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              Propuestas para el desarrollo de capital humano
            
             
              Violeta Delgado (Coordinadora), Isolda Espinoza, Milagros Barahona 
              Coordinadora Civil 
            
            Nicaragua es el segundo país más pobre de América Latina y el Caribe. Para superarlo, la sociedad civil organizada propone un enfoque de desarrollo del capital humano que revise el impacto de los programas de las instituciones financieras internacionales, incorpore la perspectiva de género y destine los fondos del alivio de la deuda al gasto social, la generación de empleo y la participación ciudadana.
            
A 10 años de 
Copenhague y Beijing y a otros tantos de 2015, fecha límite para el cumplimiento 
de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), la Coordinadora Civil (CC) 
decidió dar al informe 2005 el carácter de “revisión de medio término” centrada 
en la pobreza y la equidad de género, con el fin de evaluar el cumplimiento de 
los compromisos asumidos por el gobierno en el ámbito internacional, analizar 
los resultados obtenidos en las condiciones de vida de la población y plantear 
las propuestas de la sociedad civil organizada. 
Pobreza y 
equidad de género 
Nicaragua es el 
segundo país más pobre de América Latina y el Caribe. Según la línea de pobreza 
del Banco Mundial, en 2001, 42,6% de la población vivía con menos de USD 1 
diario y 77,8% con menos de USD 2. 
Según la línea 
nacional de pobreza, tanto la pobreza extrema como la pobreza general 
disminuyeron entre 1993 y 2001, especialmente en el área rural. En 2001, 5,1% de 
la población total (6,2% urbana y 27,4% rural) vivía en condiciones de pobreza 
extrema. 
No obstante, persiste la desigual distribución del consumo y del ingreso. 
En 2001, al 20% 
más pobre de la población correspondió solo 5,6% del consumo, mientras el 20% 
más rico concentró 49,2% y el 10% más pobre de los habitantes obtuvo únicamente 
1% del ingreso; en cambio el 10% más rico acaparó 45%. 
Feminización de 
la pobreza 
Si bien 
la jefatura 
femenina sobre el total de hogares indigentes disminuyó de 35% en 1993 a 34% en 
2001 en el área urbana, aumentó entre los hogares pobres no indigentes. Los 
hogares con jefatura femenina continúan teniendo mayor peso 
entre los indigentes en relación al total, y empezaron a tenerlo entre los 
hogares pobres no indigentes. 
La distribución de 
hogares encabezados por mujeres en los diferentes estratos de pobreza evidencia 
su concentración entre los hogares pobres indigentes y pobres no indigentes: 64% 
en 1993, 65,1% en 1998 y 60,9% en 2001.
Tras la 
separación de la pareja y ante la irresponsabilidad paterna, las jefas de hogar 
deben agregar a las tareas domésticas y el cuidado de la niñez el rol de 
proveedoras económicas. 
Otras 
dimensiones: la pobreza de tiempo 
Los enfoques de 
desarrollo centrados en las personas ampliaron la conceptualización de la 
pobreza, considerando además del consumo privado, el acceso a los servicios 
básicos suministrados por el Estado, la posesión de bienes, la disponibilidad de 
tiempo, la dignidad y la autonomía. 
El tiempo es una dimensión de 
especial importancia para entender las diferencias de género en la pobreza. En 
comparación con los hombres, las mujeres trabajan más horas, aunque gran parte 
de ese trabajo no es remunerado ni visible para el análisis económico 
tradicional. Aun en los hogares donde los recursos se comparten por igual, las 
cargas de trabajo suelen ser mayores para las mujeres. Las mujeres pobres que 
carecen de tiempo no pueden mejorar su situación trabajando más horas. 
El tiempo diario 
que en promedio dedican las mujeres al trabajo reproductivo de la vida cotidiana 
es casi el doble del destinado por los hombres. Para las mujeres pobres y 
residentes en el área rural, este tiempo equivale a más de media jornada. 
Participación 
económica 
Si 
se consideran las altas tasas de participación en el trabajo reproductivo y el 
tiempo promedio dedicado al mismo, las 
tasas de participación económica de las mujeres son elevadas. 
Entre 1950 y 2001, la tasa de participación económica de las mujeres pasó de 13% 
a 40% y la población económicamente activa femenina aumentó de 13,6% a 35,7%. 
La brecha en las tasas de 
actividad económica por sexo es menor entre la población no pobre que entre la 
pobre. Las menores tasas de actividad económica de las mujeres pobres, urbanas y 
rurales, confirman que la carga del trabajo reproductivo es un obstáculo a su 
incorporación al mercado de trabajo, particularmente para las residentes en las 
áreas rurales. 
La magnitud de la pobreza 
disminuye en los hogares biparentales donde las cónyuges aportan dinero. Las 
mujeres podrían contribuir en mayor medida a los ingresos del hogar si por un 
lado contaran con servicios básicos que aliviaran su carga de trabajo 
reproductivo y por otro tuvieran iguales oportunidades que los hombres en el 
acceso a empleos de calidad. 
Inserción laboral 
En 2001, más de la mitad de la población ocupada trabajaba en sectores de baja 
productividad: 55,7% de los hombres y 65,5% de las mujeres. Las 
mujeres urbanas se ubicaban en las actividades más precarias: trabajadoras 
independientes no calificadas y empleo doméstico. 
La carga del 
trabajo reproductivo asignado a las mujeres determina la forma en que éstas se 
insertan en mercado laboral, tendiendo a ubicarse como trabajadoras por cuenta 
propia o familiar no remunerada debido a los limitados recursos productivos a 
los que tienen acceso, y a la necesidad de combinar el trabajo productivo y el 
reproductivo. 
Remuneración del trabajo 
La desvalorización de lo femenino 
aunada al tipo de inserción laboral de las mujeres determinan la menor 
remuneración de su trabajo. La información disponible 
muestra una menor disparidad entre el salario medio de hombres y mujeres que la 
apreciable entre los ingresos medios laborales. 
Esto sugiere que los ingresos medios de las mujeres que trabajan por cuenta 
propia y como empleadoras son menores a los de sus homólogos hombres, categorías 
ocupacionales en las que el acceso a recursos productivos determina los ingresos 
a recibir. 
Las mayores 
disparidades de ingresos laborales medios, tanto salariales como no salariales, 
se registraron entre la población con 13 y más años de instrucción, de forma 
persistente. Lo que indica que para las mujeres nicaragüenses la educación no 
tiene el mismo retorno que para los hombres. 
Acceso a 
recursos productivos 
El acceso y el 
control de los recursos productivos por parte de la población es determinante 
para elevar la productividad y la competitividad de sus actividades económicas, 
y por ende su nivel de ingresos. 
En 2001, los 
hombres constituían 81,7% del total de propietarios individuales de 
explotaciones agropecuarias y las mujeres 18,3%. 
En 2000, los hombres y las mujeres representaron 63% y 37% de los propietarios 
de establecimientos económicos urbanos, respectivamente. 
Por otra parte, el peso relativo de la mujeres disminuye sistemáticamente a 
medida que aumenta la magnitud de los recursos. 
Acceso a servicios básicos 
En 2000, 75% de la 
población tenía acceso a fuentes de abastecimiento de agua mejorada, 91% en el 
área urbana y únicamente 59% en el área rural. 
En general, las mujeres son las encargadas de transportar el agua a los hogares 
sin suministro por tubería. El mejoramiento de estos servicios las beneficiaría 
reduciendo su carga de trabajo. 
A nivel nacional, 
40,1% de las viviendas presenta algún grado de inseguridad en la tenencia. Esta 
proporción es mayor en el área rural (46,9%) que en la urbana (35,6%).En 
2001, 55,4% de las viviendas era propiedad de hombres y 44,6% de mujeres. 
El acceso a la propiedad de la vivienda contribuye significativamente a la 
autonomía de las mujeres, especialmente en casos de violencia por parte de la 
pareja. 
La estrategia 
gubernamental 
En 2000, el Banco Mundial y el 
Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobaron la Estrategia Reforzada de 
Crecimiento Económico y Reducción de la Pobreza (ERCERP). En 2002 el gobierno 
presentó la Estrategia Nacional de Desarrollo y en 2003 el Plan Nacional de 
Desarrollo (PND), destinado a complementar y reforzar la 
ERCERP. 
El PND sigue un 
modelo centrado en el crecimiento económico y en la competitividad, según el que 
la pobreza se reducirá por un proceso de derrame. Este modelo prioriza el apoyo 
al sector empresarial por sobre las dimensiones sociales. 
En respuesta a las 
críticas de la sociedad civil y de la cooperación internacional, el gobierno 
publicó a finales de 2004 el PND Operativo, elaborado a partir de un amplio 
proceso de consultas a nivel departamental y con mayor énfasis en las políticas 
de reducción de la pobreza. Sin embargo, no fue debidamente discutido a nivel 
nacional, por lo que hay poca conciencia y apropiación del PND Operativo. 
Si bien el PND 
Operativo se propone hacer accesible la propiedad de la tierra y el crédito para 
pequeñas empresas y agricultores, reafirma los postulados sobre competitividad y 
crecimiento económico como condiciones del alivio de la pobreza. Además, tanto 
la ERCERP como el PND carecen de diagnósticos que den cuenta de las brechas 
sociales y de género de la población, y consecuentemente sus propuestas no 
atienden las necesidades, intereses y potencialidades de esos sectores. 
A la fecha, se 
han registrado avances en la implementación de algunas políticas y programas de 
modernización y descentralización de la gestión del sector público. Entre las 
reformas estructurales destaca la implementación de la Ley de Transferencias 
Presupuestarias a los municipios. La Ley de Participación Ciudadana y la 
formalización de los Consejos de Desarrollo Departamental o Regional también 
constituyen logros importantes. 
En el área económica, Nicaragua 
obtuvo resultados positivos en 2004, inclusive mejores que en 2003. 
No obstante, la 
implementacion de la ERCERP no ha sido satisfactoria. 
El país alcanzó el 
punto de culminación de la Iniciativa para Países Pobres Muy Endeudados (PPME) 
en enero de 2004, obteniendo una reducción de aproximadamente USD 5.400 millones 
en su deuda externa. Entre 2001 y 2004, la comunidad internacional liberó 
recursos presupuestarios del pago de la deuda externa por USD 806,6 millones, 
que deberían haberse dirigido exclusivamente a la reducción de la pobreza. Pero 
solo 40% de los recursos PPME se destinó a la ERCERP en el mismo período. El 
resto se asignó al pago de la deuda interna con bancos nacionales a tasas y 
plazos onerosos. 
En 2003, el gasto 
social per capita se mantuvo igual que en 2000 (alrededor de USD 75). En cambio, 
los recursos destinados al pago de la deuda externa crecieron de USD 25 a USD 68 
per capita. El gasto social 
y el servicio de la deuda representaron 10,2% y 9% del PBI, respectivamente. Ese 
mismo año el gasto en educación y salud disminuyó un punto porcentual respecto 
al de 2002, mientras el pago de intereses y amortizaciones de deuda externa e 
interna aumentaron ocho puntos porcentuales. 
Entre mayo y julio 2003 la CC facilitó un proceso de seguimiento de la ejecución 
de la ERCERP en siete municipios del país, y concluyó que la misma no está 
contribuyendo a reducir la pobreza. Entre otros resultados, se verificó: 
·        
Descenso de la 
producción y la productividad ante la falta de asistencia técnica, crédito, 
canales seguros de comercialización y precios accesibles. 
·        
Estancamiento del 
empleo e incremento del subempleo y el empleo temporal. 
·        
Incremento 
de la migración laboral interna y externa, particularmente de mujeres. 
·        
Insuficiente acceso a la educación e incremento del analfabetismo, especialmente 
en las áreas rurales. 
·        
Incapacidad del sistema de salud para cubrir las demandas de la población. 
·        
Aumento de la violencia intrafamiliar en algunos municipios. 
·        
Incremento de los factores de riesgo para las niñas y los niños, adolescentes y 
jóvenes. 
·        
La 
mayoría de la población no cuenta con un sistema de abastecimiento de agua
saludable y accesible. 
·        
Deterioro de los caminos y falta de medios de transporte de las personas y de la 
producción. 
·        
Red 
de protección social de cobertura geográfica e impacto reducidos. 
Las propuestas 
Las organizaciones 
que integran la CC han planteado públicamente las siguientes propuestas: 
Banco Mundial y 
FMI 
·        
Revisar los conceptos de pobreza y de bienestar de las Estrategias de Reducción 
de la Pobreza (ERP). 
·        
Incorporar a los lineamientos de las ERP parámetros de cumplimiento sobre 
equidad de género y participación ciudadana. 
·        
Evaluar participativamente el impacto en la pobreza de los programas y proyectos 
promovidos por el Banco Mundial. 
·        
Evaluar la validez del modelo de derrame para la reducción de la pobreza y la 
exclusión social. 
Cooperación 
internacional 
·        
Mayor coherencia en la formulación y ejecución de las políticas de cooperación 
bilateral y en las decisiones de las Juntas de Gobernadores de las instituciones 
financieras internacionales. 
·        
Mayor flexibilidad en la política de cooperación a las ERP que permita a los 
países revisar los programas en marcha, valorar su impacto y reorientarlos. 
·        
Cumplir los compromisos de Copenhague y Beijing en los convenios y acuerdos de 
cooperación con los países pobres y asegurar mecanismos de vigilancia recíproca 
de esos compromisos. 
·        
Transparencia y eficiencia en el manejo de los recursos invertidos directamente 
y a través de los organismos de la sociedad civil. 
El Estado 
·        
Orientación de las políticas y programas al desarrollo de capital humano, a la 
protección social de los más vulnerables y a la creación de capacidades. 
·        
Incorporar a la ERCERP y el PND el enfoque de equidad de género. 
·        
El 
Presupuesto General de la República y los presupuestos municipales deben ser 
transparentes en la declaración de rubros y montos para la reducción de la 
pobreza. 
·        
Destinar los fondos liberados por el alivio de la deuda al gasto social y a 
apoyar a la micro, pequeña y mediana producción agropecuaria e industrial. 
·        
Generación de empleo y aumento de los ingresos de las y los nicaragüenses tanto 
por parte del Estado como de las empresas privadas. 
·        
Aplicar la Ley de Participación Ciudadana al proceso de definición de la pobreza 
así como a la formulación, el seguimiento y la evaluación de la ERCERP y el PND. 
Gobiernos locales 
·        
Desarrollar, con participación equitativa de la ciudadanía, planes y propuestas 
participativos y orientados al desarrollo integral de sus municipios. 
Identificar los 
programas correspondientes a los niveles de pobreza y capacidades locales. 
·        
Asignar recursos presupuestarios específicos a la superación de las brechas 
sociales y de género. 
·        
Desarrollar mecanismos de seguimiento y evaluación de la ERCERP y el PND en sus 
municipios, desde la perspectiva de género, con participación de la ciudadanía y 
de las organizaciones sociales. 
Organizaciones 
civiles 
·        
Construir conceptos propios sobre pobreza y bienestar que permitan una 
participación crítica a partir de propuestas específicas. 
·        
Desarrollar capacidad de análisis, propuestas, monitoreo y evaluación, así como 
procesos de auditoría y control ciudadano de la ERCERP y el PND, con un enfoque 
de género. 
Notas: 
            
            
			
               
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