. 71).
Pero en los últimos años se produjo una expansión considerable de la clase
inversora con acceso a los hedge funds. En parte esto es así gracias a la
flexibilización de los requisitos de acreditación, al punto de que prácticamente
no existen límites sobre quiénes pueden invertir en hedge funds (Danielson y Zigrand, 2007,
p. 31). En muchos lugares, como Hong Kong, Australia,
Alemania y Reino Unido, ahora pueden invertir en ellos una nueva categoría de
inversores con medios financieros relativamente más modestos. En parte, éste
también es el caso de Francia, donde ahora las personas individuales pueden
acceder a los hedge funds con un monto mínimo de EUR 10.000 (Prada, 2007, p. 130). Asimismo, recientes informes de prensa señalan que los inversores
alemanes pueden comprar hedge funds del Deutsche
Bank por unidades inferiores a EUR 125 y que las autoridades del Reino Unido
consideran reducir las restricciones a la comercialización de los hedge funds para los individuos (Financial Times, 2007a).
Como parte de este movimiento, las instituciones reglamentadas accesibles a los
inversores promedio, como los fondos de inversión colectiva y los fondos de
pensiones, están incrementando sus inversiones en hedge funds (Danielson y Zigrand, 2007). Se señala que una parte considerable del crecimiento de los hedge
funds se debe a la demanda de los inversores institucionales por alternativas de
inversión a las tradicionales inversiones en acciones exclusivamente a largo
plazo (long-only) y de renta fija (Cole et al, 2007, p. 11). Los hedge funds ahora
hacen uso de una mayor proporción de los ahorros familiares que se canalizan a
través de inversores institucionales, como son los fondos de fondos
y los fondos de pensiones. De hecho, se calcula que los fondos de pensiones
constituyen aproximadamente 30% de la base de inversores (Noyer, 2007, p. 107;
Crockett, 2007, p. 23).
También los gobiernos invierten cada vez más el dinero de sus planes de pensión
en los hedge funds. En Estados Unidos, por ejemplo, la Comisión de Valores y
Bolsa (SEC) informa que aproximadamente 20% de los planes de pensión privados y
públicos utilizaban hedge funds en 2002, frente a 15% en 2001, y la tendencia
va en aumento. Los fondos de pensión públicos
se encuentran entre numerosas entidades que en los últimos años aumentaron drásticamente
el volumen de dinero colocado en hedge funds a fin de mejorar sus rendimientos y
diversificar sus valores en cartera.
Motivación: la crisis de la seguridad
social con financiación pública
Son dos los principales canales que se están utilizando para invertir en los
hedge funds un volumen mayor de ahorros jubilatorios en común. El primer canal
es por vía directa: los individuos invierten en los hedge funds porque eligen
ese instrumento para su seguridad. Las instituciones públicas encargadas de
brindarles apoyo luego de la jubilación están en proceso de privatización, de
reducción de personal o de precarización. En algunos casos, los sistemas públicos
de seguridad social suministran una asistencia insuficiente, por lo cual a las
personas individuales se les recomienda que recurran a sus propios sistemas
privados de seguridad social en lugar (o además) de los que proporciona el
Estado. Ése es el caso especialmente con el cambio generalizado de los planes
con prestaciones definidas a los planes con aportaciones definidas. En otros
casos, la búsqueda de soluciones privadas surge del estado de precariedad de
los planes de seguridad social y de la tendencia hacia una relación más
elevada entre las personas de mayor edad y las personas que trabajan, lo cual
plantea el temor acerca de la sostenibilidad del sistema público y de su
capacidad para responder a la creciente demanda a largo plazo.
El segundo canal es indirecto: la inversión en hedge funds por parte de
instituciones privadas o públicas que gestionan los ahorros para la jubilación
de las personas individuales. En el caso de las instituciones privadas, las
personas recurren a ellas como forma de complementar o sustituir lo que se prevé
serán escasas prestaciones de pensiones debido al fracaso de los sistemas públicos
de seguridad social, y por el cambio a los planes con aportaciones definidas. En
el caso de las instituciones públicas, es la presión desencadenada por las
dificultades inminentes para financiar sus obligaciones que lleva a muchos
gobiernos a buscar rendimientos superiores al promedio por medio de estrategias
del tipo que ofrecen los hedge funds.
Como se puede ver, el fracaso de los sistemas públicos de seguridad social es
el elemento común que recorre estos dos canales.
La controversia acerca de la reglamentación
de los hedge funds
El motivo por el cual los hedge funds pueden adoptar estrategias posiblemente más
lucrativas radica en que no están reglamentados. La ausencia de reglamentación
fue relativamente aceptada hasta fines de la década pasada. Los beneficios que
se creía tenían los hedge funds estaban, en los hechos, directamente
vinculados a la ausencia de reglamentación. Las ganancias superiores eran
posibles gracias a la flexibilidad y la capacidad para implementar estrategias
innovadoras que sólo pueden suceder ante la ausencia de las normas que rigen a
otros actores financieros, como los fondos de inversión colectiva. Sin embargo,
a medida que los hedge funds crecieron en importancia y que se comenzaron a
percibir las evidencias de sus posibles deficiencias, surgió la controversia
acerca de la necesidad de reglamentarlos.
Dos hechos a fines de la década de 1990 fueron hitos fundamentales que llevaron
a reconsiderar la cuestión. El primero fue la crisis financiera de Asia
Oriental. Las autoridades de los países afectados expresaron la preocupación
de que las actividades de los hedge funds en sus mercados durante el período de
la crisis tuvieron un efecto desestabilizador y posiblemente podrían haber dañado
sus economías (Foro de Estabilidad Financiera, 2000, p. 5). Brouwer (2001, citado por Cornford, 2005) halló motivos para esta
inquietud y argumentó que las operaciones de los hedge funds macro y, en menor
grado, la negociación de valores por cuenta propia de las instituciones
financieras fueron una fuente importante de inestabilidad en los mercados
financieros de la región en 1997 y 1998 y contribuyeron a disparar los tipos de
cambio y otros precios de activos.
Cabe destacar que algunos investigadores, entre ellos los del Fondo Monetario
Internacional (FMI), cuestionan esta opinión (Fox, 1998; IMF 2004, p. 146-8). Pero Brouwer halló que las investigaciones del FMI tienden a poner
demasiado énfasis en el tamaño global de los hedge funds cuando lo que
importa, según él, es el tamaño de sus posiciones en relación con las de
otros actores de determinados mercados de la región. Estos estudios tienden a
dejar de lado los patrones de conducta del tipo líder-seguidor que se
sucedieron en estos mercados, sostiene. Esos patrones indican que los grupos de
hedge funds actuarían como en manada y, frente a otras firmas, asumirían el
papel de líderes basándose en su voluntad de tomar grandes posiciones en
determinados activos y monedas en base a lo que generalmente se considera como
conocimiento superior (Cornford,
2005).
El segundo hito fundamental fue el fracaso y el posterior rescate del fondo de
cobertura Long Term Capital Management. El LTCM se había creado en 1994 con un
patrimonio de USD 1.300 millones y, para 1998, ese patrimonio había crecido a
USD 5.000 millones (Edwards, 1999, p. 197). Quienes invirtieron en
él desde su inicio y permanecieron hasta 1997 recibieron rendimientos anuales
de 15% (Kahn y
Truell, 1998). El nivel de apalancamiento
del LTCM, con base en el dinero que había pedido prestado, estaba en el entorno
de 20 a 1, lo cual era elevado desde todo punto de vista. Una descripción
pormenorizada de la estrategia que adoptó el LTCM y el motivo de su fracaso
trasciende el alcance del presente artículo. Es importante destacar que en
septiembre de 1998, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York convocó a un
grupo de empresas que habían prestado dinero a la firma y les advirtió acerca
del “riesgo sistémico que presentaría la insolvencia del LTCM”. El
entonces presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, manifestó que el
rescate del LTCM era necesario para impedir que los mercados “se
contrajeran” y “perjudicaran las economías de muchas naciones”. En
consecuencia, un consorcio de instituciones financieras organizó el rescate (Edwards, 1999).
Para 1999 el Grupo de los 7 países más industrializados (G7) había decidido
encargar al Foro de Estabilidad Financiera convocar a un Grupo de Trabajo sobre
Instituciones con Alto Apalancamiento. Este grupo fue creado con la facultad
para “evaluar las dificultades que las instituciones con alto apalancamiento
presentan a la estabilidad financiera y para lograr el consenso sobre las
medidas de supervisión y reglamentación que minimizarían su potencial de
desestabilización” (Foro de Estabilidad Financiera, 2000, p. 1).
El Grupo de Trabajo adoptó el enfoque de que estos problemas se abordarían
mejor por medio de medidas de reglamentación indirecta, tales como mejores prácticas
de gestión del riesgo en las instituciones de contrapartida y una mayor
disciplina del mercado mediante requisitos de divulgación más estrictos.
En 2006, la reglamentación de los hedge funds recibió una atención renovada.
Algunos de los hechos que contribuyeron con esta situación fueron la pérdida
de USD 6.000 millones del fondo de cobertura Amaranth y la pérdida de 75% de
sus USD 13.000 millones en transacciones de renta fija del fondo de cobertura
Vega. El gobierno de Alemania, que ya había asumido una postura firme al
respecto y cuya opinión pública manifiesta una pronunciada hostilidad hacia
los hedge funds, anunció a fines de 2006 que pretendía aprovechar su
presidencia en el G8 (G7 más Rusia) en 2007 para incorporar a los hedge funds
entre los asuntos a tratar por el Grupo (Financial Times 2007c; 2007d; 2007e). En
febrero de 2007, en su primera reunión del año, los ministros de finanzas del
G7 acordaron encargar al Fondo de Estabilidad Financiera que actualizara su informe de 2000 sobre las prácticas
de los hedge funds, y convocaron al
sector de los hedge funds a mantener conversaciones directas acerca de las
futuras opciones de reglamentación.
No obstante, la Cumbre del G8 en Heiligendamm (junio
de 2007) finalmente
no adoptó medidas significativas. Los intentos del ministro de finanzas alemán
por alcanzar un acuerdo que reforzara la reglamentación de los hedge funds recibieron una rápida oposición, principalmente de los
gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido, y al final se diluyeron en simples
llamados a la divulgación en aras de una mayor transparencia. A medida que se
aproximaba la Cumbre del G8, parecía que incluso los modestos requisitos de
transparencia de carácter obligatorio eran demasiado para exigirle a los hedge
funds. El gobierno alemán había moderado su reclamo y pedía un Código de
Conducta, pero Estados Unidos argumentó que si el Código de Conducta fuera
necesario entonces el propio sector de los hedge funds propondría la idea y lo
concebiría por cuenta propia, de tal manera que no hacían falta medidas de
parte de los gobiernos. En definitiva, la declaración final del G8 se conformó
con tomar nota del informe actualizado sobre el tema que preparara el Foro de
Estabilidad Financiera, y prometió trabajar más al respecto.
Sorteando las garantías que protegen el
futuro de la ciudadanía
La lógica primordial que subyace a la reglamentación de los fondos de inversión
colectiva y los fondos de pensiones ha sido la necesidad de proteger los
intereses de las personas que invierten en ellos. Dado que los fondos son
accesibles al común de los ciudadanos, que presumiblemente tienen escasa o nula
experiencia como inversores, es innegable que tiene mucho sentido la necesidad
de una intervención pública que asegure que las inversiones se realicen de
acuerdo con las buenas prácticas y normas, que los gestores cumplan los
criterios de integridad y competencia, y que se apliquen los requisitos de
transparencia y divulgación.
Como en su origen los hedge funds estaban limitados a los inversores de ‘valor
neto elevado’, o ricos, podría decirse que este razonamiento no se les podía
aplicar a ellos. De hecho, los hedge funds se crearon en gran medida para
limitar las restricciones que la reglamentación impuesta a otras instituciones
financieras fijaba a este muy reducido grupo de inversores multimillonarios, que
eran sumamente entendidos en el mundo de las estrategias de inversión y se podía
confiar en que sabían lo que hacían.
Como se mencionó anteriormente, el acceso limitado de los inversores ya no es
una característica de los hedge funds. Por lo tanto, cuanto más similares sean
los hedge funds a otros vehículos de inversiones accesibles al común de la
ciudadanía, más débil será el argumento para mantenerlos excluidos del
escrutinio de la reglamentación. Asimismo, sostenemos que cuando los fondos que
están en riesgo son los ahorros para la jubilación de la gente común y
corriente, entonces el problema se convierte en uno de reglamentación de la
seguridad social. De hecho, el Estado pone en riesgo sus obligaciones en materia
de seguridad social cuando invierte en los hedge funds y cuando no los
reglamenta adecuadamente. Si la ciudadanía debe recurrir a los sistemas
privados de pensiones, y el Estado no está dispuesto a reglamentar las
inversiones que hacen estos agentes en los hedge funds ni la conducta de los
hedge funds que reciben los ahorros de las pensiones, entonces el Estado está
renunciando a sus obligaciones de reglamentar en aras de la seguridad social de
la ciudadanía.
El riesgo para los ahorros de jubilación
Los rendimientos superiores de los hedge funds se obtienen al precio de un
riesgo mayor, consecuencia del uso del apalancamiento, que con frecuencia tiene
varios niveles. En este sentido, por ejemplo, los inversores piden prestado para
invertir en fondos de fondos que, a su vez, piden prestado para invertir en los
hedge funds que, a su vez, utilizan los derivados para apalancarse (Ferguson y Laster, 2007, p.
53). Los hedge funds se pueden apalancar con múltiplos
muy altos ya sea directamente (con préstamos de los prime brokers) o indirectamente (mediante la venta de derivados de créditos), lo cual
los hace especialmente vulnerables al descenso súbito de liquidez del mercado (Noyer, 2007, p. 108).
Asimismo, existe la opinión generalizada de que el apalancamiento de los hedge
funds, en su conjunto, sigue aumentando. Una cifra de 2004 indicaba que el
apalancamiento de los hedge funds bajo la forma de deuda bancaria constituía un
promedio de 141% (Financial Times, 2004b). No obstante, si dejamos
de lado los cálculos, el principal problema lo presenta la ausencia de
requisitos que obliguen a los hedge funds a divulgar su estado, lo cual
dificulta mucho, en todo momento, saber realmente cuánto apalancamiento tienen,
especialmente a través de su exposición a los derivados. Un experto que
atestiguó ante el Congreso de los Estados Unidos cuando éste investigó la
crisis del LTCM señaló: “Cuando Greenspan visitó a los bancos y les preguntó
cuál sería el impacto para sus estados financieros si se permitía el derrumbe
del fondo, dijeron que en realidad no lo sabían y que no lo querían
averiguar” (Financial Times, 2004b).
Un autor sostiene que el apalancamiento real “es notoriamente difícil de
medir, debido a la dificultad de captar el efecto de los distintos niveles de
apalancamiento, y en particular del apalancamiento incorporado en las formas más
complejas de créditos de derivados” (Noyer, 2007, p. 109). El
vicepresidente del Banco Central Europeo explicó que “el total de activos
apalancados de un fondo de cobertura individual puede en ocasiones ser bastante
considerable y comparable en tamaño al de algunos bancos de importancia sistémica”
(Papademos,
2007, p. 115).
Los hedge funds no solo presentan riesgos mayores sino que, como advierten una y
otra vez los analistas, las condiciones favorables de liquidez que prevalecen en
el mercado en el cual han proliferado hace que los riesgos actuales derivados de
los hedge funds sean difíciles de estimar con cierto grado de precisión.
Problemas
éticos de los tipos de inversión realizados por los hedge funds
Además de los problemas que se plantean para el ciudadano común cuyos ahorros
terminan por engrosar los hedge funds, es importante considerar los problemas éticos
que plantea la conducta que adoptan los hedge funds cuando utilizan esos
ahorros. Se sabe que en su búsqueda de rendimientos financieros los hedge funds
han adoptado estrategias con consecuencias negativas para la ‘economía
real’ y los trabajadores.
No hay dudas de que la economía real sufre más cuando las crisis financieras
de carácter sistémico son desencadenadas por las actividades especulativas de
los hedge funds, como sostienen muchos que fue el caso de la crisis en Asia
Oriental. Pero incluso ante la ausencia de este tipo de acontecimientos a gran
escala, las actividades cotidianas que realizan los hedge funds representan una
amenaza que no se puede ignorar.
Como señalara el presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara
de Representantes de Estados Unidos, Barney Frank, en una carta dirigida al
presidente Bush este año:
Un asunto importante a explorar es si las elevadas tasas de rendimiento que se
necesitan para financiar las adquisiciones de capitales privados motivadas por
las deudas pueden poner en peligro los intereses a largo plazo de las empresas
en cuestión y la provisión de condiciones dignas de trabajo y de seguridad
para los empleados. Nos preocupan esos casos donde, en lugar de la reestructura
corporativa con el propósito de compartir las mejoras en la productividad y la
mayor competitividad, parecería que ahora numerosos fondos de capitales
privados pretenden extraer el máximo valor en un corto lapso antes de volver a
vender la empresa. Esto representa el riesgo de que los empleados queden en una
posición de desventaja que no habría sucedido sin la adquisición.
Un ejemplo de estas prácticas de los hedge funds consiste en influir en la
orientación de las empresas asumiendo posturas activistas en las asambleas de
los accionistas. Es común suponer que este activismo genera más eficiencia
para las empresas al crear valor y fomentar la eficacia, pero también puede
interferir en la actividad económica de las empresas porque se considera
exclusivamente el rendimiento inmediato, sin tomar en cuenta otras consecuencias
para el desempeño a largo plazo de la empresa. Los críticos de los fondos
argumentan que éstos sólo tienen interés en los rendimientos a corto plazo,
que se pueden generar a costas de los intereses a largo plazo de las empresas en
cuyos títulos invierten (Crockett, 2007, p. 24).
En particular, esta crítica fue manifestada recientemente por el ministro de
Finanzas alemán, Peer
Steinbrück, que dijo que “el modelo alemán – de planificación industrial
de mediano a largo plazo – funciona aun cuando no sea compatible con los
objetivos de corto plazo de los hedge funds”. Y agregó:
“el objetivo de la industria debe ser ‘cómo hago para que una empresa siga
siendo competitiva en el mercado en el mediano plazo’, y no la maximización
de la ganancia en el corto plazo” (Financial Times, 2007g).
El comisionado de la Comisión de Valores y Bolsa, Paul Atkins, expresó similares inquietudes al advertir que “otorgar
a los inversores mayores facultades sobre la integración de los consejos
directivos podría tener la consecuencia no buscada de incrementar el poder de
los hedge funds… ¿Y si un accionista que participa con
su voto en una asamblea no tiene un interés económico en la empresa o
posiblemente tenga un interés negativo?”
(Financial Times 2007b). Entre tanto, dos profesores de la Universidad de Texas
advirtieron en un estudio de 2006 que las tácticas de los hedge funds estarían socavando el vínculo tradicional entre la
propiedad económica de las acciones y la facultad de voto de las empresas
(Financial Times, 2007b).
Sin embargo, el ‘cortoplacismo’ también es especialmente dañino para los
empleados de las empresas reestructuradas quienes, como dijo Paul Myners, ex
presidente de Marks and Spencer, “por lo general padecen la erosión de la
seguridad laboral y la pérdida de sus prestaciones” (Financial Times, 2007f). Cabe señalar que las adquisiciones apalancadas del tipo que practican
los hedge funds con fines de lucro se financian con deudas,
y que la firma adquirida se responsabiliza por el pago de esas deudas. Cuanto
mayor sea el apalancamiento, mayor será el riesgo de un posterior fracaso de la
empresa, donde los trabajadores son las primeras víctimas.
Asimismo, los trabajadores perderán por partida doble en esta tendencia porque,
simultáneamente, las elevadas ganancias son posibles porque el interés se
puede compensar con los impuestos en muchas zonas, lo que básicamente significa
que las ganancias se subsidian con el dinero de los contribuyentes. Una presión
fiscal menor sobre los propietarios de grandes capitales significa, si no hay
otros factores en juego, más presión fiscal para los trabajadores.
El ‘cortoplacismo’ puede ser especialmente dañino para las consideraciones
económicas de largo plazo en el contexto de un mayor activismo de los
accionistas de los hedge funds que apunta a forzar determinadas decisiones de (o
cambios en) las autoridades de la empresa a través de su participación en la
empresa. Este riesgo existe cuando los fondos asumen participaciones de corto
plazo por medio de técnicas no transparentes con el único objetivo de
presionar a la directiva, en un momento específico, en defensa de sus intereses
específicos (Prada,
2007, p. 133).
Recientemente, los analistas señalaron otra vía por la cual los hedge funds
pueden influir en la economía real, o sea, en el contexto de las crecientes
dificultades para que las empresas lleguen a un acuerdo de refinanciación de la
deuda con los acreedores. La normativa sobre quiebras es un instrumento de política
de Estado que los países pueden concebir con el objetivo de fijar incentivos
para que no se interfiera indebidamente en las actividades productivas de las
empresas. Esa normativa equilibra los intereses de acreedores y deudores sobre
la base de proteger el interés a largo plazo que tiene la sociedad para que no
se interfiera en los procesos productivos vitales para la economía. La
intervención de los hedge funds puede distorsionar drásticamente esos
incentivos, como señalara un analista: “En el pasado, los bancos que
acreditaban préstamos en sus estados contables poseían un sólido incentivo
financiero para llegar a un acuerdo amistoso de refinanciación de la deuda con
los prestatarios. Sin embargo, cuando los bancos convierten los préstamos en títulos
negociables, ese incentivo resulta disminuido porque ya no carga con tanto
riesgo de incumplimiento del pago… Los hedge funds e incluso los bancos podrían
lucrar con el incumplimiento si adquirieron protección a través de una permuta
financiera superior al monto de los préstamos que acreditan… la participación
[de los hedge funds] también puede afectar la capacidad de los prestatarios próximos
al incumplimiento del pago para resolver sus problemas” (Cole et al, 2007, p. 10).
Las repercusiones de este problema tomaron estado público recientemente en
Estados Unidos en el contexto de la crisis de los préstamos hipotecarios de
alto riesgo y la intervención de los bancos y las autoridades para ayudar a los
prestatarios de alto riesgo cuyos préstamos inmobiliarios tenían intereses
altos. Lo que hubiera sido una ayuda razonable y bienvenida para las comunidades
de prestatarios en desventaja se convirtió en el objeto de acusaciones por
parte de los hedge funds tenedores de derivados vinculados al incumplimiento de
esos préstamos, que habían apostado al incumplimiento de los mismos.
Conclusión
La crisis en las prestaciones de las pensiones proporcionadas por el Estado
significa que un porcentaje creciente de los ahorros para la jubilación de la
ciudadanía se están colocando en hedge funds. El razonamiento original para no
reglamentar los hedge funds (que sólo están disponibles para una cantidad
limitada de inversores) ya no es válido. Hace tiempo que es necesaria una
reglamentación más fuerte de los hedge funds en aras de cumplir las
obligaciones de la seguridad social. De lo contrario, los hedge funds se habrán
convertido en vehículos para sortear con facilidad las obligaciones de la
seguridad social.
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Noviembre.
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AMF’s contribution to the debate on alternative investment strategies”. En Financial
Stability Review, Special Issue on Hedge Funds, No. 10, abril, Banque de
France.
Notas:
Un fondo de fondos es un fondo de
inversión con una cartera integrada por otros fondos de inversión, en lugar de
invertir directamente en acciones, bonos u otros títulos negociables.
Una de las bases declaradas de la
‘minorización’ (retailization) de los fondos es la equidad: se argumenta
que el acceso a las ganancias superiores de los hedge funds no se debe limitar sólo
a los inversores ricos, lo cual explica que en ocasiones sean los propios
supervisores (y no los fondos) quienes piden la minorización.
Financial Times
(2004a). También señala
que millones de personas en todo el mundo, tanto activas como jubiladas, tienen
dinero invertido en hedge funds y es posible que no lo sepan.
Ibid.
Vale la pena señalar que, según una
reciente evaluación del Banco Central Europeo, hasta la aplicación de las
medidas limitadas que propone este informe no son para nada satisfactorias
(Banco Central Europeo, 2005).
Ibid. La inclinación
política a favor de la reglamentación de los hedge funds no es exclusiva del
contexto alemán. Por ejemplo, el senador de Estados Unidos Charles Grassley
(Presidente del Comité de Finanzas del Senado en 2007) envió una carta en
octubre de 2006 a todas las autoridades financieras de Estados Unidos solicitándoles
información acerca de los requisitos de divulgación de los hedge funds, si es
que existen. Durante su campaña, Nicolas Sarkozy (quien luego fuera el
candidato ganador en las elecciones presidenciales de Francia) prometió adoptar
una postura estricta con respecto a la reglamentación de los hedge funds.
Corredores que actúan como agentes de
liquidaciones, ofrecen custodia a los activos, proporcionan financiación para
el apalancamiento y preparan estados contables diarios para sus clientes, que
son gestores financieros, hedge funds, operadores de mercado, arbitrajistas,
especialistas y otros inversores profesionales.
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