La Pobreza Vuelve al Centro del Debate
Atila P. Roque; Joâo Sucupira; Sonia Correa; Jorge Eduardo Durao
IBASE; FASE
Con la elección de Fernando Henrique
Cardoso en 1994 -que instala una administración
social-demócrata apoyada por una coalición
conservadora- el Brasil entraría definitivamente en la
"era del ajuste"1 Esta experiencia de
"ajuste tardío" hace que el debate sobre los
impactos de la reestructuración económica y de la
reforma del estado no se haya dado de manera amplia en la
sociedad brasilera, particularmente respecto al
agravamiento de la exclusión social.
Por otro lado, el "ajuste
brasilero" se hace en un momento en que se va
Afirmando en un plan global la crítica del ajuste y se
formulan alternativas. La Declaración y el Programa de
Acción de la Cumbre Mundial de Desarrollo Social (CMDS),
por ejemplo, contiene varios indicadores en esta
dirección.
Tales circunstancias pueden favorecer
la emergencia de una agenda alternativa que tenga como
referencia principal la erradicación de la pobreza y la
priorización de políticas sociales. Así queda cada vez
más clara una disputa política sobre los sentidos del
desarrollo.
En realidad esto ya viene ocurriendo en
los debates parlamentarios acerca de las reformas
constitucionales, en la prensa, en los circuitos
académicos y en la propia sociedad brasilera. La
"Acción de la Ciudadanía contra el Hambre"
es, posiblemente, la expresión más significativa de
esta disputa. Liderada por Herbet de Souza, Betinho, la
Acción -más conocida como Campaña del Hambre-
introdujo y visibilizó la agenda de erradicación de la
pobreza en un ambiente extremadamente desfavorable en
términos de definiciones macro-económicas. La campaña
salió a luz en 1993, pero sus orígenes pueden
encontrarse en la movilización por la ética en la
política que terminó en la impugnación del
ex-presidente Fernando Collor de Mello, en 1992. Las ONGs
también hicieron lo suyo y la II Asamblea de la
Asociación Brasilera de ONGs (octubre de 1992) ya
anunciaba la urgencia de hacer que las acciones
ciudadanas en el terreno de la ética en la política se
trasladaran al campo de la lucha contra la exclusión
social.
La línea distintiva de la Acción de
la Ciudadanía es el tratamiento político de la pobreza
y del hambre. Su mayor contribución fue el rescate, la
visibilización de la problemática de la pobreza en la
agenda política nacional. La sociedad brasilera había,
de alguna manera, evitado el tema durante toda la década
de los 80 y en el plano de las percepciones y prácticas
cotidianas la miseria se había "naturalizado".
Desde 1993, había sido flagrante el cambio en las
percepciones y discursos sobre la pobreza en el Brasil.
Todos los programas partidarios enfatizaron la cuestión
de la desigualdad en la campaña presidencial de 1994. El
programa de gobierno del presidente electo -que tenía
como referencia los cinco dedos de la mano- priorizaba:
agricultura, empleo, salud, educación y seguridad. En la
sociedad civil, se encendieron millares de iniciativas de
solidaridad y promoción social.
Dos años más tarde, la pobreza
permanece como agenda prioritaria de la ciudadanía
brasilera. En enero de 1996, en la encuesta de opinión
pública encomendada por la Revista Veja, la respuesta
más constante para la pregunta "Cuál es su primer
pensamiento respecto a Brasil?" fue "Hambre,
Miseria" (12%). Mientras tanto, esta visibilidad y
legitimidad no se han traducido, como sería de esperar,
en el terreno de las políticas públicas nacionales.
Esta indefinición obviamente, tiene impactos en lo que
se refiere a la implementación de las resoluciones de la
Cumbre Mundial de Desarrollo Social, aprobadas en marzo
de 1995 en Copenhague.
Desde la UNCED en 1992, el gobierno
brasilero ha invertido políticamente en las conferencias
del llamado Ciclo Social de la ONU -Viena 1993, CIPD
1994, CMDS 1995 y Beijing 1995.2 A partir de la preparación para la CIPD (Cairo
1994) la posición brasilera para las negociaciones fue
construída en diálogo con los sectores académicos y la
sociedad civil, y las ONGs han sido incluídas en las
delegaciones oficiales. Estos procedimientos fueron
también adoptados en la preparación para la CMDS. Y,
considerándose el conjunto del Ciclo Social de la ONU,
el perfil de actuación de Brasil fue más discreto en
Copenhague que en las demás conferencias. El presidente
no compareció y la actuación brasilera fue poco
enfática con relación a los temas de naturaleza
económica que movilizaron las energías de varios
países en desarrollo. En el plano interno, la efectiva
traducción de las resoluciones de Copenhague enfrenta
obstáculos de naturaleza política, lo que se refleja en
las definiciones macro-económicas y en el presupuesto
del gobierno federal. Tales impasses serán analizados,
con mayor atención, en otras secciones de este
documento.
Indicadores Sociales en
el Brasil de los años 90
El análisis cuidadoso de la incidencia
de la pobreza en el Brasil enfrenta dos limitaciones. La
primera de ellas es la precariedad en términos de datos
e informaciones. El sistema nacional de estadística
social padece una grave crisis. Ella puede ser
ejemplificada por el hecho de que el Censo de 1990 sólo
fue realizado en 1991 y hasta el momento sus resultados
no fueron enteramente tabulados.
En el momento actual, felizmente, se
observa un esfuerzo de reconstrucción del sistema
estadístico nacional. El IBGE gana cada vez más
respaldo y visibilidad y hay innumerables iniciativas
sectoriales -a nivel ministerial- de perfeccionamiento de
los datos relevantes para la definición de políticas
sociales. En esta nueva coyuntura vale la pena destacar
la iniciativa de publicación del Informe Brasilero de
Desarrollo Humano. El proyecto apoyado por el PNUD está
siendo ejecutado por el IPEA -Instituto de Pesquisas
Sociales Aplicadas- y cuenta con la colaboración de
consultores externos vinculados a la academia y a la
comunidad no gubernamental. La publicación está
prevista para el primer semestre de 1996.
El segundo problema está relacionado a
la enorme heterogeneidad del país. Los indicadores
sociales varían enormemente según las regiones y
también deben ser consideradas las variaciones en
términos de renta, raza y género. Dada la precariedad
actual de las bases de datos estas desagregaciones no
están siempre disponibles. Son exiguos los indicadores
segregados por raza y las desagregaciones por género
dejan que desear. La misma limitación se aplica a
indicadores convencionales como es el caso de la
mortalidad infantil, pues no existen bases de datos
desagregados por municipios.3
Los datos estadísticos aquí
presentados están organizados en tres grandes grupos:
1) datos demográficos generales (la
sección incluye breves consideraciones sobre la
transición demográfica);
2) indicadores sensibles en términos de medición de la
desigualdad, incluyendo informaciones relativas a género
y raza;
3) datos económicos y sociales específicamente
referentes a la pobreza. 4
Indicadores de Pobreza.
Algunos aspectos preliminares deben ser
considerados cuando se trata de informar sobre los
indicadores de pobreza en el Brasil. Los números varían
bastante según las fuentes y los criterios utilizados.
Justamente por eso se desarrolla, en este momento, un
debate acerca de la magnitud de la pobreza en el Brasil,
así como las metodologías utilizadas para su medición.
Se observa también una gran heterogeneidad en términos
de distribución regional y de las características de la
pobreza en el país.
Los Informes Internacionales de
Desarrollo Humano, por ejemplo, se refieren a la
existencia de 72 millones de pobres en el Brasil. La
pesquisa realizada por el IPEA para la elaboración del
Mapa del Hambre, en 1993, identificó 32 millones de
indigentes. En función de su asociación íntima con la
Acción de la Ciudadanía este número quedó
cristalizado en los corazones y en las mentes. En un
estudio reciente, sin embargo, Rocha (1995) estableció
criterios para diferenciar pobreza de indigencia (o
pobreza absoluta) llegando a nuevos resultados. El
parámetro utilizado para identificar el padrón de
indigencia incluye el costo de las necesidades
alimenticias. Y el criterio para la medición de la
pobreza considera el costo de las necesidades básicas.
A partir de estas referencias la autora
concluyó que existen en el Brasil 42 millones de pobres
(30% de la población) y 16 millones de indigentes (12%
de la población). Los datos del Informe Nacional
Brasilero para la Cumbre de Desarrollo Social, por otro
lado, informan que entre 1980 y 1990 el número total de
pobres creció de 29,4 millones a 39,2 millones. En
términos relativos, sin embargo, el porcentaje de pobres
o extremadamente pobres, se redujo de 34% a 27% del
contingente poblacional.
Sin embargo, a lo largo de las últimas
décadas la proporción de pobres viene reduciéndose en
el Brasil. Por otro, no cabe duda que se agudizó en el
Brasil la desigualdad y el padrón de concentración de
riquezas. Si en 1960 los 10% más ricos poseían 34 veces
la renta de los 10% más pobres, en 1990 ellos poseen 78
veces la renta obtenida por los sectores más
desposeídos. Es preciso decir que, a lo largo de los
años '80 la concentración afectó sobre todo al grupo
poblacional localizado en el final de la distribución.
Considerándose la distribución de la renta nacional por
estratos: en 1990 13,9% estaba en manos del 1% de la
población; los 10% más ricos poseían 45%; los 50% más
pobres controlaban apenas 1,1 de la renta nacional,
quedando para los 10% más pobres apenas 0,8%.
En términos de heterogeneidad se
destacan las variaciones regionales y el diferencial
urbano-rural. La incidencia de la pobreza es más elevada
en el Norte y el Nordeste en una relación bastante
directa con los padrones regionales de desarrollo
económico. En 1992, la Región Sudeste contribuyó con
56,1% del PIB regional; el Sur con el 16,7%; el Nordeste
con el 15,8% y el Centro-Oeste y Norte con el 5,6% y 5,5%
respectivamente. Cuando son cotejados con la
distribución demográfica queda aun más evidente la
disparidad. El Nordeste, por ejemplo, abriga 27% de la
población brasilera y contribuyó con apenas el 15,8%
del PIB nacional.
La incidencia de la pobreza es más
elevada en las áreas rurales. Sin embargo es fundamental
referirse a la llamada metropolización de la pobreza. La
concentración poblacional brasilera hace que, en
términos absolutos, los pobres se concentren en las
regiones más desarrolladas. Los pobres metropolitanos
eran 26% del total en 1981 y 29% en 1990. Más del 50% de
los pobres metropolitanos se concentran en las ciudades
de Rio de Janeiro y de San Pablo, siendo esta última la
que representa el mayor número de pobres del país (5,1
millones).
En los demás estados hay un relativo equilibrio en la
proporción de pobres entre regiones metropolitanas y
áreas rurales. Mientras, en términos proporcionales las
regiones metropolitanas del Nordeste tienen mayor número
de pobres (43% contra 22% en San Pablo).
Dado el nivel de urbanización y de
industrialización del país, es también fundamental una
evaluación de la relación entre pobreza y mercado de
trabajo. Los datos disponibles nos dicen que el 52% de
los trabajadores brasileros reciben menos de dos salarios
mínimos; en los últimos siete años la participación
de las ganancias del trabajo en la renta nacional no ha
sobrepasado el margen del 30%; en la década de los 80 el
salario medio real cayó al 14%.
En un trabajo que investiga la
correlación entre pobreza y empleo en el Brasil, Camargo
et al. (1995) consideraron cuatro variables: a) tamaño
de la familia; b) tasa de participación de miembros de
la familia en la fuerza de trabajo; c) calidad de los
puestos de trabajo; d) calificación de los trabajadores
y trabajadoras. Significativamente, los resultados
indican que la calificación de los trabajadores y
trabajadoras, así como la calidad de los puestos de
trabajo, son factores de mayor peso en la producción de
la pobreza que las dos primeras variables.
La tasa de desempleo abierto no es
elevada en el Brasil (4,1% en 1991), particularmente si
tenemos como referencia los parámetros europeos.
Mientras, se observa un elevado grado de informalidad (30
millones de trabajadores y trabajadoras en el segmento
informal). También son elevadísimas las tasas de
rotatividad en el segmento formal del mercado de trabajo.
Más a allá de eso, después de la implementación del
plan de estabilización -particularmente durante el año
1995- el número de puestos de trabajo se ha reducido en
forma vertiginosa especialmente en las áreas más
industrializadas. En la primera semana de enero de 1996
se registró en San Pablo un 8% de desempleo abierto.
Resta finalmente, considerar el impacto
de la inflación en la producción de la pobreza y de la
desigualdad en el Brasil. Los datos disponibles
demuestran que, de hecho, durante los años de
aceleración inflacionaria (1985-1994) se dió un brutal
desgaste salarial y una profundización de la
concentración de la renta en el Brasil. En el momento
actual, predominan en los discursos oficiales y en los
medios de comunicación argumentos afirmando que la
reducción de las tasas de inflación es per se un
instrumento de reducción de la pobreza. Se habla, por
ejemplo, de un aumento del 30% de la renta real de los
segmentos más pobres.
Mientras, varios autores también
demuestran que es insuficiente considerar la estabilidad
y la reducción de la inflación como medidas exclusivas
de reducción del persistente padrón de desigualdad.
Ellos enfatizan la necesidad de considerar otras
variables e instrumentos, como por ejemplo, asegurar las
tasas de crecimiento económico, cuyos índices fueron
extremadamente estables en los últimos 15 años, y que
permanecen afectados por la política de intereses altos.
Más especialmente, privilegian la creación de
mecanismos institucionales destinados a reducir la
disparidad económica y social por la vía de políticas
indirectas de renta.
Indicadores Sensibles.
Esperanza de Vida:
* Evolución: 1980 - 61 años
1990 - 65 años
* Variación Regional: mientras que en el Nordeste la
esperanza de vida es de 64 años en la región Sur llega
a 68 años.
* Variación por Nivel de Renta: Si consideramos los
niveles de renta la variación es aun más brutal. Entre
los que ganan hasta 1 salario mínimo (1SM = U$S 100) la
esperanza de vida es de 57 años, y los que ganan más de
5 SM viven hasta los 73 años. Mortalidad Infantil:
* Evolución: 1980 - 65,8/1000
1990 - 51,6/1000
* Variación Regional: Sur - 26,7/1000,
Nordeste - 88,2/1000
* Variación por Nivel de Renta: entre las familias que
ganan hasta 1SM la mortalidad infantil es de 75,2/1000.
Entre las familias con renta mayor que 1SM la tasa cae al
33,3/1000. Trabajo Infantil:
En el Brasil el 16,9% de los niños
entre los 10 y 14 años, y el 50% de los adolescentes
entre los 14 y 17 años, trabajan. Esto, en números
absolutos, corresponde a 3 millones de niños y 4,6
millones de adolescentes trabajadores. El trabajo
infantil está directamente relacionado a la renta
familiar. En 1990 la tasa de actividad de los niños de
10 a 14 años que vivían en familias extremadamente
pobres (hasta 1/2S:) era de 23%. Y entre los niños de
familias con rendimiento por encima de 2SM la tasa caía
a 4,5%. Los datos también indican que el elevado
porcentaje de niños que trabajan son de unidades
familiares pobres, con jefatura femenina.
Educación:
Todos los análisis disponibles se
refieren a la mejoría de la educación formal en los
últimos 20 años. Esta evolución incluye tasas elevadas
de escolarización de niñas-mujeres. Hoy, en algunas
fajas etarias y regiones, las mujeres son más
escolarizadas que los hombres. Mientras, existen aun en
el Brasil 20,2 millones de analfabetos con 10 años o
más. Datos recientemente divulgados por el ministro de
educación informan que apenas el 60% de los niños que
entran en la escuela llegan a cuarto año. Los que
terminan el cuarto año lo hacen en un promedio de seis
años. Apenas el 43% termina el octavo año.
Cohn (1995) también indica que hubo un empeoramiento en
las tasas de reducción del analfabetismo en el
transcurso de las últimas cuatro décadas: la reducción
del número de analfabetos en 1950 fue de 12,3%; en 1960
de 7,3%; en 1970 de 6,6%; y en 1980 de apenas 5%. Esto
significa que a pesar de haber ocurrido una expansión de
la red de enseñanza básica, el sistema educacional no
ha sido capaz de superar el analfabetismo, continúa
produciendo evasión y padeciendo de graves problemas de
calidad.
Salud:
La mayor causa de mortalidad general en
el Brasil son las enfermedades del aparato circulatorio
(30%). Siguen las causas externas (especialmente
accidentes de tránsito); causas mal definidas y el
cáncer. La incidencia de la tuberculosis es de
57,8/100.000. La epidemia HIV/SIDA afecta a 369 personas
de cada 100.000. Aun se registran focos de malaria
afectando 6,2 habitantes/100.000. Las tres principales
causas de internación en el país en 1994 fueron:
obstétricas (partos y abortos); patologías
psiquiátricas e insuficiencia cardíaca.
Al final de la década de los 80 había
en el Brasil 7.200 hospitales, la mayoría de ellos
privados y 27.700 servicios ambulatorios y clínicos
donde predominaba la presencia del sector público.
Análisis recientes registran la expansión del sector
privado, una tendencia que afecta negativamente el acceso
de la población más pobre a los servicios.
En los años 80 se expandió la red
hospitalaria, pero declinó el n[[brokenbar]]mero de
camas por habitantes (de 4,3 a 3,7/1000). La relación
médico-habitantes es de 1 a 641, y esta proporción es
mucho mayor en las regiones Norte y Nordeste (1174 y 1070
respectivamente).
Género:
No están disponibles indicadores de
pobreza desagregados por género, pues las mediciones son
tradicionalmente hechas basándose en las unidades
familiares. Pero es posible medir el impacto de las
desigualdades de género en términos de renta y
capacitación política y social a través de otros
indicadores.
* Desigualdad Salarial: las
mujeres reciben un promedio de 54,1% del salario
masculino. En 1990 el 61% de las mujeres ocupadas
recibían hasta dos salarios mínimos.
* Mujeres Jefas de Familia: en
1990 fueron identificadas en el Brasil 7,3 millones de
mujeres jefas de domicilios. En una estimativa
conservadora de 4 personas por unidad familiar esto
implica una existencia de aproximadamente 30 millones de
personas (1/5 de la población) viviendo en unidades
domiciliarias en que las mujeres son jefas. 30% (2
millones aproximadamente) de estas mujeres no tenían
ninguna renta. 60% tenían más de dos hijos y una renta
de hasta dos salarios mínimos. Estas informaciones
sugieren que las familias con jefatura femenina son
importantes focos de pobreza absoluta en la sociedad
brasilera. El Informe Nacional Brasilero para la CMDS
tiene una predicción de la posibilidad de que las
mujeres jefas de familia sean pobres. En la medida en que
apenas el 15% de los matrimonios con menos de 34 años
son pobres, el 35% de los domicilios con jefatura
femenina en la misma franja etaria están por debajo de
la línea de pobreza.
* Mortalidad Materna: los
estimativos de las tasas de mortalidad materna en el
Brasil varían entre 100 y 200 muertes para cada 100.000
nacidos vivos. Registros de las internaciones
hospitalarias de 1994 (AIHs) informan que en ese año
1041 mujeres murieron en unidades hospitalarias
brasileras en el decurso del parto. Según datos del IBGE
para 1992 fueron registradas 1542 muertes por aborto en
los hospitales públicos y privados. O sea, estamos
luchando con un número absoluto del orden de 2500
óbitos hospitalarios. A este número deben ser sumadas
las muertes que ocurren fuera de la red de salud así
como en óbitos en los que el registro no notifica
claramente la causa obstétrica.
Las causas de la mortalidad materna
están asociadas a los mismos factores que explican las
altas tasas de mortalidad infantil (pobreza,
desnutrición, falta de acceso a los servicios de salud).
Ellas también constituyen una referencia fundamental
para la medición de la desigualdad de género. Y estos
datos no han sido privilegiados como indicadores
sensibles de la desigualdad social.
Raza:
En cuanto al ingreso, la renta nominal
promedio de la población blanca es de 5,3 salarios
mínimos, la de la población negra o mestiza es de
apenas 2,5 salarios mínimos (una disparidad de 50%). Al
analizar la situación de renta entre trabajadores del
sector informal Abreu et al. (1995) informan que los
trabajadores hombres negros y mestizos reciben un
promedio de 3,7 salarios mínimos contra 5,7 salarios
recibidos por trabajadores blancos. Y las mujeres negras
o mestizas reciben un promedio de 1,9 salarios mínimos
contra 2,7 de las trabajadoras blancas.
Gasto social en el
presupuesto federal
La propuesta presupuestaria de la
Unión para 1996, ahora en trámite en el Congreso
Nacional, es del orden de R$ 312,8 billones, un poco más
de la mitad del PBI brasilero. Se trata a primera vista
de un monto relativamente expresivo. Sin embargo, al
incluirse en el valor global del presupuesto las
amortizaciones de la deuda (R$ 113,8 billones), que son
enteramente financiadas por la colocación de nuevos
títulos de deuda, y los intereses de la deuda (R$ 22,4
billones) sobran R$ 176,6 billones para ser repartidos
entre las diversas funciones del Estado (educación,
salud, justicia, etc..). De este último total, los
gastos destinados a los programas sociales del gobierno
federal representan casi el 60%. Aun considerando el
valor total del presupuesto, incluyendo las
amortizaciones y los intereses de la deuda, la
participación de los gastos sociales es relevante
(33,5%).
Si se considera como gasto social todo
costo e inversión en la previsión y asistencia social,
salud, educación y cultura, trabajo, habitación,
saneamiento y protección del medio ambiente, los datos
muestran un incremento significativo en el gasto social
en el período 1993-1996 (el pronóstico para 1996 es del
70% por encima
de lo que fue en 1993). Obsérvese el Cuadro 1.
Gasto Público Social del Gobierno Federal de Brasil: 1993-1996
|
En R$ millones a precio promedio 1996
|
Gasto Social
|
1993 ejecución
|
1994 ejecución
|
1995 presup.
|
1996* presup.
|
Previsión Social
|
38,748
|
47,041
|
55,263
|
60,953
|
Salud
|
9,107
|
16,396
|
17,955
|
19,388
|
Asist. Médica y Sanitaria
|
7,429
|
12,234
|
11,907
|
12,794
|
Alimentación y Nutrición
|
426
|
745
|
1,271
|
1,124
|
Educación y Cultura
|
6,973
|
10,369
|
11,060
|
10,039
|
Enseñanza Superior
|
3,374
|
5,115
|
5,140
|
4,760
|
Enseñanza Básica
|
1,888
|
2,853
|
2,376
|
2,569
|
Trabajo
|
3,761
|
3,126
|
9,587
|
9,505
|
Vivienda
|
159
|
54
|
1,877
|
2,098
|
Asistencia Social
|
2,212
|
1,024
|
1,379
|
1,919
|
Saneamiento
|
713
|
326
|
739
|
851
|
Protección al Medio Ambiente
|
25
|
45
|
247
|
96
|
TOTAL
|
61,716
|
78,381
|
98,107
|
104,849
|
Fuente: Nota Técnica Nro. 04/95 elaborada por AOFF/CD y CONORC/SF.
*Proyecto de Ley Nro 35 de 1995, Congreso Nacional.
Dado que la previsión social, la salud
y la educación y la cultura responden por casi el 90% de
los recursos presupuestarios para 1996 destinados a los
programas sociales del gobierno federal, concentraremos
nuestro análisis en estos tres macro-sectores.
Previsión Social: los gastos para
previsión social en el presupuesto para 1996 representan
58,2% del gasto social, constituyéndose en el principal
ítem. A pesar de ser expresivo, comparado con los
demás, la previsión viene reduciendo su participación
(62,7% en 1993) en el total del gasto social. Este dato
se vuelve másWsignificativo cuando se tiene en cuenta
que a partir de la Constitución de 1988 se verifica una
tendencia al aumento estructural de los gastos con
beneficios de previsión en función del aumento del
universo de beneficiarios y de las nuevas reglas para
mantener y actualizar el valor de los beneficios. En caso
de que los demás programas sociales en educación o
salud, no hubieran sido contemplados relativamente con
más recursos, la tendencia sería justamente la de
aumento de la participación de los gastos de previsión.
La situación presupuestaria de la
previsión es preocupante y tiene que ser resuelta de
forma estructural. Hay quien defiende que el equilibrio
de la previsión social en el Brasil depende menos de los
recortes de gastos que de factores estructurales, tales
como el aumento del salario promedio de la economía y
del empleo. Como las discusiones sobre la reforma
previsional todavía se van a extender durante el
presente año, los efectos sobre las cuentas
gubernamentales solamente serán percibidas a partir de
1997.
Salud: Dentro de todos los sectores, el
de la salud tal vez sea el que más ha presentado
problemas de financiamiento de sus actividades. La
Constitución de 1988 aumentó significativamente (más
del 40% de la población brasilera) el número de
personas con derecho al sistema de salud. En el Brasil,
ya se tornó famosa la frase: "se gasta poco y mal
en los programas de salud pública". Para tener una
idea, en 1992 el gasto en salud fue poco más de la mitad
del realizado en 1989. A partir de 1993 los gastos en
este sector fueron crecientes, pero viendo los problemas
crónicos, parece ser verdad la tesis del desperdicio de
recursos.
Para 1996, el presupuesto (R$ 19,4
billones) preveé un incremento del 8% en relación a
1995 y un 18% comparado con lo destinado en 1994. Sin
embargo, para que la salud fuera contemplada con más
recursos el ministro de esta área tuvo que luchar por
disposiciones presupuestarias vinculadas (creación de la
contribución sobre la movilización financiera-CMF, aún
no aprobada por el Congreso Nacional), cuando, dadas las
condiciones de penuria en que se encuentran los
hospitales y los equipamientos en general, sin hablar de
la remuneración del personal, deberían destinarse
recursos no condicionados a la aprobación de la CMF. De
esa forma, como la estimativa para la CMF es de R$ 6
billones, si esta nueva fuente no fuera aprobada la
expectativa de valor cae a R$ 13,4 billones, 25% inferior
a lo previsto para 1995 (caída de 18% en relación a lo
realizado en 1994).
Educación: la mayor parte de los
gastos federales con educación va para las universidades
dado que la enseñanza de primero y segundo grado es de
competencia de las esferas municipales y estaduales.
Considerada como una de las cinco prioridades desde el
tiempo de la campaña del candidato presidente, este
sector no fue contemplado con recursos presupuestarios
por encima de los que ya tenía. En realidad, el valor
previsto para 1996 en la función de Educación y Cultura
está por debajo (caída real de 3%) de lo realizado en
1994. El programa de Enseñanza Superior, por ejemplo,
cuyos datos efectivos en 1994 fueron de R$ 5,1 billones,
vio su partida presupuestal reducida a R$ 4,8 billones.
La previsión de gastos en Enseñanza Fundamental es un
poco superior a lo previsto para 1995, pero aun así es
menor que la realizada en 1994 (caída real de 10%).
Los datos de la tabla anterior muestran
que a excepción de los rubros Protección del Medio
Ambiente y Trabajo, las demás experimentan tendencia al
crecimiento en los gastos. Considerando que la
recaudación del área federal creció sustancialmente en
el último año, se nota que la educación no fue
privilegiada en la distribución de los recursos en el
presupuesto para 1996.
En resumen, los datos expuestos
presentan la elevada participación de los gastos
sociales en el monto de los recursos presupuestales, así
como el crecimiento en determinados sectores. Son de
mayor relevancia, pues destacan dos aspectos
fundamentales. El primero es que la recomendación de
destinar un mínimo de 20% del presupuesto federal en
gastos sociales, como fue sugerido recientemente en la
conferencia mundial de Copenhague, tendiendo a reducir la
pobreza, pierde su vigencia cuando se trata de Brasil. En
verdad, si la reducción de las desigualdades sociales
dependiera apenas de ese criterio, el Brasil hace mucho
tiempo que estaría mejorando sus indicadores sociales.
El segundo aspecto es respecto a la
idea de que no basta aumentar la cantidad de recursos,
como muestran los datos de la tabla, sino principalmente
cuidar de la calidad del gasto. De acuerdo con el
economista André Cesar Medici ("Los Gastos
Públicos Federales con las Políticas Sociales",
publicado por la ABONG en setiembre de 1995): "una
de las grandes carencias de los mecanismos gerenciales
del Estado brasilero es la falta de mecanismos de
evaluación de los resultados del gasto público".
Por tanto, es fundamental que se incluya dentro de la
reforma del Estado el concepto de evaluación de los
gastos públicos.
Breve nota sobre el programa
"Comunidad Solidaria".
El énfasis dado a la dimensión social
en el discurso presidencial no encuentra adecuada
correspondencia en el ámbito de las políticas
gubernamentales. El simple hecho de que el gobierno aun
esté discutiendo una estrategia general para la acción
estatal en el área social, después de un año de
mandato, es revelador de la atención marginal hasta
ahora atribuída a las políticas sociales en el gobierno
Cardoso.
Destinado a ejercer un papel de
aglutinación y coordinación de las distintas
iniciativas gubernamentales en el área social, el
programa Comunidad Solidaria ha cumplido su papel de modo
limitado y con grandes dificultades. Concebido a partir
de un diagnóstico según el cual el problema de las
políticas sociales en el Brasil no estaría tanto en la
insuficiencia de los gastos públicos destinados a las
áreas sociales sino en la pésima calidad de estos
gastos, el programa fue constituído como un mecanismo
para aumentar la eficiencia y el impacto de los gastos
públicos volcados al combate contra la pobreza.
Este objetivo, en la práctica, viene
siendo diferido por las opciones políticas del gobierno
que, al poner como su gran y único objetivo la
estabilización económica, realizó un ajuste de sus
cuentas que sacrificó básicamente los gastos en las
políticas sociales. Las dificultades presupuestarias
vividas por el sector de la salud son un ejemplo
dramático de esta realidad.
Sin embargo, no dejemos de reconocer
los aspectos positivos de la Comunidad Solidaria, sobre
todo el énfasis en la relación con la sociedad civil,
aunque su desarrollo aún se encuentra fuertemente
condicionado por los objetivos mayores de la política de
estabilización. Superar esta contradicción es el mayor
desafío del gobierno de Fernando Henrique Cardoso.
Bibliografía
1. COHN, Amelia. "Relatorio
Nacional Brasileiro Para a Cupula Mundial de
Desenvolvimento Social". Ministerio das Relaçoes
Exteriores, 1995.
2. ROCHA, Sonia. "Diferenças locacionais da pobreza
e os seus rebatimentos para a politica social".
Documento de subsidios para o Relatorio Brasileiro de
Desenvolvimento Humano, 1995 (mimeo).
3. CAMARGO, J.M.; BARROS, Ricardo Paes; e MENDONÇA,
Rosane. "Determinantes da Pobreza no Brasil:.
Documento de subsidios para o Relatorio Brasileiro de
Desenvolvimento Humano, 1995. (mimeo).
4. ABREU, Alicia de Paiva; JORGE, Angela Figueira; SORJ,
Bila. "Desigualdade de Genero e Raça; o informal no
Brasil". Revista Estudos Feministas, Numero
Especial, CIEC/ECO//UFRJ, 2o. semestre de 1994.
5. MEDICI, André Cesar. "Os gastos publicos
federais com as politicas sociais". Cadernos ABONG,
No. 10, Associaçao Brasileira de ONGs, setembro de 1995.
Notas:
1 En el plano de la sociedad y del parlamento la
constante reacción a las medidas preconizadas por el
Consenso de Washington correspondió, durante más de
diez años, a un impasse, a un empate de fuerzas
políticas. La gama de actores y de intereses
involucrados en esta alianza anti-ajuste es
extremadamente compleja y requiere de un análisis más
profundo, para el cual no hay espacio en este artículo.
2 Esta estrategia política internacional esta
articulada con una nueva lógica de política exterior
-denominada estelar por el nuevo Ministro de Relaciones
Exteriores- y de mayor apertura del Ministerio de
Relaciones Exteriores hacia la sociedad civil.
3 De forma de superar esta limitación UNICEF
produjo en 1994 un análisis de la incidencia de la
mortalidad infantil (de base municipal) a partir de
indicadores aproximativos.
4 Las dos fuentes predominantemente utilizadas
fueron el ya mencionado Informe Nacional Brasilero para
la CMDS y los subsidios producidos para la elaboración
del Informe Brasilero de Desarrollo Humano. Las demás
fuentes utilizadas están en las referencias de la
bibliografía.
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