Un país de contrastes
Luisa Eugenia Morales Modenesi
Iniciativa Social de Guatemala, está integrada por: AVANCSO, ASINDES, CECMA, COMITÉ BEIJING, FACULTAD DE ECONOMIA DE LA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA e INIAP.
Del total de la población guatemalteca, un 79% se encuentra en situación de pobreza y 59.3% en condiciones de pobreza extrema. Esta afirmación es un fiel reflejo de los avances que pudieran haberse producido en materia de desarrollo humano y del nivel del cumplimiento que ha podido implementar el estado, a través de políticas, programas y proyectos para dar cumplimiento a los compromisos contraídos en la Cumbre de Copenhague, para generar empleo, lograr la equidad de género y avanzar en la meta de la erradicación de la pobreza para el año 2000. Los índices más críticos en este tema, se ubican en las regiones Noroccidente (Quiché y Huehuetenango) y Norte (Alta y Baja Verapaz), alcanzando niveles del 93.7% y 91.3%, respectivamente.
Ante
esta situación social, el programa de gobierno 1996-2000 se trazó
como meta la modernización del Estado como un medio para construir
una economía más eficiente y competitiva, así como la reconstrucción
del mismo para transitar de
un Estado benefactor a otro subsidiario y desmonopolizar sus
actividades. Estos postulados condujeron al impulso de procesos de
privatización de empresas y servicios estatales (red ferroviaria,
electricidad, correo y telecomunicaciones), cuyos resultados han
evidenciado un incremento del desempleo y las sospechas que el proceso
adoleció de la necesaria transparencia.
Guatemala
cuenta apenas con una fuerza laboral de 3.4 millones de personas, lo
cual significa que 8 millones se dedican a tareas informales o
simplemente, carecen de empleo. Las condiciones de protección al
trabajo, se ven reducidas constantemente y se encuentran obstáculos
de todo tipo para la organización, como las amenazas de despido y pérdida
del empleo. La tasa de sindicalización se mantiene en un promedio de
2.9% de la población laboral con una afiliación mayoritaria de
hombres, en tanto que la participación productiva de la mujer, se ve
limitada ante su analfabetismo, el bajo nivel de educación, su
capacidad técnica y profesional y la escasa protección legal en términos
laborales, que una vez más marcan situaciones de exclusión y
discriminación de las mujeres.
El
Departamento de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos
de Guatemala, afirma que la política económica en el país, hace que
los beneficios del crecimiento económico sean para un sector
privilegiado de la población. La acción restrictiva de la política
monetaria al igual que el proceso de privatización, han reducido las
fuentes de ocupación obligando a gran parte de lo(a)s
guatemalteco(a)s a integrarse a la economía informal como medio de
subsistencia y a enfrentar una tributación regresiva. La mayor parte
de ingresos proveniente del sistema de tributación se origina en los
impuestos indirectos.
Erradicar
la pobreza y lograr mejores condiciones de vida para la población, es
un tema que va más allá de un proceso de modernización estatal y es
una dinámica de cambio que demanda la participación del Estado para
que éste cumpla con las funciones sociales que necesita un país
pobre y de fuertes contrastes económico-sociales.
Gráfica
1

Fuente:
Secretaría General de Planificación (SEGEPLAN), Programa del
Gobierno de la República 1996 - 2000.
Una
sociedad moderna exige una buena educación
En
Guatemala, tanto la cobertura como la calidad del sistema educativo
son extremadamente bajas y la ausencia de educación debe percibirse
como un factor de exclusión y marginación social de amplios sectores
de la población de las estructuras sociopolíticas y económicas.
El
porcentaje de analfabetismo llega al 18.2% en el área urbana y al
81.8% a nivel rural. La población femenina registra un total de
analfabetismo del 42.7% en relación con 28.3% de los hombres.
La
deserción escolar refleja que de cada cien niños que ingresan al
primer grado, menos del 30% finaliza el sexto año.
Con
la firma de la paz en Guatemala, el proceso de consolidación democrática
se planteó como una de las prioridades atender la reforma educativa
en la perspectiva de la redefinición de filosofía, valores y prácticas
dentro del sistema educativo nacional. El acuerdo sobre Identidad y
Derechos de los Pueblos Indígenas, en su numeral 3, plantea la
necesidad de que la reforma educativa se establezca dentro de un marco
de pluriculturalidad para dar respuestas a los problemas que a nivel
nacional se enfrentan y lograr de esta manera una transformación
efectiva del sistema educativo.
Gráfica
2
Fuente:
SEGEPLAN, elaboración con base al Instituto Nacional de Estadística,
X Censo Nacional de Población y V de Habitación.
No
debe dejarse de reconocer los esfuerzos gubernamentales (con el apoyo
recibido de la cooperación internacional) que se han hecho por
mejorar el proceso educativo desde una concepción con mayor equidad e
igualdad, buscando reducir el déficit de cobertura, especialmente en
el nivel pre primario y primario, con énfasis en el área rural y en
la educación de las niñas, así como reducir el analfabetismo y
mejorar la calidad educativa. Las movilizaciones sociales que se han
hecho para aumentar el presupuesto asignado al área de educación,
son reflejo del involucramiento paulatino que la sociedad civil asume
junto al Estado en la tarea de la
educación en Guatemala.
Al
sistema de educación formal, se le asigna la responsabilidad de
proporcionar las herramientas que permitan el desarrollo integral de
la población. Sin embargo, la evolución de la asignación
presupuestaria al Ministerio de Educación, revela que la misma no ha
mejorado sustancialmente y ello evidencia que el Estado y los
gobiernos, no han ponderado adecuadamente el papel del sistema
educativo, que tiene un impacto en los niveles de escolaridad
alcanzados, en la cobertura y en los avances mismos de incorporación
de las mujeres al proceso de educación formal.
Las
declaraciones públicas del gobierno han sido positivas en cuanto a la
voluntad política de enfrentar los problemas de educación, pero
contrastantes en tanto que el presupuesto asignado a este rubro, es
significativamente bajo y limita los planes, programas y proyectos que
permitirían alcanzar las metas en materia educativa.
En
términos cuantitativos puede afirmarse que el país ha experimentado
algunas mejoras, pero debe tomarse en cuenta que hay aspectos propios
de la sociedad guatemalteca, tales como la dispersión de población
en asentamientos rurales, la multiculturalidad, la incorporación
temprana de niños y niñas al trabajo productivo que limitan el
acceso al sistema de educación formal.
El
ejercicio de la ciudadanía
La
grave crisis económica que afecta a la mayoría de la población
guatemalteca, aunada a la inequidad de oportunidades para acceder a
los bienes y servicios que le permitan el alcance de una buena calidad
de vida, se constituyen en un freno significativo para el ejercicio de
la ciudadanía de hombres y mujeres guatemaltecas.
No
obstante, los avances en la ampliación de espacios de participación
han permitido ir afianzando un concepto más integral en el ejercicio
de los derechos ciudadanos, trascendiendo de la concepción jurídica
para visualizar que la participación en procesos electorales, es
apenas el comienzo de una incidencia política integral.
La
pobreza y exclusión del sistema educativo de las grandes mayorías,
además de casi cuatro décadas viviendo dentro de un sistema de
autoritarismo y represión, limitaron por mucho tiempo las
posibilidades de un proceso de educación, tanto formal como no formal
para la aprehensión del significado de vivir en democracia y
construir y perfeccionar la misma.
Hacia
el Nuevo Milenio
Este
nuevo milenio marca retos significativos: la reconstrucción de la
vida política del país, la satisfacción de la demanda legítima de
amplios sectores de la población por mejorar su calidad de vida, la
reducción de las brechas existentes entre quienes todo lo tienen y
quienes carecen del goce de los bienes y derechos más elementales.
Este
sistema de injusticia y de exclusión económica, política, cultural
y de género, ha mostrado ser inviable para la búsqueda del pleno
empleo, la erradicación de la pobreza y el logro de la equidad de género
(compromisos y tareas de los estados asumidos para el año 2000).
Mientras
los políticos definen sus estrategias para acceder al gobierno, la
población define su propia agenda de demandas sociales. Durante el
proceso electoral 1999, un conjunto de organizaciones representativas
de diferentes sectores sociales, le toman la palabra a los diferentes
contendientes electorales y les hacen signar compromisos que responden
a las demandas y necesidades económico-sociales que han sido
postergadas por los distintos gobiernos. Las agendas mínimas
definidas, servirán de banderas de lucha y participación: no se debe
dejar que los políticos le impongan sus agendas a la ciudadanía,
sino que ésta debe exigir su participación mediante un concepto
amplio de control ciudadano. La búsqueda de nuestra calidad de vida
es la principal demanda y la principal tarea que se proyecta al nuevo
milenio.
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